MUSICA › PEDRO AZNAR SE PRESENTARA POR PRIMERA VEZ EN EL LUNA PARK
El ex Seru Giran tocará canciones de toda su carrera que fueron votadas por el público, en un show titulado Aznar a la carta. Y pese a que se sorprendió por las elecciones de sus seguidores, cree que está representado por las que finalmente quedaron.
› Por Gloria Guerrero
Mañana será el primer Luna Park de Pedro Aznar.
O no.
“Para ser justos con la cronología, digamos que alguna vez ya toqué en el Luna: en 1999 habíamos estrenado en el Teatro Colón Caja de música (N. de la R.: poemas de Borges musicalizados por Aznar), luego fuimos de gira por todo el país y al año siguiente la parada final, en Buenos Aires, cayó en el estadio. Pero fue un show con auspicio, y gratuito para la gente, así que... Sí: mañana es mi primer Luna Park solista, hecho y derecho.”
Pedro Aznar desafía el clásico “Ojo con los Orozco”. Au contraire de León Gieco con todas las “o”, lo suyo es todo con “a”. Aznar a la carta: “El público vota las canciones que quiere escuchar”. Un recurso bendito que se le ocurrió a David Bowie a mediados de los ’90 y que Aznar tenía en mente desde hace cinco años; una empresa aparentemente perezosa para un artista, que bien podría desligarse así de decidir su lista de temas. Seguro que Aznar tuvo “un problema menos”.
O no.
“No. Para nada. Es como si la gente te diera poemas y vos tuvieras que armar el poemario, y ver cómo se traslada... No es menos, porque tenés que armar una hoja de ruta, una secuencia: hacer que el show tenga un lindo movimiento; armar todo un relato... No es fácil. Es tremendo.”
La gira Aznar a la carta (tramo local, porque también hay pata internacional) comenzó en el otoño en el Litoral argentino, siguió su ruta y, luego del Luna Park, llegará a Cuyo, al Noroeste y a la Patagonia. El concierto se armó (se editó) teniendo en cuenta las votaciones online de los fans a partir de una “rockola virtual” que ofrecía 169 canciones de Aznar como solista. Hoy, todos quieren saber cuáles fueron las elegidas; todos quieren saber qué se escuchará mañana en el Luna. Pero él no afloja, mantiene el secreto. ¿Y si se busca en Internet?
–Sí, algunos pocos pusieron la lista, pero... ¿sabés qué? Todos han sido muy gauchos; se portaron muy bien, muy bien. En otros shows, al minuto ya todos subían a las redes sociales la secuencia de canciones, pero en este caso estuvieron muy cautos. A alguno que otro la ansiedad le ganó, pero en general todos guardaron las sorpresas. Gracias (sonríe).
–¿Las sorpresas son los invitados?
–No.
–Míreme a los ojos y dígame con franqueza que no habrá ningún invitado.
–No habrá invitados. Read my lips. No guests. No se hagan ilusiones. Si vienen, sepan que van a ver al quinteto haciendo el show. El invitado, esta vez... es la gente. Porque la gente eligió lo que vamos a tocar.
–Es como El Gran Fogón: “Todas que sepamos todos...”
–Aun así creo que más de uno se va sorprender de, por lo menos, una buena parte del programa. Porque, y lo aclaro, la mitad son clásicos que “ya sabés que van a estar” y la otra mitad son cosas que votaron algunos... y otros no. Todos van a tener un poco de sorpresa. Eso está bueno.
–¿Qué le sorprendió a usted de la votación de los fans? ¿Cuáles fueron los pedidos que no imaginaba?
–No imaginé, por ejemplo, que votaran mi versión de “Como la cigarra” (María Elena Walsh, 1972); hacía por lo menos diez años que no la tocaba. Es una maravilla, himno de aquellos, pero no pensé que la tuvieran tan presente en mi repertorio. Sin embargo, el voto que más me sorprendió fue “Amar y dejar partir” (Quebrado, 2008), con música de Andrés Beeuwsaert y letra mía; la habíamos tocado poquitas veces, y en Chile... Una zamba me la puedo esperar más; suponete, “La pomeña”; digo: “Bueno, sí, claro, ‘La pomeña’, cómo que no... Pero, ¿tanta cantidad de votos para “Amar y dejar partir”? No me lo esperaba. Porque es una canción muy reflexiva, muy interior: habla del dejar irse a los demás y se mete con un tema difícil; es muy bella, sí, aunque no se me ocurrió que la gente pudiera pedirla tanto en un show de estas características... Pero acá está.
