MUSICA › CONCIERTO HERMANO SOL, EN LAS RUINAS JESUíTICAS DE SAN IGNACIO MINí
Bajo la dirección musical de Lito Vitale, y con la participación de Bruno Arias, Gabo Ferro, Chango Spasiuk, Ernesto Snajer, Yusef Husain Hallar y Tonolec, entre otros, el encuentro puso en escena canciones pertenecientes a diversas tradiciones religiosas.
› Por Sergio Sánchez
Desde San Ignacio
Arriba de un imponente escenario, Charo Bogarín, cantante de Tonolec, alienta con sus brazos al coro de niños y niñas de la comunidad Tava Mirí de Misiones. Juntos están cantando “Oreru”, una canción que el dúo –que completa Diego Pérez– compuso en lengua guaraní y que significa “Padre nuestro”. Pero esas voces ancestrales y propias de estas tierras no se escuchan en cualquier sitio. Lo hacen en las Ruinas Jesuíticas de San Ignacio Miní (o Ruinas de San Ignacio), un lugar histórico en donde los primeros misioneros de la Compañía de Jesús se instalaron hace 400 años para evangelizar a los indígenas americanos. Y luego la historia es conocida: aculturación, esclavitud, despojo y expulsión. Sin embargo, ese gesto musical –y muchos otros que se expresaron en el escenario– cobra otro sentido. Organizado por el Plan Nacional Igualdad Cultural –dependiente de los ministerios de Cultura y de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios–, el concierto Hermano Sol también puso en escena canciones de la colectividad judía, la cultura musulmana, la religión católica y la cosmovisión indígena. Fue un encuentro musical y cultural que se caracterizó por promover la diversidad, la tolerancia, la convivencia, la espiritualidad y la libertad de culto.
Salvando las distancias, el sábado sucedió un proceso de resignificación similar al que se generó en ECuNHi, la ex ESMA, porque los artistas llevaron alegría a un lugar en donde antes hubo sufrimiento. Bajo la dirección musical de Lito Vitale, la amplitud religiosa que se reflejó en el repertorio también tuvo su correlato a nivel musical. Sobre el escenario, la música popular y la académica se tomaron de la mano. La virtud de Vitale radica, entre otras cosas, en juntar a artistas de líneas estéticas variadas y lograr que en escena todo suene de modo armónico y equilibrado. “Me interesa que haya un concepto”, dice Vitale, acerca de estos conciertos gratuitos y colectivos en los que no hay bises, la lista se cumple de modo riguroso y cada músico toca una canción. Entre los músicos que participaron se puede reconocer una búsqueda que incluye a gran parte de ellos: el divorcio con la tradición, con el purismo. Es el caso, por ejemplo, de Juan Quintero y Luna Monti, Bruno Arias, Gabo Ferro, Chango Spasiuk, Tonolec, Aca Seca Trío, Marcelo Chiodi y Ernesto Snajer.
Ubicada a 60 kilómetros de la capital misionera, San Ignacio espera con ansias el inicio del concierto. De a poquito, familias enteras se van ubicando en las sillas y reposeras dispuestas para la ocasión. La temperatura es tan agradable como el humor de los pobladores. Mientras en Buenos Aires se cae el cielo, en Misiones todos –incluso los mosquitos– celebran los 18 grados. La puesta es asombrosa: un minucioso juego de luces alumbra el escenario y los dos bloques de roca conforman la típica postal de las Ruinas. En ese marco, Yusef Husain Hallar recitó el “Llamado a la oración”, de tradición musulmana, y más tarde Julia Zenko, junto al coro Tous Ensemble vocal, emocionó con el canto judío “Avinu Malkeinu” (Max Janowski). La ovación de la noche, tanto por talento como por localía, fue para el Chango Spasiuk, quien tocó su canción “Tierra colorada”. En tanto, Luna Monti y Juan Quintero se le animaron a “La vida mía”, de Leda Valladares, y Gabo Ferro versionó, con arreglos corales y orquestales, su tema “Volver a volver”.
Desde otro plano, también se destacaron las poderosas interpretaciones de Paula Almerares con “Requiem In D Minor”, de Mozart, y Darío Volonté con “Panis angelicus”, de Santo Tomás de Aquino. El único que hizo doblete fue Bruno Arias: cantó “Cóndor vuela” (Puchades Dulón-Carretero) y una original versión con charango del “Gloria”. “Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el señor hermano Sol, el cual es día y por el cual nos alumbras. Y él es bello y radiante con gran esplendor”, recitó el cura Juan Carlos Molina (titular del Sedronar), a la par de Arias. El texto pertenece a “Cántico del hermano sol”, uno de los escritos más famosos de San Francisco de Asís, en el que también se agradece a las “hermanas” Luna, Viento, Agua, Fuego y Tierra. ¿El cierre? Todos los músicos en el escenario cantando con Raúl Porchetto el clásico del rock argentino “Sentado en el umbral de Dios”.
“Es muy importante que se dé el cruce de religiones y creencias que conviven en esta tierra”, resaltó en conferencia de prensa la ministra de Cultura, Teresa Parodi, quien fue declarada visitante ilustre de San Ignacio. Y amplió: “En este concierto estamos reflexionando sobre el respeto y la necesidad de convivir en armonía y en paz con nosotros mismos, con nuestro hábitat, con lo que pensamos, soñamos y creemos”. Para Parodi, “las políticas de Estado tienen que mostrar, desarrollar y potenciar las expresiones culturales que se generan desde el pueblo”.
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