MUSICA › LO QUE DEJó LA 31ª EDICIóN DEL FESTIVAL NACIONAL DE TANGO, EN LA FALDA
El encuentro que finalizó el domingo dejó varias postales disfrutables, que representaron múltiples posibilidades del género. Hubo notables actuaciones de Esteban Morgado, Osvaldo Piro, Tango a 3 Bandas y Raúl Lavié junto a la jovencita Lisette.
› Por Sergio Sánchez
Desde La Falda
La localidad cordobesa de La Falda no sólo se caracteriza por su clima cálido, su bello paisaje serrano o por las asombrosas historias que se tejen en torno del mítico Hotel Edén. Cada invierno, la ciudad enciende el bandoneón para realizar el Festival Nacional de Tango y recibir a visitantes y artistas de todo el país y la región. Organizado por la comuna local, el histórico encuentro tanguero celebró el fin de semana su 31ª edición y demostró una vez más que no sólo Buenos Aires baila y canta al ritmo del 2x4. En Córdoba, el género también pisa fuerte y crece año a año. De esta manera, el tango en todas sus formas y estilos se desplegó en el Auditorio Municipal Carlos Gardel: orquestas, cantores, dúos, cuartetos, tríos y grupos se repartieron durante tres jornadas, frente a un importante marco de público. La altura interpretativa del dúo Vitale-Baglietto, la fuerza vocal de Ariel Ardit, el atrapante espectáculo de Tango a 3 Bandas, el virtuosismo de Esteban Morgado, el sonido clásico de Osvaldo Piro y su orquesta y el futuro prometedor de Lisette fueron algunos de los puntos altos del festival. También se destacaron las actuaciones de los ballets Malajunta (Junín) y Valparaíso (Chile).
La figura del cantor tradicional estuvo bien representada por Ariel Ardit –acompañado por una orquesta dirigida por Andrés Linetzky–, Raúl Lavié y José Angel Trelles. Y entre las voces femeninas que se ganaron al público estuvieron Amelita Baltar, Adriana Varela y María José Demare, tres que llevan un largo camino recorrido y saben lucirse en el escenario. Cada uno con su impronta, transitaron un repertorio de canciones vinculado con autores de la vieja guardia o la denominada “etapa de oro” del tango, como Homero Manzi, Aníbal Troilo o Discépolo. Sin embargo, es notorio el auge de orquestas y grupos que se animaron, de la década del ’90 a la actualidad, a componer nuevo repertorio. Aunque el festival cordobés incluye a jóvenes exponentes del género, una de sus deudas pendientes es la de darles más espacio a nuevos creadores. No obstante, una de las actuaciones destacadas fue la de Ardit, quien supo formar parte de la orquesta El Arranque hace una década y luego emprendió un interesante camino solista. “Tengo 40, pero aún soy joven”, deslizó el músico, quien se llevó la ovación del público, pese a un desentendimiento sin relevancia que tuvo con la organización del festival y lo llevó a reducir su concierto.
A diferencia de otros festivales, éste se caracteriza por su muy buena organización: se cumplen los horarios pautados y las jornadas no son abrumadoras. Y la calidad artística no tuvo demasiados desvaríos. Se mantuvo un buen nivel. Sin dudas, el concierto de Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto fue uno de los más destacados. La dupla sonó mejor que nunca y recorrió clásicos que fueron compuestos por Troilo o pasaron por su orquesta: “Garúa”, “Nada”, “La última curda”, “Como dos extraños” y “Nostalgias”. “Es bueno volver a este lugar que antes tuvo tanto que ver con el rock. Todo pega la vuelta”, dijo Baglietto, en alusión al ya extinto La Falda Rock, que se hacía en ese auditorio. Otro que pasó del rock al tango –aunque de manera más decidida– fue Omar Mollo, uno de los encargados de la cerrar la última jornada, la del domingo. Mollo, ahora radicado en Holanda, hizo temblar su garganta con “Naranjo en flor” –tal vez la canción más interpretada del festival– y arengó al público como en sus viejas épocas rockeras.
Quien también hizo la diferencia fue el notable guitarrista Esteban Morgado y su cuarteto (Walter Castro en bandoneón, Quique Condomí en violín y Horacio “Mono” Hurtado en contrabajo). El músico y arreglador regaló una electrizante versión de “Libertango” de Piazzolla y también recordó a Troilo con “Responso”. Se lo vio agradecido por participar una vez más de “uno de los festivales más importantes del mundo”. El 11 de julio se cumplieron cien años del nacimiento de Pichuco y la fecha no pasó inadvertida por el valle cordobés. La noche inaugural cerró con un gran concierto de la orquesta de Osvaldo Piro, radicado en tierras cordobesas como tantos otros músicos. Piro, quien heredó uno de los bandoneones de Troilo, evocó a las antiguas orquestas e interpretó “Milonguero triste”, “La última curda” y “Desencuentro”.
Hay varias imágenes que podrían pintar lo que se vivió en el festival: el encuentro musical entre el experimentado Lavié y la joven multiinstrumentista y cantante Lisette (¡tiene apenas 14 años!), la versión visceral de “Malevaje” (Enrique Santos Discépolo) de Adriana “La Gata” Varela, la anécdota de María José Demare sobre la creación del tangazo “Malena” (Troilo-Lucio Demare) y el impecable set del dúo que integran el guitarrista Horacio Burgos y el bandoneonista Damián. Entre las presencias locales, fue interesante el set del joven cantor Carlos Habiague –pese al innecesario repertorio mariachi– y prometedor el concierto de Contramano Trío, quienes se animaron a mostrar una composición propia. Y salieron airosos. “Piazzolla nos enseñó a conocer el tango”, confesaron y cerraron con “Cité tango”, del bandoneonista y compositor. Un dato: “Naranjo en flor” es al tango lo que “Entre a mi pago sin golpear” al folklore.
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