MUSICA › PEDRO PABLO GARCIA CAFFI RENUNCIO A LA DIRECCION Y LO REEMPLAZARA DARIO LOPERFIDO
El actual director del FIBA anunció que no es su intención “descabezar nada, ni hacer ningún cambio drástico”. Sucede a la gestión que más gastó en la historia del teatro.
› Por Diego Fischerman
Fue una de las gestiones del Colón que más dinero gastó en la historia. Y fue, también, una de las más contradictorias. Pedro Pablo García Caffi, quien había sido nombrado director del Teatro Colón en 2009, acaba de renunciar, aduciendo motivos personales. Lo sucederá Darío Lopérfido, actual director del Festival Internacional de Buenos Aires. “Fue una sorpresa; me llamaron el jueves, pedí un día para pensarlo y finalmente acepté”, dijo el funcionario a Página/12. “En principio, esta temporada existe y está en venta, por lo que con respecto a este año mi función será cuidarla en todo lo que sea posible. Mi tarea será pensar en 2016 y allí trataré que esté presente mi mirada como programador”, agregó. Lopérfido asumirá formalmente el lunes 9 de febrero. Sabe que toma el cargo en un año electoral y que “el nuevo jefe de gobierno porteño podrá decidir si continúo o no”. Por lo mismo, asegura: “No es mi intención descabezar nada, ni hacer ningún cambio drástico. Voy regularmente al Colón y hay mucho que me gusta y que me parece muy bien. Más allá de que soy amigo de Pedro Pablo García Caffi y de que él ha expresado su agradecimiento a la Ciudad y su conformidad con que sea yo su sucesor, hay un equipo que está trabajando y que apruebo totalmente. Tanto el CETC como el ciclo Colón Contemporáneo creo que deben seguir sus rumbos”.
El ex secretario de Cultura de la Ciudad remarcó que durante el período en que ejerció ese cargo, el Colón estuvo bajo su responsabilidad, que lo conoce bien y que, además, “el hecho de estar en el FIBA hace que haya puntos en común. Trataré de que haya una sinergia, en ese sentido. Por afuera de los abonos, hay muchas cosas que pueden hacerse en el teatro. Y trazar diagonales con este festival o con el de cine independiente, con espectáculos que tengan precios accesibles, permitiría que se acercara un público que no lo hace. Con lo que el Colón le cuesta a la Ciudad, hay que ampliar su oferta todo lo posible”.
García Caffi había sucedido en el cargo a Horacio Sanguinetti, quien fuera elegido por Mauricio Macri al asumir como jefe de Gobierno de la Ciudad. El ex rector del Colegio Nacional de Buenos Aires sumió al teatro en la parálisis más absoluta. En su breve administración, suspendió todas las obras de restauración comenzadas por los gobiernos de Ibarra y Telerman, dejó al Colón sin programación alguna y, entre otros planes delirantes, llegó a presentar tres programaciones distintas –y todas impracticables– para la temporada del año siguiente. García Caffi programó de urgencia una temporada corta para 2009 y, con la anuencia de la Jefatura de Gobierno, se volvió a llamar al equipo de la arquitecta Sonia Terreno para que retomara la refacción, que ya había estado a su cargo. La demora provocada por la inoperancia de Sanguinetti hizo que el teatro no pudiera ser reinaugurado en su centenario, en 2008, sino en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, en 2010. De ahí la retórica que asocia a García Caffi –y al mandato de Macri– con la reapertura, llegando al absurdo de presentar la temporada de 2015 como la de “Quinto año de la reapertura”, como si no hubiera sido ese mismo gobierno el que lo había cerrado. La dirección del ex integrante del Cuarteto Zupay presentó algunos espectáculos excelentes a lo largo de este quinquenio, pero no alcanzó a lograr un piso de calidad para toda su producción.
El signo de estos cinco años fueron, por un lado, los fastos de Daniel Barenboim y Martha Argerich, recitales como el del pianista Andras Schiff, la recuperación del CETC –que también había caído bajo la mano destructora de Sanguinetti–, el ciclo Colón Contemporáneo y, en general, un cierto afán de modernización que se vio plasmado en algunos títulos alejados del canon de la ópera. Por el otro, la mediocridad de las temporadas de la Filarmónica de Buenos Aires, las contrataciones casi azarosas, los elencos más desparejos que puedan imaginarse, directores de escena debutantes (siempre y cuando fueran extranjeros) junto a cantantes de primer nivel y proyectos faraónicos, como el mentado Colón-Ring, de escaso interés artístico y nulo provecho comercial. También las repeticiones injustificadas en la convocatoria de artistas –La Fura dels Baus estuvo presente en todas las temporadas, lo que no sucedió con ningún otro grupo teatral o director escénico argentino o extranjero–, sumado a las irritantes autoprogramaciones como director de escena, escenógrafo e iluminador, campos en los que carecía de experiencia previa (García Caffi apenas había realizado otra puesta en escena antes de llegar al Colón, en el Teatro Argentino de La Plata y mientras era su director).
El comienzo de su administración se vio perturbado por el conflicto gremial más largo de los últimos tiempos, llegando a tomar la decisión de estrenar El gran macabro, de György Ligeti, en una adaptación para dos pianos y percusión, con partes en cinta grabada, dada la imposibilidad de contar con la Orquesta Estable. En el reciente anuncio de la temporada lírica de este año se informó el hecho de que se había vuelto a contratar a la controvertida Katharina Wagner, bisnieta del célebre compositor del Anillo del nibelungo, a pesar de sus escasos méritos (ya no es convocada por ningún teatro del mundo) y de haber sometido al Colón, durante el affaire del Mini Anillo, a desplantes inadmisibles. La renuncia de García Caffi llega apenas dos días después de que Página/12 diera a conocer los extraños vericuetos de esta nueva convocatoria a la joven Wagner, para que dirigiera en 2015 Parsifal, el “Festival escénico sacro” estrenado por su bisabuelo en 1882. En un comunicado dado a publicidad ayer, el ahora ex director expresó: “Me voy muy feliz. Terminé una etapa en la que los objetivos se cumplieron. Hoy le entregué mi renuncia al jefe de Gobierno, Mauricio Macri, a quien le agradecí el honor que significó dirigir el teatro. Con gran alegría voy a traspasar el mando a un amigo como Darío Lopérfido”.
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