Mar 08.08.2006
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MUSICA › LEOPOLDO FEDERICO FESTEJO EN EL COLON

El tango se vistió de gala en una noche a toda orquesta

El notable bandoneonista, director y compositor celebró sus 50 años de trayectoria. Hubo emoción y grandes momentos tangueros.

› Por Karina Micheletto

“¡Qué polenta Leopoldo, a los 80 pirulos!”, dice –casi grita– un fana tanguero por los pasillos del Colón, con una mezcla de envidia y admiración. El concierto acaba de terminar y deja esa sensación: el de un ventarrón vital, que se envidia y se admira, capaz de seguir renovando el género desde el gesto rupturista de mantener una de las últimas orquestas típicas dotándola de arreglos admirables. Leopoldo Federico festejó los 50 años de su orquesta en el Teatro Colón y, por qué no, comenzó a celebrar los 80 que cumplirá en enero próximo. El festejo –a todo trapo, con el aporte de invitados como Horacio Molina, Susana Rinaldi, Horacio Ferrer y José Colángelo– se vio algo empañado por microfonistas que por momentos lograron lo que parecía imposible: que el Colón sonara mal. Leopoldo Federico batalló estoicamente con su única arma sobre la rodilla. Pero a medida que pasaron los temas la cosa fue mejorando y Federico se fue soltando, hasta corporalmente. Hacia el final, con una versión de “La cumparsita” incluida, quedó claro por qué el tango –o mejor dicho, algunos tangueros– parecen guardar el germen de aquel espíritu potente que reivindicaba para sí el rock and roll.

La de Federico es una orquesta que reúne a tres generaciones. Está el bandoneonista Antonio Príncipe (“mi amigo inseparable desde hace 60 años”, dirá Federico), un cantor como Carlos Gari, y grandes intérpretes de la generación siguiente como Nicolás Ledesma o Carlos Corrales. Federico ha definido esta formación como una suerte de familia primorosa que lo cuida y lo alienta a seguir, más allá de recaídas personales. Algo de eso se escucha en lo sólido de la formación que recorre un repertorio de grandes clásicos de Di Sarli, Bardi, Troilo o Cátulo Castillo con arreglos que los hacen decir nuevas cosas. Sorprenden, en especial, los arreglos de “Naranjo en flor”, con lucimiento de la fila de violines.

El concierto incluyó un par de pasajes de homenaje a distintas épocas de la carrera de Federico. Su unión con Grela fue recordada con Hugo Rivas y Amílcar Valeriani. El dúo de guitarras se sumó al bandoneón para hacer “A la guardia nueva”, y para una demostración de virtuosismo en “Romance de barrio”. Otro homenaje, esta vez al trío de Federico, sumó a Horacio Malvicino, Juan Pablo Navarro y Enrique “Zurdo” Roizner, con quienes hace unos años Federico grabó A Piazzolla, en la renovación de “Buenos Aires Hora Cero” y “Viyuya”, de Piazzolla, y de “Cabulero”, de autoría del propio homenajeado. Para evocar los tiempos en que Federico estuvo junto a Julio Sosa llegó el maestro José Colángelo, recreando clásicos como “Racing Club”, “La bordona” y “Adiós Nonino”. A modo de alusión a las numerosas giras por Japón, llegó la pareja de María y Carlos Rivarola. Y para recordar las épocas de Federico junto al Octeto Buenos Aires de Piazzolla llegó Horacio Ferrer, quien recitó los versos de “Mi loco bandoneón”.

Antes de la presentación de la orquesta, Horacio Molina rompió el hielo junto al guitarrista Jorge Giuliano. Luego, en su rol de invitada, Susana Rinaldi interpretó “Che bandoneón” y “El motivo”, y convenció a Federico de que presentara a su orquesta. “No pensaba decir una sola palabra”, refunfuñó Federico, pero accedió, aclarando: “Si anduviera bien el micrófono, me quedo hasta mañana”. No será la única vuelta de Federico en el Colón, ya que el músico integra la Selección Nacional de Tango y el Café de los Maestros reunido por Santaolalla, dos formaciones superestelares del tango que pasarán por este teatro. El concierto de la Selección Nacional de Tango previsto para el lunes próximo fue suspendido (será reprogramado próximamente), pero habrá otro concierto de esta formación, el domingo 8 de octubre, junto a Rubén Juárez. Antes, el jueves 24 de agosto, el Café de los Maestros tendrá a Federico entre sus filas. “¡Te queda chico el Colón, Leopoldo!”, le gritaban sus fans desde los palcos, con la emoción del caso. A los 79 años, Federico sigue al frente de su orquesta, con esa vitalidad que provoca una mezcla de envidia y admiración. Escucharlo es un placer, en el Colón o en cualquier otro escenario.

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