MUSICA › DOS CANTAUTORES CHILENOS CRUZAN LA CORDILLERA
Referentes de la nueva camada de músicos que no quieren ser ajenos a la realidad, Nano Stern y Chinoy traen al país un concierto conjunto con el que ya recorrieron todo Chile. “Nos proponemos rescatar la tradición de nuestra música popular”, aseguran.
Del otro lado de la cordillera, la canción de autor se ha revitalizado de la mano de una generación de músicos que no le da la espalda a la música de raíz latinoamericana y, a la vez, pone en primer plano el riesgo artístico y la innovación. Dos referentes de esta camada, Nano Stern y Chinoy, traerán al país el concierto conjunto A 12 cuerdas, que ya recorrió el país trasandino de norte a sur. “En Chile hay muchos músicos apegados a las raíces y cada vez más veo que las nuevas generaciones están haciendo música que rescata la tradición de nuestra música popular”, destaca Stern. Y completa: “Siento que el camino que estamos abriendo a través de mi canto y el de muchos otros como Chinoy, Manuel García, Pascuala Ilabaca, Camilo Eque, Camila Moreno, Juan Ayala, Ana Tijoux, Gepe, por nombrar algunos, hace que hoy se esté generando audiencia y que cada vez exista más interés por escuchar la música que, de alguna manera, también está acompañando los cambios sociales que hay en nuestros países. No somos ajenos a lo que ocurre y la gente poco a poco ha entendido que el arte como expresión de cultura refleja nuestras costumbres y cuenta lo que vamos convirtiendo en historia”. En el marco de la gira, los chilenos se presentarán hoy (26 de junio) a las 21 en el ND Teatro (Paraguay 918). Y luego visitarán Córdoba mañana (Cocina de Culturas) y el sábado (Río Arriba) en compañía del folklorista Raly Barrionuevo.
Las propuestas de Chinoy (Mauricio Castillo) y Nano Stern son ciertamente diferentes. Mientras el primero se aboca a una canción despojada de instrumentación, acústica, donde la voz es el elemento más notorio; el segundo propone una canción rica en instrumentos, arreglos y estilos musicales –desde el rock a los ritmos tropicales, pasando por la música andina y la trova–. La austeridad musical de Chinoy y el barroquismo, por definirlo de alguna manera, de Stern son precisamente los puntos altos de cada uno. Chinoy conmueve con su canción visceral, sus letras existenciales y su voz dramática, siempre al límite. Y Nano, en tanto, inquieta por su canción más abierta al entorno y anclada en la región, atenta a los faros estéticos como Violeta Parra y Víctor Jara. Pero, ¿qué los une? ¿Por qué una gira juntos? Nano pone en relación: “Con Chinoy hemos compartido trincheras desde el proyecto liderado por las Escuelas de Rock de Valparaíso, el canto y rescate de la tradición urbana. Siento que sus letras son geniales y desgarran más allá del timbre de su voz. Nos une la necesidad de cantar y expresar (para los que no conocen su faceta de pintura, los invito a descubrirla) y, como decía Patricio Manns, que el canto es como un volcán, una fuerza dormida que todo lo puede”. Chinoy, en comunicación telefónica desde Valparaíso, tampoco ahorra halagos para su compañero: “Nano es un artista excepcional y un músico de calidad internacional”.
Herederos de la tradición iniciada a fines de la década del sesenta por la Nueva Canción Chilena, Stern y Chinoy tienen otro punto de coincidencia: ambos se preocupan por encontrar tanto los silencios de la ciudad como de sus mundos internos. Lo hacen adentro y fuera de la canción. De hecho, Stern le respondió las preguntas a este diario vía mail, mientras se encontraba en un Vippasana, un retiro de meditación del silencio originado en la India. “Son diez días en que, como su nombre lo dice, te retiras a meditar y a estar en silencio –cuenta Stern–. Es un trabajo de disciplina para encontrar parte del equilibrio que se requiere cuando en el día a día nos vamos vaciando de energía. El éxito nos seduce y nos hace vivir en ‘exit’ hacia fuera. Lo que busco con estos espacios es volver al ‘inxito’, una palabra que no existe, pero que grafico como lo contrario al éxito, ir hacia adentro. Quizá eso resume todo esto, en el fondo, la tradición y la raíz son lo más verdadero que tenemos y para cantarlas sólo hay que saber buscar muy adentro nuestro.”
