MUSICA › JAMILA PUROFILIN PRESENTARA JULIO CORTAZAR SONGS EN EL TEATRO DEL VIEJO MERCADO
La cantautora cubana, deslumbrada por la poesía del autor de Rayuela, le puso música de bossa, blues, guaracha, son, tango o milonga. A partir de “Blues for Maggie”, se dedicó a detectar las que para ella tenían música y la conmovían.
› Por Cristian Vitale
El principio fue casi casual. Jamila Purofilin, cantante y compositora cubana, estaba recorriendo las calles de Santiago de Compostela cuando de repente se topó con la librería Follas Novas. No tardó mucho en entrar y menos en concentrar su atención en una de las novedades editoriales que exponía el sitio: Papeles inesperados, de Julio Cortázar. “Así reapareció él en mi vida, tras casi dos décadas de silencio. Me quedé mirando en la portada su cielo lleno de nubes”, introduce ella, cuyo fin allí era dar un concierto de boleros, en la plaza de Cervantes. “Estaba tan excitada que compré el libro y terminé días después saboreando el poema ‘Blues for Maggie’ en el Café Derby. Este poema me trasladó a mis tiempos de La Habana, cuando me contaron que Cortázar había quedado deslumbrado por una jazzista preciosa, afrocubana, llamada Maggie Prior. Lo leía y sentí la melodía, la cadencia del son, como una contestación al más viejo estilo de la trova, de ‘Ya ves’, la canción de Pablo Milanés”, amplifica Purofilin y se toma todo el tiempo del mundo en repasar puntillosamente –y en voz alta– aquella canción.
Como un adelanto, tal vez, de lo que después sería el disco Julio Cortázar songs, que presentará hoy, el sábado y el domingo, siempre a las 21, en el Teatro del Viejo Mercado (Lavalle 3177), y cuya impronta principal obedece a la musicalización –a su cargo, claro– de un puñado de poemas del vate de Bruselas, que el martes cumpliría cien años. Del mismo “Blues for Maggie”, por caso, pero también de otros que no le van en zaga: “La Patria”, “Los amantes”, “Saveit, pretty mama”, “Aftermath”, “Che, yo tuve un hermano” y “Cinco últimos poemas para Cris”, entre otros, expuestos en clave de bossa, blues, guaracha, son, tango o milonga. “En un momento dije para mis adentros: ¿y ahora qué hago con una sola canción? Esto debería ser un disco, como poco. Y comencé a leer en Internet, en libros como Salvo el crepúsculo, poesía de él, e iba detectando las que para mí tenían música y me conmovían. Fue un proceso muy anárquico, aunque ocurrió en un tiempo consecutivo de seis meses a lo sumo. Era como estar con él, jugando a hacer canciones”, explica la cantautora, que contó con la ayudita de dos guitarristas brasileños (Fred Martins y Paulo Lêmos) para arreglar, armonizar y completar las versiones. La de “Aftermath”, por caso, cuyo resultado final resultó una guaracha “de alto voltaje erótico y rítmico”, según Purofilin. O “La Patria”, que ella imaginó en clave de tango cantado por Susana Rinaldi. “En este poema, creo que Cortázar sintetizó lo mucho que sufrió su separación física de la Argentina en la que vivía, aun estando en París. Eso lo sabemos bien los emigrantes. Estás aparentemente en el país de acogida, pero sigues viviendo tu vida ‘del lado de acá’. Recordemos que de Rayuela, la primera parte se titula ‘Del lado de allá’, lo que significa que en París él, aunque logró integrarse, siempre se sintió extranjero”, enmarca la cantora cubana, mientras se instala en otro de los logros de la obra: “‘Che, yo tuve un hermano’ es, sinceramente, el tema que más me emociona. No sé si por cómo quedó o por la carga que implica hacer de este fabuloso texto una ‘milonga funky’. Creo que a los jóvenes de toda América latina puede gustarles”.
–Volviendo a “Blues for Maggie”, ¿qué hay de aquel lazo que une a Cortázar con Milanés a través de ella y cómo se hizo cargo usted de tal simbiosis?
–Pablo dijo en una entrevista que cada vez que se encontraba con Cortázar tenía que cantarle “Ya ves”. El conocía a Maggie Prior y se ve que en esa época, antes del ’68, vivieron el final de la bohemia habanera. “Blues for Maggie” fue el inicio y la mayor motivación para este disco. Mi amigo, el fallecido musicólogo Helio Orovio, autor del Diccionario de la música cubana, quiso presentármela una vez para hablar de Cortázar, por quien yo estaba fascinada como lectora, pero dejé pasar la oportunidad y me arrepiento. Creo que como yo era una chiquilla, tenía unos 21 años, temía que pudiera desmitificarme a Julio. El caso es que con el tiempo descubrí que fue una cantante y artista relegada y tuvo un final bastante triste. Hay una investigadora que acaba de publicar en su blog la primera semblanza sobre Maggie, y aunque no desea resaltar el vínculo con Cortázar, yo sí. A mí me gusta saber que una de las pocas mujeres jazzistas que hemos tenido en Cuba fue una de las musas de Cortázar.
Purofilin nació en 1967, en una casona gigante del barrio La Víbora de La Habana, donde creció pegada a Kary Kento, vocalista y maraquera de Les Chakachas, orquesta belga pionera del latin funk. “Kary fue mi tía postiza”, dice ella, que se graduó de periodista en 1993, trabajó en radio y televisión y –ya fuera de Cuba– montó una empresa de producción musical, que hace posibles sus conciertos y discos. “Soy básicamente autodidacta. A estas alturas me da un poco de vergüenza, pero soy sincera y digo que siempre he pateado la pelota para adelante. Se me plantean grandes preguntas por momentos, me encuentro con limitaciones que podría resolver seguramente, me imagino pudiendo clasificar qué es lo que acabo de hacer, desde un punto de vista técnico. Pero me llama la atención que casi siempre acierto al pedirles a mis compañeros músicos lo que busco.”
–¿Cuánto hay de ello en Julio Cortázar songs?
–Simple: para grabar estas ocho canciones se me ocurrió convocar a varios músicos que me gustaban, cubanos que viven en La Coruña, más Willy Mondeja, guitarrista y director musical de Purofilin (su grupo), a la cabeza. Tras pasarles las maquetas y trazarles unas ideas, grabaron tras un solo ensayo en la Igrexa da Universidade de Santiago de Compostela. Entonces este disco, en el que hay desde un blues muy sureño hasta una milonga, un tango, un bolero, una guaracha, un son y una bossa, está interpretado según yo lo siento desde el corazón de Cuba, como si lo hubiésemos grabado en un solar de Camagüey. Por mi parte puse todo el ‘filin’ de que soy capaz, pues es mi lenguaje a la hora de expresar la canción, cualquiera que sea.
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