MUSICA › ISMAEL SERRANO ANTE LA SALIDA DE LA LLAMADA, SU NOVENO DISCO DE ESTUDIO
El cantautor madrileño manifiesta en varias de sus nuevas canciones sus inquietudes en torno del futuro de una España golpeada por la crisis. “Quise hacer ‘una llamada’ para buscar los lazos necesarios para luchar por los derechos”, dice.
› Por Sergio Sánchez
2014 no fue un año más para Ismael Serrano. El cantautor español cumplió 40 años y fue padre por primera vez. Esos dos hitos, dice, le permitieron hacer un balance sobre su vida y reflexionar sobre el mundo que heredará su pequeña hija Lila. “Caigo en la cuenta de que tengo más preguntas que respuestas. Me cuestiono a mí mismo, me tomo menos en serio y trato de despojarme de la solemnidad que a veces me distancia de la realidad”, baja al llano Serrano, en gira promocional de La llamada (2014), su noveno disco de estudio, tal vez el más latinoamericano de toda su obra. “No sé nada o casi nada de la vida, apenas sé escribir mal un soneto”, canta en “Apenas sé nada de la vida”, la canción que abre el disco. Es que la mayoría de las canciones desnuda de manera transparente los sentimientos del cantautor madrileño: las inquietudes en torno de su reciente paternidad y su profunda preocupación por el futuro de una España golpeada por la crisis social, política y económica. “La llegada de mi hija reafirmó mis convicciones ideológicas –enfatiza–. Hay que dar lugar a nuevos actores políticos que quieren dar su visión del mundo y propongan otros modelos. Entre las pocas enseñanzas que le puedo dejar a mi hija es el hecho de no perder la inquietud y huir de la resignación y el inmovilismo.” De esta manera, el nombre del disco convoca a “asumir el protagonismo que nos corresponde y generar espacios de encuentro”, explica el músico.
“La idea es celebrar que estamos juntos, que cuestionamos la realidad difícil que nos toca vivir y que estamos anunciando un tiempo nuevo. Así ocurre en España: la ciudadanía se mira a sí misma como nunca lo había hecho. Es verdad que la derrota deja enseñanzas, pero ya basta de lamentos. En la música uno puede adoptar una pose de perdedor que puede resultar estéticamente atractiva, pero creo que es otro el mensaje que hace falta en una España que está necesitada de recuperar la autoestima”, entiende. Y, desde un enfoque musical, el título hace alusión a las tradicionales “llamadas” del Carnaval uruguayo, “que llaman a ocupar la calle, a celebrar la fiesta, a participar, pero haciendo que la calle sea el patrimonio del ciudadano, del vecino y la vecina que se suman a la murga, al pasacalle rítmico que va recorriendo la ciudad”. Si bien Serrano considera que no se trata de un disco “rupturista”, lo cierto es que a la hora de componer se centró más en el ritmo que en la armonía y la melodía. “Nunca había compuesto desde el ritmo. Nunca había grabado un disco de esta manera. El ejercicio fundamental fue encontrar un ritmo que le diera al texto la contundencia que merecía. Entonces, empecé a buscar secuencias, loops, percusiones, elementos rítmicos que me ayudaran a construir la canción. Y acudí a lo que siento como el patrimonio más cercano: la música tradicional latinoamericana. Los ritmos de este continente, que son un crisol de culturas donde confluyen la tradición de la música española, la autóctona y la africana.” De este modo, el madrileño se pasea por el son cubano, el candombe, la bachata y hasta aires de reggaetón,
A fines de diciembre, el cantautor convocó a cientos de seguidores en el Obelisco y en Caminito para registrar imágenes para su segundo corte de difusión, “Rebelión en Hamelin”. El primer video que circuló fue el de la canción que da nombre al disco, “La llamada”, que retrata la historia de la Cooperativa Gráfica 22 de Mayo, de Avellaneda, recuperada por sus trabajadores en 2012. “La canción no habla tanto de lo ocurrido en Argentina en 2001, sino más bien de la realidad española que está padeciendo la crisis”, le explica Serrano a Página/12. Y sigue: “Hay muchos paralelismos con lo que ocurrió en Argentina. La precarización a la que se está sometiendo a la clase trabajadora, que pierde conciencia de clase en tanto es atomizada y ve cómo sus derechos se convierten en privilegios. Cómo son cuestionados derechos elementales que han sido el resultado de mucho esfuerzo y lucha. Es una radiografía de la gente que vive al borde del precipicio. En España tener empleo no te salva de la pobreza, porque la caída de los salarios es muy fuerte. Quería hacer “una llamada” para buscar los lazos necesarios para luchar por los derechos; porque cuando la ciudadanía se organiza es capaz de actuar de manera contundente, a diferencia de los discursos solemnes que puede hacer un político en la tribuna. Encontré en el caso de esta imprenta recuperada el ejemplo más claro: cómo el trabajador desamparado se mira a sí mismo, busca los vínculos y es capaz de generar un proyecto cooperativista, una experiencia de autogestión. Y llegan al empoderamiento de la clase trabajadora. Me parecía que era un ejemplo de lucha por la dignidad. De alguna forma, conectaba con una realidad española a la que por desgracia nos estamos acostumbrando...
