Sáb 06.12.2014
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MUSICA › GUAUCHOS, NDERAMIREZ, BENITO MALACALZA Y KING COYA TOCAN EN EL FESTIVAL MAMBORETA

De raíz, pero con el bombo electrónico

El sello formoseño Mamboretá Records nuclea a artistas que cruzan el folklore con la pista de baile y armó el festival con la intención de dar a conocer una movida que, dicen sus integrantes, tiene más aceptación en el interior y en el extranjero que en Buenos Aires.

› Por Sergio Sánchez

Más allá de las definiciones y los tradicionalismos, la música de raíz folklórica argentina parece gozar de buena salud. Es que surgen naturalmente en todo el país generaciones de músicos dispuestos a ampliar (o desplazar) los límites del folklore; es decir, aportarle elementos contemporáneos a los que ya existen. Desde el noreste del país, la región del Litoral, viene haciendo ruido desde hace un tiempo una camada de bandas y artistas que dan rienda suelta a la libertad artística. Nucleados en el sello formoseño Mamboretá Records, Guauchos, Nde Ramírez, el bonaerense Benito Malacalza y King Coya (en condición de invitado) serán los protagonistas de un festival que promete “zapateo en zapatillas, bombo electrónico y chacapogo”, pista de baile y mucha psicodelia. “Después de un tiempo de girar por la región, nos dimos cuenta de que en Formosa estábamos los Guauchos y Nde Ramírez como dos bandas casi solitarias en su género. Entonces, nos pareció más interesante armar de una escena y un sello, para que el relato tenga más fuerza. Y así nació Mamboretá”, cuenta Lucas Caballero, guitarrista de Guauchos. La intención del desembarco en Buenos Aires es dar a conocer estas propuestas a la “prensa, a otros públicos y encontrarnos con otros artistas”. Es que este tipo de música, consideran, no recibe el respaldo necesario de los productores ni de los medios. El Festival Mamboretá se realizará hoy a las 20 en Palermo Club (Jorge Luis Borges 2454).

Gaby Kerpel, quien se pondrá el traje de King Coya, no forma parte del sello, pero se sumará al festival con su propuesta musical, en la que cruza cumbia, folklore y música electrónica. “Gaby es un precursor en este tipo de movidas”, reconoce Benito Malacalza. “Mi encuentro con el folklore vino desde el lugar de la tecnología. Encontré muchas cosas que se adaptaban bien y el resultado era algo nuevo, no parecía una mezcla”, considera Kerpel. “En 2008, cuando aparecieron las fiestas Zizek, empecé a hacer DJ sets muy basados en la cumbia colombiana, que tiene un groove increíble. Empecé a hacer remixes y ahí nació King Coya, que es folklore para la pista de baile. No para el baile folklórico tradicional, sino para la pista.” Sin embargo, Kerpel resalta que los artistas del sello Zizek tuvieron más aceptación en el interior del país que en Buenos Aires, además de que les fue muy bien en Europa. “Acá, si bien hay una movida, siempre cuesta mucho que la gente lo disfrute más relajadamente. Los chicos que salen una noche a bailar escuchan otro formato de música. La mayoría de las veces que toqué en las fiestas Zizek, el sesenta por ciento era extranjero. Pero cuando voy a tocar al interior, el folklore es algo más cotidiano y la gente lo disfruta mucho más, sin tanto prejuicio. Y lo electrónico les resulta algo muy interesante.”

–¿Es menos prejuicioso el público de las provincias con este tipo de propuestas que el de Buenos Aires?

Gaby Kerpel: –No es que sienta que el público de Buenos Aires es prejuicioso, pero te das cuenta a través de los años que cuesta mucho que asista a los recitales. En realidad, es un círculo bastante cerrado: es gente que se dedica exclusivamente al folklore. Incluso, si escuchás la radio, en los programas especializados en música electrónica argentina, nunca entramos Tremor, Chancha Vía Circuito, ni yo ni nadie que esté haciendo música electrónica con raíz folklórica. Los pibes lo ven como algo raro o alternativo, no piensan “voy a bailar con esto”. Me sigo asombrando que todavía veo notas sobre folklore electrónico y hablan de la “música del futuro”: ya tiene más de diez años la movida. No se acepta como si fuese realmente una ampliación o continuación de la música de raíz. Y en las provincias creo que sí.

Benito Malacalza: –No soy sociólogo, pero si vas a una peña te encontrás con los clásicos, nomás. Les cuesta a los artistas nuevos presentarse en una peña común. El público se queda en los cuarenta grandes clásicos del folklore y cuesta moverlos de ahí. En Brasil y Bolivia hay una fusión total. Me parece que a la Argentina en algún punto le falta sumar la música popular a la contemporaneidad. La evolución del folklore tendría que ser más natural. Hay un estancamiento, pero no sé quién lo patrocina. No hay una discusión profunda sobre las nuevas músicas populares. Falta actualización de los medios y la gente que tiene el poder sobre la música que se escucha.

G. K.: –Salvo a La Tribu o Radio Nacional, no hay muchas radios a dónde ir. Es una cuestión comercial y empresarial. Muy pocas radios piensan en las nuevas expresiones.

Lucas Caballero: –A la disquería Mercurio (un proyecto autogestionado por músicos) vienen productores europeos, se llevan diez discos y luego hacen tocar a esos artistas allá. Hay otro interés, otra forma de hacer las cosas. Los productores acá no se animan a abrir el juego y tenemos que quebrar esa lógica, por eso hicimos Mamboretá. De repente, conocimos a un montón de artistas a los que no les interesa ser famosos, sino que les importa manifestarse, como los Saltimbankis (de Corrientes). Son artistas desprejuiciados y eso los hace más libres. Todas estas bandas generaron una apertura en la región. El folklore, como lo entendemos nosotros, tiene mucho rock. Eso se infiltró en la filosofía, lo sacó de lo telúrico y lo puso más sanguíneo.

“La mezcla, en mi caso, se dio naturalmente”, cuenta Malacalza, quien pasó por bandas de punk y trash. Pero en su ADN siempre sobrevoló el folklore: “Mis viejos son del campo y desde los 5 años escuchaba a Yupanqui y a Larralde”, recuerda el cantor y compositor nacido en Carmen de Areco. “En mi casa, los discos se escuchaban en silencio. Y me crié con eso. La música no era un relleno, era fundamental. Vos escuchás a Cafrune y no te deja lugar para que boludees y hagas zapping. La mística del folklore es tan o más poderosa que la del rock. Lo tribal del folklore es muy valioso. En los suburbios está lleno de pibes criados por padres que vinieron del interior, porque allá no podían laburar; son pibes que tienen la misma fusión en la cabeza, pero a veces la subliman porque creen que el folklore es grasa”. Y Kerpel interrumpe: “Capaz, como es gente que vino a buscar otro tipo de vida a la ciudad, el folklore les remite al pasado y les recuerda la pobreza”. Malacalza remata la idea: “Es triste no poder rescatar tu naturaleza, tu esencia, el lugar de donde venís. Eso es lo que rescata Mamboretá. Somos hijos de este lugar y tenemos una música súper poderosa. Estaríamos locos si la escondiéramos”.

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