“Lo que algún día tuvo comienzo, tendrá fin; somos lluvias en un río de abril. Todo se marcha, todo nos deja seguir; es pañuelo que se agita, vivir. Cuando no estés, serás una sed, hebra de luz, en mi ser tu ser. Cuánto camino hicieron mis pasos aquí; hoy soy sólo los abrazos que di. La arena sabe amar y dejar partir; quién pudiera tan liviano fluir. Cuando no esté, me harás florecer en tu recuerdo, y seré.”
Y, de entre todas las más votadas, quedaron elegidas veinticinco.
O no.
“Creo que ahora estamos haciendo veintisiete. Daba pena dejar algunas cosas afuera... y la gente misma decía: ‘Che, veinticinco es muy poco, no me alcanzan, hagan más’ (sonríe, y va aflojando la lista). ‘A cada hombre, a cada mujer’, ‘Tu amor’, ‘Mientes’...”
Bastante Seru Giran. “Sí, pero Seru figura únicamente con las canciones que yo mismo compuse... o ‘Viernes 3 am’, que incluí en mi repertorio sólo porque invité a Charly a cantarla. Y ésa es la única excepción. Mi política es nunca tocar canciones de Seru Giran que no cantara yo; las de David (Lebon) no las toco si David no está conmigo. Muchas veces me invitaron a festivales o a eventos para que hiciera ‘Seminare’, y me negué. Es por David: él puede cantarla; yo sólo puedo canturrearla en un cumpleaños o en un bar mitzvah.”
–¿Hará alguna de sus célebres versiones de Spinetta?
–No. Después de Puentes amarillos (2012) decidí que no voy a tocar más canciones de Luis.
–¿Por qué?
–Porque eso fue una vez. Por una cuestión de respeto, esa obra yo no la vuelvo a tocar. Es algo personal.
–No quiere especular.
–Exactamente.
A Aznar no le habrá sorprendido que votaran “A primera vista”. O sí. O no. “Sí, pero no –cuenta–, porque después de tres meses de que ‘A primera vista’ quedara votada cabeza a cabeza con ‘Quebrado’, ¡al final ganó ‘Quebrado’!”, se asombra.
–Quebrado no es una canción (ni todo un disco) fácil...
–Hace poco, en un show en Carlos Paz, había tres pibas en el público que estaban como locas: eran como unas algas bajo el océano movido, en llamas, haciendo así (agita los brazos en alto) y el productor me dijo: “¡Sí, las chicas están cantando, felices, al miedo de morir!” (larga la carcajada). ¡Perdón! ¿¡Perdón!? “¿Vos escuchás lo que dicen las letras, para estar bailando?” Emmmm... tengo un público muy especial.
–Su versión de “Jealous Guy” (John Lennon, 1971) seguro que quedó en la lista.
–Sí, es la única canción que... la pegaste justo (sonríe). Es la única canción beatle, solista o no, que incluyo en el show, porque la pidió muchísima gente y es como... (susurra) “Che, ¿ésa no fue la primera de Quebrado?” Ponele. Y eso es como que le da un carácter de canción fuera de mi repertorio propio y habitual. Digamos que “Jealous Guy” es esta única arbitrariedad. ¿Por qué aparece un Lennon ahí, en el medio? Porque la gente la pidió tanto... y yo no me puedo estirar y decir que no “porque no sé qué”. Democracia.
No hay manera de que suelte la lista. Pero se infiere que lo único extraño que habrá fuera del repertorio, mañana en el Luna Park, será “Jealous Guy”.
O no.
“No, porque van a estar los bises. Los bises van a ser otra cosa.”
–¿Qué va a pasar en los bises?
–En los bises voy a cantar temas de otros autores que nunca antes haya tocado ni grabado. Sorpresa absoluta. Una sola te dejo adelantar: “Wild Horses”, de los Rolling Stones. Pero habrá cosas mucho más raras: una vez que ya te comiste el menú de veintisiete platos libres, viene un fernecito, por favor; un digestivo... Eso es lo que queda para los bises: la guinda del postre.
