Dom 12.10.2014
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MUSICA › NENEH CHERRY HABLA DE SU NUEVO DISCO, BLANK PROJEKT

“La industria no es desafío”

A 18 años de Man, la cantante sueca regresa al ruedo con el colectivo CirKus: “Después de hastiarme del ambiente del pop, me siento más cómoda con la etiqueta de ‘artista experimental’”, dice, a la vez que manifiesta su preocupación por el rebrote racista en su país.

› Por Yumber Vera Rojas

Desde Barcelona

A Neneh Cherry le bastaron un viaje a La Habana y la oleada de noticias sobre la región que en los últimos años inundaron su Estocolmo natal para comprender que, además de Africa, el futuro no sólo de la música, sino también de la humanidad, está en América latina. “Me excuso porque me gustaría saber mucho más de lo que pasa allá –expresa la cantautora de 50 años–. Pero no es un secreto para nadie que, más allá de las dificultades políticas, económicas y sociales que padecen, los latinoamericanos poseen un espíritu inquebrantable, al igual que una riqueza cultural inagotable.” Todo lo contrario a lo que sucede actualmente en su país, así como en algunas otras partes de Europa, donde la bronca y el resentimiento orquestan una campaña para dividir a la sociedad. “Estoy preocupada por el fascismo que brotó en Suecia. Aunque siempre fuimos muy liberales, los problemas que estamos atravesando dieron pie a la creación de estos grupos políticos. Al principio no pensé que trascendieran, sin embargo se hicieron fuertes y populares.”

Si bien es cierto que el mundo cambió radicalmente desde que hace 18 años publicó Man, su último álbum en solitario, Cherry, aun cuando tampoco sea la misma chica que en la tapa de ese trabajo apelaba al cinismo a través de una trompita pueril, todavía preserva su temperamento iconoclasta. Heterodoxia que quedó demostrada en el flamante Blank Projekt, disco que, antes que recuperar a una estrella en caída libre, la confirma como uno de los tótem de la modernidad sonora. “Durante este tiempo, me mantuve componiendo, generando música y colaborando con otros artistas, quizá desde un lugar más invisible”, explica el icono sueco, quien en ese hiato de casi dos décadas armó junto a su marido, el productor inglés Cameron McVey, y Tyson (la segunda de sus tres hijas) el colectivo de trip hop CirKus, con el que grabó dos discos. “Después de la muerte de mi madre, en 2009, sentí que había llegado el momento para hacerlo, y no porque deseara expresar nostalgia, sino debido a que me parecía que era una buena oportunidad para representar el presente.”

Y es que justamente así suena Blank Projekt: a 2014, lo que también fue posible gracias a la dirección musical de Four Tet (alter ego del productor Kieran Hebden, que actuará en Buenos Aires a fines de noviembre), cuyo don visionario lo convirtió en una figura clave de la electrónica actual. “Es increíble trabajar con un artista al que admirás”, apunta Cherry, quien, tras plasmar con el trío sueco de free jazz The Thing el maravilloso disco de covers The Cherry Thing (2012), conoció en un festival en Noruega al artista inglés, al que le encargó un remix de ese repertorio. “A partir de ese encuentro, nos mantuvimos en contacto y comenzamos a intercambiar tracks. Pero me di cuenta de que el proyecto era real luego de que se sumaran Tom y Ben, integrantes del grupo Rocketnumbernine. Así que al momento de entrar a grabar en Woodstock, en una antigua iglesia, y a lo largo de cinco días, el material estaba prácticamente listo. Se trató de una experiencia inspiradora y renovadora, porque esas diez canciones recrean fielmente el instante en el que fueron concebidas.”

A pesar de que no se encontraba entre los planes de su cuarto álbum solista –al punto de que lo grabó a último momento–, el spoken word “Across the Water” sube el telón de Blank Projekt, trabajo en el que la artista deslumbra con el prontuario de estilos de los que terminó convirtiéndose en uno de sus referentes. Aunque en esta producción, donde menos es más, y en la que la improvisación y la disciplina están en constante tensión, ni el trip hop, ni el hip hop, ni el post jazz suenan a lo que fueron antes. Lo que evidencia un tema como “Out of the Black”, para el que prestó su voz su compatriota Robyn, quien, al igual que el resto de la actual avanzada musical nórdica, ostenta en su ADN ese pop fresco, lúdico, reflexivo y personalista (más preocupado por flirtear con la vanguardia que por agradar al público) que patentó Cherry, pero por el que pagó un precio muy alto. A tal instancia, que tras la resonancia de “7 Seconds”, hit de Man a dúo con el senegalés Youssou N’Dour, prefirió renunciar a su estrellato frente a la posibilidad de transformarse en la nueva Janet Jackson.

“La industria musical no me provoca demasiado desafío”, afirma la exponente que dejó la secundaria para liderar en Londres, en 1980, el grupo de post punk Rip Pig & Panic. “Después de hastiarme del ambiente del pop, me siento más cómoda con la etiqueta de ‘artista experimental’.” Lo que confirmó momentos antes de atender a esta entrevista, durante la presentación de Blank Projekt en la Ciudad Condal, donde, además de disparar varias consignas políticas y feministas, revistió la electrónica de la parquedad y la exquisitez instrumental del jazz. No obstante, considerando su abolengo, este arrebato no sorprende. Y es que su padrastro es nada menos que el trompetista Don Cherry, nombre imprescindible en la vanguardia jazzística: de él Neneh no sólo tomó su talento sino también su apellido, luego de que su madre, la artista plástica sueca Moki Karlsson, se separara en los sesenta de su padre, Ahmadu Jah. Un hijo de un jefe tribal sierraleonés más abocado a tocar la batería que a sus estudios de ingeniería en Estocolmo.

Aunque asegura que no forma parte de ninguna escena, Cherry, quien se revela como una mujer sencilla, risueña y dulce, advirtió la aparición del trip hop en su disco debut, Raw Like Sushi (1989), en el que además colabora el entonces ignoto Robert Del Naja, líder de Massive Attack, banda fundacional del género. “Quizá porque era muy joven en ese entonces, me parece que fue una época maravillosa –reconoce–. Hay algo especial en ese sonido que no sé explicar. Supongo que su originalidad tiene que ver con que Bristol es una ciudad portuaria en la que se cruzan muchas culturas. Hace algunas semanas regresé ahí para tocar, y fue muy lindo.” Pese a que no se atreve a prever si pasarán otros 18 años hasta que lance su próximo disco solista, este ídolo nórdico de piel canela, igual de influyente que Björk en la música de la última década, por ahora se dedica a disfrutar de este buen pasar. “No se imagina el placer que me da expresarme, por lo que, si bien el discurso de mi música es muy libre, no estoy acá para decir lo que hay que pensar.”

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