Jue 23.04.2015
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MUSICA › DANIEL “GITANO” HERRERA TOCA HOY EN BUENOS AIRES

El regreso de un alma errante

Después de Los Guarros, se lanzó a un viaje que incluyó Miami, Los Angeles, Nashville y Nueva York. Esta noche, en Espacio Monteviejo, mostrará las canciones que terminó plasmando junto a su pareja, Carolina Rainer, con quien acaba de editar el EP Amarga miel.

› Por Mario Yannoulas

Una lástima, el restaurante de comidas “del mundo” del Palermo lustroso no ofrece fernet. Recién llegado a Buenos Aires, el que se desencanta un poco es Daniel “Gitano” Herrera, que a cambio encarga una copa de vino rosado y la hace sonar. “Salud, mi amor”, le desea a su pareja personal y musical, la cantautora Carolina Rainer, a quien conoció tocando temas de Pappo hace algunos años en el pub The Embassy, de Miami. “Era una noche de zapadas en el bar, que también es de un argentino. ¿Y qué temas saben todas las bandas? Los Beatles, los Rolling Stones... y Pappo. Empezamos tocando ‘Tren de las 16’ y seguimos un buen rato”, rebobina el guitarrista.

Al cabo de casi una década de experiencia como miembro de Los Guarros, donde coexistió con Javier Calamaro desde fines de los ’80 –y su disco epónimo de 1992 con el recordado hit “Vamos a la ruta”, que los hizo teloneros de Guns N’ Roses, entre otros–, Herrera buscó asidero en el exterior, hasta dibujar un círculo en su larga y aún inconclusa expedición por los Estados Unidos. De Miami a Los Angeles, de Nashville a Nueva York y de vuelta a Miami, su oficio de músico lo llevó a tantear perfiles diversos de una misma nación, desde la barnizada tradición WASP hasta las colonias centroamericanas, pasando por una de las más grandes sedes cosmopolitas. “Me fui en el ’97, y cuando llegué a Miami sentía que no había lugar para el rock. ‘¿Y acá adónde voy a tocar?’, pensaba. Hay mucha influencia centroamericana, mucha salsa y reggaetón, pero poco lugar para lo que yo había ido a hacer”, concede el Gitano. “Es que donde hay palmeras no hay rock”, agrega Rainer, que migró en 2000 tras abandonar sus estudios de psicología y diez años después lanzó Aunque no lo sepas, su primer trabajo solista, bajo la producción del ex Violadores Stuka Fossa. “Había pocos espacios, era una ciudad muy fría, de mucho plástico. De a poco, eso fue cambiando, hoy hay muchas más posibilidades.”

Aquellas zapadas convergieron en el dúo RainHer, lo primero que hace Herrera en español desde Los Guarros y que se presenta en vivo hoy a las 21 en Espacio Monteviejo (Av. Tornquist 6385, lagos de Palermo). Juntos acaban de editar el EP Amarga Miel, con cuatro canciones nuevas y una versión de “Come as you are”, del Nirvana de Nevermind, bajo la producción del madrileño Javier García, a quien Rainer conocía desde hacía tiempo: “Escuché algo de lo que venía haciendo y me pareció fresco, novedoso, con pocas reminiscencias de la vieja escuela. Automáticamente, cuando empezamos a juntarnos con el Gitano, supe que nos tenía que producir. El resultado es lo que queríamos: suena sensual, envolvente, y algo melancólico”.

–¿Esa melancolía tiene algo que ver con el desarraigo?

Herrera: –Seguro. Eso siempre está. Yo me fui de acá muy enojado con distintas situaciones, pero cuando uno está lejos, todo toma otra forma. Por eso, cuando llego a Buenos Aires lo primero que quiero tomar es fernet. Una milanesa se puede transformar en algo enorme, y me desespero por ver colectivos (risas). Con Caro nos nace escribir en castellano, y no nos da lo mismo. Cuando llegué a Nashville, donde me terminé quedando tres años, me encontré con que hay apenas cien argentinos, contados. Me llamó uno un día, diciéndome: “Nos enteramos de que hay otro argentino en Nashville, bienvenido”. Allá las cosas pueden ser más distantes, aunque siempre conseguí trabajar como músico, sea en mis propias bandas –con las que me fue bien, sonábamos bastante– o componiendo para otros, algo que es muy común, porque no hay tanto prejuicio. En ese sentido, perdí todo tipo de preconceptos para con la música comercial. Si Keith Richards trabaja con otra gente, ¿por qué no lo voy a hacer yo?

–Es curioso, porque se decía que parte de sus diferencias con Calamaro aparecían porque él componía jingles publicitarios, algo con lo que usted no estaba de acuerdo...

Herrera: –Es distinto. Una cosa es componer y que otro artista decida comprar lo que uno hizo y otra muy diferente es que venga una empresa o persona a decirte qué componer. Ahí ya uno se está poniendo precio, y es algo que no se debe hacer. Eso no. Es lo que rescato de mi experiencia con Los Guarros: nunca hay que hacer lo que los demás quieren que hagas. Es un gran error.

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