–¿Qué le divierte más de este show, habiendo dado tantos conciertos enormes con muchas de estas mismas canciones?
–Hay una electricidad especial en el aire. El público de Buenos Aires tiene como esa cosa explosiva y el Luna es un lugar tan grande, como de cancha... Sabemos que va a ser una noche vibrante. Eso va a volar.
–¿Recuerda cuando, al comenzar su carrera solista, decían que usted era “frío”?
–(Carcajada.) Sí.
–¿Qué pasó? ¿Al final se dieron cuenta los demás de que no lo era o fue usted quien entibió algo?
–También. Puedo entender por qué algunos lo dijeron entonces, a pesar de que me enojaba mucho y me parecía que no era justo. Y en parte fue muy injusto, pero en parte es entendible porque, suponete, lo que yo hacía en los ’80 a mucha gente le quedaba muy lejos de lo que veía habitualmente, y no lo podía empardar. “¿Dónde pongo esto? ¿Qué es esto?” Y pasaron dos cosas: pasó el tiempo, que ayuda a entender las cosas y ayuda a verlas con otra perspectiva, y además yo mismo fui madurando y mi propuesta se fue encaminando y redondeándose. La gente tuvo tiempo de pescar por dónde venía yo, y también yo tuve tiempo de pescar por dónde venía y de darle mejor forma, sacarle aristas más filosas, dejar algo más medular: quedarme con el jamón del medio.
–A la carta, armada por fans, es seguramente una buena manera de enterarse de cómo lo definen los demás. El reflejo que le devolvió su gente, ¿le parece adecuado? ¿Coincide con su propia percepción de su trabajo?
–Sí, está buenísimo; me parece que agarraron una muy buena parte de lo mejor. Cuando vos les pedís “¿Qué quieren escuchar?”, es como preguntarles “¿Qué ven? ¿Qué ven ustedes? ¿Cómo es el relato que ustedes arman de mí?”. Y eso es lo especial de este show. Ahora bien, si yo tuviera que mostrarle lo que hago a alguien que nunca me haya escuchado antes, creo que hay varios discos que me pintan de cuerpo entero, a pesar de que no estén puntualmente algunas de las facetas que, aun así, creo que todas están entrelazadas y conviven. Un disco como Quebrado se explaya mucho, en muchas áreas, y además es como un manifiesto, como si dejara en claro: “Yo vengo de acá”, porque están todos mis autores referentes. Pero Ahora también es un disco que me muestra de cuerpo entero como compositor, como intérprete y como arreglador.
–Lo pintan de cuerpo entero, en Cuerpo y alma...
–(Se ríe.) Cuerpo y alma (1998) es otro, también, sin duda. Lo mismo Mil noches y un instante (2013), a pesar de que ahí estoy solo. Y hoy tengo la alegría de poder decir esto: que en la mayoría de mis discos estoy representado, porque en todo lo que hago estoy entero. Aun cuando cante un tango y vos puedas decir: “Ah, ¿pero eso no es muy puntual?”. Sí, seguro, pero ahí llevo todo lo que soy. Está todo puesto en ese lugar, está el músico de rock ahí dentro, también, en la actitud, en la manera de entender la música. Por eso, cuando me preguntan: “Vos sos un músico... ¿de qué?”. De rock. “¿Y cómo es que sos un músico de rock si estás haciendo ‘La pomeña’, o un tango con Horacio Ferrer, o ‘Amor de juventud’?” Es que en todo subyace la estética de un músico de rock. El primer disco que tuve en mis manos, el primero del que dije “este disco es mío”, fue Revolver. Ese fue el inicio de todo, digamos, fue la puerta; es una obra llena de avenidas de posibilidades. Fundó en mí esta visión de que todo puede caber dentro del rock. ¿Por qué no?
–Volviendo a Quebrado, allí usted cantó: “Detrás de esta máscara hay un chico asustado: miedo de morir antes de saber vivir”. ¿Ha perdido un poco el susto? ¿Va manejando el miedo?
–Sí, diría que sí. Emmm... mirá: la mejor apuesta ante la finitud es cómo estás plantado en la vida. Porque la vida se termina para todos, obviamente, y la respuesta que le podés dar a ese corto espacio en el tiempo que te toca es cómo vivís. Y yo estoy tranquilo. Estoy haciendo lo que tengo que hacer.
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