MUSICA › SPIRITUALIZED PRESENTó SU VERSIóN “ACOUSTIC MAINLINES” EN EL TEATRO VORTERIX
Jason Pierce mostró el costado más gospel de su música, con la ayuda de su tecladista y cuerdas y un coro locales.
› Por Roque Casciero
La primera vez que Spiritualized pisó Buenos Aires, en 2008, Jason “Spaceman” Pierce y sus laderos hicieron que el público flotara en el espacio, se sometiera voluntariamente a los más deliciosos electroshocks y quedara en estado de trance (“espiritualizado”, por así decirlo), en conexión con alguna entidad superior que el cantante, guitarrista y compositor se obstinó en llamar “Dios”. La segunda visita fue diferente desde el vamos: en lugar de la banda completa, el domingo en Vorterix, Pierce presentó la versión “Acoustic Mainlines” de Spiritualized. Esto es, él mismo en guitarra acústica y voz, los teclados de Doggen, más un cuarteto de cuerdas y un coro femenino locales. Con sólo conocer el formato, estaba claro que Pierce iba a concentrarse en una de las facetas de Spiritualized, la que tiene que ver con el gospel, y que las demás iban a ser agraciadas por una mirada diferente. Ojo, nada de tratamiento unplugged común y silvestre, sino más bien un abordaje en el que lo espacial se hizo terreno y la electricidad, intracelular.
Ladies and Gentlemen: We are Floating in Space, de 1997, es la obra maestra de Spiritualized, un disco en el que todas las piezas del rompecabezas de la mente de Pierce encontraron su lugar perfecto. El hombre ya llevaba varios años produciendo grandes canciones, pero en Ladies and Gentlemen... estaban tanto ese muchacho que se dedicaba a “tomar drogas para hacer música para tomar drogas para” (ése es el nombre de un disco no oficial de Spacemen 3, su primera banda) como el que quedaba a centímetros del dios al que le cantaba desde siempre. A ese disco volvió Pierce hace unos años, por estas cuestiones de las giras aniversario, y eso –sumado a los efectos de unas pastillas para recuperar su hígado destrozado por otras pastillas– dio como resultado Sweet Heart Sweet Light, el álbum más reciente de Spiritualized. Una banda que ya no es tal, porque de los originales sólo queda el que verdaderamente importa: el propio Pierce.
El largo y flaco J. Spaceman (así firma sus discos) “es” Spiritualized. Es él quien está “espiritualizado” y quien lleva la buena nueva a todos los confines de la Tierra en los que haya un escenario y un sonido más o menos potable. Al fin y al cabo, uno de los significados de la palabra “gospel” es “evangelizar”. Pero, claro, por más que en el concierto cante “Walkin’ with Jesus” o pregunte “Lord, Can You Hear Me?” (ambas de Spacemen 3), el Evangelio según Jason Pierce quizá no sea apto para ninguna iglesia en la que se mire con malos ojos la ingesta de sustancias mientras se escucha a los Stooges. La buena nueva de Spiritualized tiene que ver con una personal ligazón con lo ultraterreno, sí, pero que parte de lo muy, muy terrenal: enfermedades, ansiedades, dolores variopintos, desconexión con los demás y con uno mismo, sonidos de confusión, corazones rotos y almas en llamas.
Pierce propone eso en sus shows “regulares” y ofrece una relectura en los acústicos. En el camino se pierde el sauna de lava eléctrico, que eleva la tensión al punto en que sólo flotar entre nubes puede hacer confortable el regreso a la Tierra. Queda, entonces, el hombre y (casi) lo primitivo para intentar la alabanza, el lamento, la desolación hechos canciones. Un hombre y su guitarra, pero uno con alma de productor, que entonces extiende los dominios de su instrumento y su voz a otros afines: la hermandad de las cuerdas, la calidez de un órgano, gargantas que multipliquen el mensaje. Desde el comienzo con “Sitting on Fire” hasta terminar con “Goodnight Goodnight”, Spiritualized Acoustic Mainlines se convierte en una experiencia trascendental, aunque con menos vaivenes emocionales –y por eso, con una pizca menos de interés– que los shows eléctricos de la banda. La relectura de Ladies and Gentlemen... (con cita a Elvis al final) no pone a flotar en el espacio, pero eleva unos centímetros los pies del suelo: es una levitación más consciente de que abajo está el piso y que probablemente haya vasos con restos de cerveza ahí mismo.
Incluso sin el tour de force habitual de Pierce y compañía, el concierto es un disfrute (por momentos interrumpido por ¿público? que se pone a hablar mientras los músicos tocan). “Stop your Cryin” y “I Think I’m in Love” (con el coro respondiendo en español) son grandes momentos, como una “Broken Heart” menos susurrada y más doliente. El cantante apenas musita un “gracias”, aplaude a sus laderos y vuelve al rito pagano de la música con “True Love Will Find You in the End” (cover de Daniel Johnston) o la monumental “Too Late”. La intensidad no pasa por subir el volumen, sino por la exposición del sentimiento casi en carne viva. Que eso produzca belleza es un plus emocional que siempre habrá que agradecerles a los artistas como Jason Pierce.
Músicos: Jason Pierce (voz y guitarra acústica), Doggen (teclados y armónica), Cecilia Carnero y Carla Mouchard (violín), Andrés Hojman (viola), Chowa (cello y dirección musical), Laura La Paz, María Belén Jaime, Belén Cabrera y Laura Escalante (coros).
Lugar: El Teatro Vorterix, domingo 24 de agosto.
Público: 1200 personas.
Duración: 1 hora y 30 minutos.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux