MUSICA › FER ISELLA Y PABLO DACAL PRESENTARAN SU DISCO LOS CAMINOS
Se conocieron durante las luchas por los lugares para tocar y en varias tertulias elaboraron “ideas en común sobre el arte, la música y la cultura”. El álbum fue el paso siguiente, grabado con voz y piano, y con algunas composiciones conjuntas.
› Por Cristian Vitale
Una voz y un piano. Letras y unas músicas. Dos tipos al borde de los cuarenta, un disco digital (Los caminos) que será expuesto por primera vez en público, hoy y mañana a las 19, en la Manzana de las Luces (Perú 272). Y un contexto. “Nos conocimos al calor de las luchas por los lugares para tocar, por la música en Buenos Aires que, luego de mucho hacer, determinaron la creación del Instituto Bamusica”, arranca uno de los tipos, Fer Isella, mientras el otro, Pablo Dacal, completa el marco: “Desde entonces hasta ahora mediaron varias tertulias en las que elaboramos ideas en común sobre el arte, la música y la cultura. Sobre qué hacer”. El contexto, entonces, determina la juntada. Explica, mediante una vía posible y contundente, el trabajo musical conjunto que se resuelve en once piezas. En once minimales y austeras canciones cuya autoría se divide casi en partes iguales (tres de Isella, cuatro de Dacal y tres de ambos), más un plus que unifica la intención: la bellísima “Cajita de música”, de José Pedroni y Damián Sánchez.
Puntualmente, la idea de hacer un disco nació de un ciclo de Dacal, que participó a varios pianistas, y entre ellos a Isella hijo. “Cuando terminó ese concierto quedamos muy entusiasmados, la vibración había sido alta y teníamos ganas de ir más allá. El resto fue una cena, un piano, acordes y mi libreta para tirar palabras”, evoca Dacal sobre el minuto cero del disco. “Creo que fue un desafío, sobre todo para Pablo... Encontrarse con una instancia donde había tanto vacío, donde no tenía que agarrar la viola y acompañarse, donde estaba dependiendo de una sola persona, con un formato que nunca había experimentado. Y fue impresionante. Se la recontra rebancó como crooner... y a mí me facilitó muchísimo las cosas. Por otro lado, creo que es un disco innovador desde lo tradicional”, extiende Isella, sobre otra arista –concatenada, claro– de Los caminos.
Si bien este trabajo sigue cronológicamente a Cosecha y a El corazón es el lugar –últimos trabajos de Isella y Dacal, respectivamente–, se distancia de ambos en términos estéticos. Sobre todo en el de Dacal, cuyo eje instrumental había girado sobre un grupo de guitarras criollas. “Los caminos tiene mucho de dualidad, de cruces de caminos muy hermosos que desconocíamos, caminos complementarios. Y también con la idea de café concert, que le gusta tanto a Pablo”, sostiene Isella. “Muchas de las cosas que terminaron en los títulos fueron como pequeños símbolos que fueron apareciendo en nuestra relación. Y creo que tuvimos la certeza de interpretarlos en su debido momento. El título del disco fue un mensaje de texto que Fer me mandó hace tres meses. Ahora, si me pregunta por qué... no lo sé”, ríe Dacal, sobre significantes inconscientes que tal vez se extiendan hacia otra de las canciones que lleva las dos firmas: “La embestida”. “Durante un almuerzo estuvimos hablando un montón sobre la violencia que todo hecho artístico tiene... La embestida no contra algo, sino como una energía en sí. Y ahí lo compusimos. Fue después de comer, en media hora y pegado a ‘Banderas’, la otra canción que hicimos juntos”, cuenta Dacal.
–¿Qué peso específico tiene “Cajita de música” para que sea la única versión “ajena” de un trabajo casi totalmente compuesto por ustedes?
Pablo Dacal: –Es una canción que siempre quise hacer y nunca la había abarcado. La recuerdo de los vinilos que había en casa cuando era chico y, como es una canción que cantaba César, el padre de Fer, además de ser tan bella, me pareció un buen juego hacerla. Además, es una canción de otra generación, que nos lleva a entender otros momentos de nuestra historia.
Fer Isella: –Para mí fue re heavy metal (risas), pero al mismo tiempo la supe abarcar de otra manera con él. No me recuerda a cómo la tocaba con mi viejo, quiero decir. Y por suerte, porque eso la impregna de otra época, y no deja vivir el momento in situ. La verdad es que me sanó mucho poder tocarla con Pablo.
–Sus tres suites para piano, Isella, se desprenden de esa versión. Hay una continuidad...
F. I.: –Sí, por sugerencia de Ulises (Conti, el productor), que nos hizo sacar cosas y poner lo mínimo y necesario, por alguna razón que no sea descabellada. Ulises me dijo “laburá con esta célula, que viene desprendida de la introducción de ‘Cajita de música’”, y surgieron esos momentos. Creo que las tres suites son un ensueño y eso lo laburó él. Son como pinceladas.
P. D.: –Ulises fue el editor de todo esto. El que pudo ver ese mambo desorientado pero a la vez muy firme que teníamos y escribir un texto con eso... Ese texto es el disco. Fue interesante también tener alguien con una versión tan cinematográfica, tan amplia, y no tan técnica o musical. No se habló de intervalos y alteraciones, se habló más de matices, de formas.
–Entre las suyas, Dacal, sobresale la nueva versión de “El artista popular”. ¿Qué tiene para decir sobre ella?
P. D.: –Creo que es una reformulación de la idea de lo popular. Siempre que hablo de ella me encuentro con esto... ¿Lo popular es un tipo famoso?
–Larguísima discusión, y nunca zanjada, además.
P. D.: –Para mí, se puede repensar lo popular desde alguien que atraviesa la vida del pueblo, que toma la música como su oficio y vive por, de y para ella. La canción pone en juego esto, y me parece que nosotros somos eso.
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