MUSICA › PATRICIA MALANCA Y SUS VERSIONES TANGUERAS DE TEMAS DE SILVIO RODRIGUEZ
Aunque nadie te vea nunca conmigo, el segundo disco de la cantora, está dedicado íntegramente a la obra del cubano. Eligió, dice, las canciones más urbanas y nostálgicas del repertorio de Silvio, quien aprobó la iniciativa.
› Por Sergio Sánchez
“El tango se merecía a Silvio y Silvio se merecía tango”, sentencia la cantora Patricia Malanca y se le dibuja una sonrisa sincera. En su boca, las palabras “Silvio” y “tango” no parecen pertenecer a mundos diferentes. De hecho, están íntimamente entrelazadas en su historia personal. En su casa de Avellaneda, barrio tanguero y fabril si los hay, las canciones del cubano se mezclaban con las de Pugliese, Discépolo, Homero Manzi y tantos otros grandes autores. “Silvio es como el discurso paterno, una voz que me arrulla, que está permanentemente. Lo escucho desde que tengo quince años. La sensación es que fui apropiándome de lo que pensaba y que me ha ido hablando toda la vida”, cuenta Malanca. Entonces, no fue casual que su segundo disco, Aunque nadie te vea nunca conmigo, estuviera dedicado íntegramente a la obra del cubano. O, de modo más claro, se trata de un disco de canciones de Silvio Rodríguez de todas las épocas versionadas en ritmo de tango. Malanca confiesa que el pasaje no fue para nada forzado. “Yo tengo una particularidad: cualquier cosa que filtre, tamice o pase por mi voz, se convierte en tango, y eso tiene que ver con mi formación. Si hago una vidalita o un carnavalito, sale tango.” La presentación será hoy a las 21.30 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764).
El repertorio, según cuenta la cantora, tuvo que ver con buscar las canciones más urbanas y nostálgicas. “Otro criterio tenía que ver con abarcar los diferentes estilos que conviven en el tango –explica Malanca–. Los ritmos del tango no son sólo el 2x4, sino que hay diferentes escuelas y maestros, desde Pugliese hasta Piazzolla, pasando por el tango criollo de Gardel.” Con la producción y arreglos de Martín Elizalde, de Falsos Profetas, el disco consigue versiones realmente novedosas y se permite, de manera osada, cambiarle la piel a piezas que ya son parte del cancionero popular latinoamericano, como “Debo”, “El problema”, “Quién fuera”, “Canto Arena” (arreglos de Acho Estol), “Te doy una canción” (arreglos de Rafael Varela) o “Alguien”, convertida en milonga. “Es un gran desafío llevar a Silvio al ambiente del tango, que es muy conservador, y trasladarlo a esta bohemia porteña en donde hoy los artistas celebran, porque la cultura es un bien que en los últimos años fue apropiado por el pueblo”, resalta Malanca, quien también es psicoanalista. Y remata: “Que los chicos puedan cantar ‘El problema’, que dice ‘cuando hay juventudes soñando desvíos’, es una transformación social”.
–Silvio es transversal, atraviesa muchos géneros. ¿Siempre notó esa vinculación de su obra con el tango o esto surgió recientemente?
–No es una idea oportunista. Creo que es una idea oportuna. Estamos terminando un proceso político. Entonces, todos tenemos que usar nuestras armas. Hoy podemos usar la poesía, la metáfora, y Silvio es un arma para recordarnos, para recordarles, para poner las cosas en su lugar, para decir lo que se ha logrado, dónde estábamos y dónde estamos. Y creo que en su obra están esas preguntas. Silvio me evoca tango. Cada vez que escuchaba la trilogía Silvio (1992)-Rodríguez (1994)-Domínguez (1996) pensaba “¡acá hay tango!”. Cuando le mandé la maqueta de la versión de “Debo”, Silvio respondió que compuso esa canción para una película argentina. Le impactó la forma de la interpretación. “No sé si es por la voz de quien la canta, pero suena a tango”, dijo. Nos alentó a que siguiéramos adelante. Escuchó el disco entero. Hizo correcciones que fueron bienvenidas.
–¿Cree que el sentido de las canciones varía por el hecho de que sean cantadas por una mujer?
–Es muy difícil tomar distancia de eso. Yo me apropié de sus letras. En “Compañera”, Silvio dice que la canción es “virginal y ramera”, que se va con cualquiera. Desde ahí mismo me apropié de sus letras, músicas, poesías, que me parecen incomparables. Sentí que eran mías. Y como vengo cantándolo desde los quince años, nunca me pregunté cómo sería vivido como un hombre. Yo soy producto de esas letras también. Por otro lado, dentro del ambiente del tango hay una discusión: si está bien o mal cambiarles a los autores, que en su mayoría fueron varones, el género. En este caso, respeté el género. Pero cuando tengo que cantar un clásico arriba del escenario, a veces prefiero hablar de “la”; porque la mujer hoy se incorporó al mercado de trabajo, logró conquistas sociales y no es la misma mujer sobre la cual esos hombres escribían. Las mujeres hoy vivimos lo que vivían los varones del ’40, porque al entrar al mercado laboral, nos enamoramos de nuestro compañero de trabajo, nos divorciamos, después nos enganchamos con el jefe, que es casado. Entonces, vivimos traiciones, pasiones, amores, y nos vamos a llorar a los bares con amigas.
–¿Hay prejuicios todavía en relación con las mujeres? ¿Sigue buscando su espacio en el tango?
–Sí, hay prejuicios. La marca y el sello de agua que va a dejar el tango en estos años es una fuerte impronta de voces femeninas. Y eso tiene que ver con que esta década y estos últimos años el destino del país fue liderado por una mujer. Y además tenemos una ministra de Cultura que es cantante. Lloré como una nena cuando eligieron a Teresa. Pero falta algo: que se bailen más tangos cantados por mujeres. En las milongas, los DJ programan sólo tangos instrumentales o cantados por varones. El año pasado hice una movida para que se acostumbre a bailar tangos cantados por mujeres, porque el milonguero es el que arrastra el tango, el que lo lleva con los pies de un lugar al otro.
–En los fundamentos del disco usted sostiene que “el futuro más inmediato del tango está en la fusión con ritmos latinoamericanos”. ¿Ese es uno de los caminos para que el tango no se estanque y se siga moviendo?
–Estoy convencida de eso. Lo que podemos fusionar con ritmos europeos me parece que ya está agotado. Piazzolla fue el último que dio un paso más. El tango es producto de la inmigración. Y hoy en los conventillos, que tal vez son las villas, lo que se funde es música latinoamericana, de Paraguay, Bolivia, Chile, Ecuador. Para mí, el tango está vivo y el futuro está en la fusión con ritmos rioplatenses y latinoamericanos. Cuba también es una apuesta. Por eso este disco. No sabemos todavía qué puede surgir. La Chicana, por ejemplo, es vanguardista en ese aspecto. No es casual que Acho Estol participe en el disco.
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