De igual manera, las canciones de Chinoy construyen un pacto con el público en donde el silencio se torna un elemento indispensable para generar sentido y dar lugar a la conmoción. El también compone desde ese lugar: “Hay espacios donde pareciera que todo es una canción, no se necesitan instrumentos ni cantantes ni profetas. Probablemente, el silencio sea la mejor canción. Por ejemplo, el silencio que hace uno en una caminata, al lugar donde sea, permite llegar a ese espacio que está adentro de uno, que paradójicamente también es de los demás. Me gusta esa canción. Es un lugar profundo y secreto a la vez”. Fue durante esas largas caminatas, esos viajes iniciáticos a los cerros de San Antonio –de donde es oriundo–, donde surgieron las primeras canciones. Hasta el momento, Chinoy cuenta con un disco en estudio (Que salgan los dragones, 2009) y otro en vivo (Chinoy en Bogotá, 2010). Y más de cien temas inéditos que se pueden encontrar en Internet. “Me gusta llevar el drama a los oídos de otros –resalta Chinoy–. Y también oírme, como si yo fuera un público más. La canción te conecta con lo más profundo. Es otro mundo que visito de vez en cuando y trato de hacer ese viaje cada vez que puedo. No creo que la música me represente del todo, sino que a veces llego a lugares adonde no sé qué estoy haciendo. Es una especie de posesión, algo extraño.”
Por su parte, Nano Stern publicó cuatro discos en estudio y dos en vivo. En su último trabajo, Cosecha (2013), recupera piezas clásicas del cancionero popular, como “Carnavalito del ciempiés”, del grupo de música infantil chileno Mazapán; “El cigarrito”, de Víctor Jara, y “Tonada de la luna llena”, del venezolano Simón Díaz. Y regala “La siembra”, una suerte de chacarera en coautoría con Inti Illimani. “En la tradición musical de los pueblos se puede encontrar la identidad, eso que hoy por hoy siento perdemos con tanta modernidad y globalización –entiende Stern–. Me interesa descubrir qué es lo que soy, aunque no lo tengo claro, pero día a día voy aprendiendo algo nuevo que no soy y quizás eso sea parte del camino para encontrar mi propia identidad musical, sin duda latinoamericana antes que nada. En cada viaje y oportunidad de compartir con músicos de otras latitudes uno recurre al intercambio de sonoridades, colores y timbres, pero al final del día decimos y musicalizamos los mismos temas cotidianos. Yo soy chileno y rescato la tradición de nuestra música popular desde un lugar más mestizo, en donde las fronteras geográficas no existen, por eso lo canto en ritmo de tonada, candombe, cueca o chacarera. Pero cuando lo canto lo hago con profundo amor y eso es un gran regalo.”
–Stern, en su último disco versionó “El cigarrito”, de Víctor Jara. ¿Es necesario tener presente a los grandes autores a la hora de hacer un camino propio?
–Víctor Jara y Violeta Parra son dos faros que guían, pero desde lo que fueron en la canción. Existe hoy en día un fenómeno de ponerlos “de moda”, una pose para vender a través de los souvenires estéticos que son sus frases y figuras. Yo le hago el quite a eso, son dos inspiraciones y fuentes permanentes en mi composición, tal como puede ser Led Zeppelin a la hora de usar la guitarra eléctrica en mis canciones. Víctor Jara en su Manifiesto dice una frase maravillosa: “Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”. Ser valiente no es necesariamente no tener miedo, ser valiente es no ser cobarde. Por eso mi luz en la senda es no perder esa herencia y honrarla en el escenario. En el último concierto de Jorge Drexler en Chile compartimos el escenario con una versión de “Me gustan los estudiantes”, de Violeta Parra, una canción con más de 40 años y que sigue vigente hoy. En esos días justo cuando Jorge llegaba a Chile, los estudiantes marchaban en la calle por una educación gratuita y de calidad. Por eso no planifico tener presente a los grandes autores, siento que los que son verdaderamente grandes están presentes porque trascienden los diferentes momentos.
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