–¿No ve en España un despertar? ¿No hay experiencias de cooperativas y fábricas recuperadas?
–No hay experiencias de ese tipo. Pero sí están surgiendo nuevos actores políticos, sí hay una toma de conciencia por parte de la ciudadanía, que entronca con el 15N; ese cabreo generalizado ha tomado forma de nuevas plataformas ciudadanas. En Madrid y Barcelona se presentaron proyectos que partieron de la iniciativa ciudadana, tan es así que partidos políticos tradicionales de izquierda están intentando sumarse, buscando la confluencia. De hecho, se está retomando un debate de las ideas que se había perdido, sobre todo a través de una generación muy joven que irrumpe en el escenario político. De esta manera, el bipartidismo clásico (Partido Socialista Obrero Español y el Popular) se ve cuestionado. Hasta qué punto el trabajador está tomando conciencia de clase y de su capacidad para influir en la realidad creo que es un proceso que estamos viviendo. Es sumamente interesante y esperanzador. Por su parte, el gobierno dice: “No podemos hacer nada, porque está la extorsión del mercado”. Dicen que el modelo es incuestionable. Entonces, contra ese discurso inmovilista, la gente está exigiendo alternativas. Nuestra calidad de vida está bajando a niveles dramáticos. Por suerte, la gente empieza a cuestionar todo ese relato, ese “consenso”. En todo el sur de Europa está ocurriendo. En Grecia, por ejemplo, también están surgiendo nuevos movimientos sociales. El panorama político va a cambiar. Y más aún teniendo en cuenta que la socialdemocracia ha renunciado a las reivindicaciones elementales. Ni siquiera son revolucionarias, son básicas.
–¿Qué pasa con la canción de autor en España? ¿Se hacen cargo de la realidad?
–Por primera vez, muchos músicos, no sólo cantautores, incluso algunos que están en la órbita del pop y que hasta ahora habían permanecido ajenos a este tipo de debates, de pronto están atendiendo a la crisis. En algún punto, la mayor parte de los músicos no hemos estado a la altura de las circunstancias. No hemos sabido ponerle banda sonora al nuevo proceso que estamos viviendo. Hemos actuado como niños conchetitos, porque no les dábamos importancia a temas que afectaban a la ciudadanía. Pese a eso, están cambiando los tiempos en ese sentido.
–Hay una canción, “Eramos tan jóvenes”, en la que cita un verso de “Pequeña serenata diurna”, de Silvio Rodríguez, y menciona a Mario Benedetti. ¿Son autores a los que recurre habitualmente y sobre todo en estos tiempos tan convulsionados?
–Me parecen de una vigencia absoluta sus canciones, sus mensajes, sus versos. Me rescatan a menudo del desánimo, del desaliento. Uno de los hitos en mi carrera fue haber cantado una canción con Silvio Rodríguez. Además, es una referencia que ha influido en todos los que después de él hemos intentado continuar con la tradición de la trova. Es una persona que les da un vuelo poético de gran altura a sus canciones y que armónicamente logra una gran complejidad. Es una referencia ineludible para todo el que además compone con su guitarra. Y Mario Benedetti representa claramente ese empeño que tenemos todos los cantautores de encontrar en lo cotidiano la poesía que no siempre somos capaces de ver. Encontrar en lo pequeño, en lo rutinario, una épica que nos hace sentir protagonistas, habitantes de un mundo que tiene mucho más de poesía de lo que somos capaces de ver. No es que recreen esa poesía, es que la saben señalar y nos la saben mostrar. Son autores imprescindibles. Los cito como referencia en una canción en la que hago un repaso de las grandes influencias de mi adolescencia. Descubrí la música de Silvio en esa época y me acompañaba en mis años de facultad. Y Benedetti fue probablemente el primer poeta que me conectó con Latinoamérica.
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