Sáb 02.05.2015
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MUSICA › OZZY OSBOURNE SERá HOY LA FIGURA PRINCIPAL EN LA 7ª EDICIóN ARGENTINA DEL MONSTERS OF ROCK

“La gente quiere escuchar los clásicos”

Cerrará el legendario festival que contará también con la participación de Judas Priest, Motörhead y bandas locales. Dice que está trabajando en material nuevo, pero “se sabe cómo somos: tal vez el próximo CD lo saquemos cuando tengamos 79 años”.

› Por Mario Yannoulas

“Yo no vine acá a preguntarte nada, sólo quería decirte que te amo.” Las conferencias de prensa pueden ser agobiantes exhibiciones de protocolo, donde los artistas comunican su poco interés al abusar de la broma o las contestaciones genéricas, mientras la histeria se apodera de los que preguntan. Aquel exabrupto sin guión fue la más nítida caricatura de Ozzy Osbourne como personaje, al poner la exaltación del sentimiento por sobre la intelectualidad que pretende atravesar el arte, y que hace tiempo encontró en la realización del reality The Osbournes, la excusa perfecta para pintar al cantante como un payaso senil y no como el gran creador que es.

Esta noche, Ozzy se presentará en la nueva edición vernácula del festival Monsters Of Rock (ver aparte), que regresa al país después de diez años, y que propone además las visitas de Motörhead y Judas Priest, en la antesala de una noche que promete ser memorable. Ayer, en el pequeño salón de un lujoso hotel del barrio porteño de Recoleta, el protocolo corría algo de peligro. Parte de la historia de Ozzy trató de eso, y no por morder un murciélago por error, o arrancarle la cabeza a una paloma con la boca, mearle la mesa al presidente de una discográfica, o hasta intentar ahorcar a su mujer, sino porque pudo torcer su destino de chico humilde al que sus compañeros de escuela no dudaban en llamar “tarado”. “Vamos a tener media hora. Bueno, ya nos preparamos, en unos segundos va a estar O...”. El prólogo del traductor tuvo final abrupto. “Hi, guys”. Desde una puerta lateral, el paso espectral del cantante fumigó cualquier tipo de solemnidad. Sin embargo, al transcurrir un poco menos de los treinta minutos prometidos, algunos cuestionaban cierto acartonamiento, hablando de lo festiva y bizarra que había sido su conferencia en Brasil, donde una mujer le habló de energía sexual, y él la terminó invitando públicamente a su habitación. De típicos lentes oscuros redondos y saco azul, la facha del madman parecía tomada del video de “I ain’t no nice guy”, canción que cantara junto a Lemmy Kilmister, de Motörhead, para el disco March Ör Die del hoy trío inglés. “Lemmy es un gran amigo, lo conozco desde los ’70, y si quiere subirse al escenario a cantar conmigo, no hace falta que yo lo invite. Se sube, y listo”, devolvió, a propósito de la posibilidad de compartir hoy un momento. “En mi carrera, ya no me muero por tocar con nadie en particular. Generalmente prefiero hacerlo con músicos no tan conocidos, tal vez tomar a algún joven y poder desarrollarlo. Y si alguno de ellos se quiere ir, sólo le pido que me avise con tiempo, así puedo buscar a otro”, bromeó, escoltado por su banda actual, que incluye al guitarrista Gus G, al baterista Tommy Clufetos –que fue parte de la última gira de Black Sabbath–, al bajista Blasko, y al tecladista Adam Wakeman, hijo del legendario músico de Yes.

“¿Sabés si acá está parando Motörhead?”, pregunta por ahí un muchacho macizo y de mechas largas, enfundado por completo en jean, en un lobby que intenta combinar madera, terciopelo y vidrio fundido. En la puerta, algunos metaleros bien informados comparten cervezas cubiertas con bolsas de nylon, esperando un milagro, o que al menos una mano extranjera anónima flamee por la ventana. Esta vez, Ozzy pisa la Argentina con su banda sin nuevo material para presentar, mientras que en 2013 había regalado un show soberbio con Black Sabbath, en La Plata, con el disco 13 bajo el brazo, y en 2011 había mostrado algo de Scream, en plan solitario, en GEBA. “No tengo un disco preferido, cada uno me lleva a una época y un espacio específico de la vida. Tal vez en Ozzmosis, No More Tears, mis primeros discos solistas, o Paranoid, con Sabbath, llegué a algunos de los momentos más altos como artista; The Ultimate Sin también me gusta, pero no quedó bien grabado, eso lo dejó un poco por abajo”, explicó, sin dejar de insinuar que el planeta le exige ir siempre a lo seguro: “Cuando uno gira por el mundo, la gente quiere escuchar los clásicos. Así lo hago habitualmente”.

Ya lo había adelantado en Brasil, acá ratificó personalmente la continuidad de Black Sabbath, algo que se había puesto en duda meses atrás, tras el anuncio de un supuesto show despedida en Japón. “Hay planes de hacer al menos una gira mundial más, probablemente el año que viene, y yo además pienso seguir con mi banda. Estamos trabajando en material nuevo, lo mismo con Sabbath, pero se sabe cómo somos: tal vez el próximo disco lo saquemos cuando tengamos 79 años.” Una de las canciones que suele rescatar de su primera banda es “Fairies wear boots”, perla de Paranoid que relata postales de un viaje tóxico, algo que desde hace casi diez años ya no forma parte de sus hábitos. “Cuando era chico y escuchaba ‘Purple Haze’, de Jimi Hendrix, creía que la parte que dice ‘perdóname mientras beso el cielo’ en realidad decía ‘perdóname mientras beso a este tipo’. Pensaba que Hendrix era gay. Así que no me gusta mucho analizar las letras canciones. Que cada uno piense lo que quiera.” Minutos antes de cumplirse la media hora, la manager dio por cerrada la conferencia. Los amantes acercaron discos para ser autografiados, Ozzy dio un paso al frente para las instantáneas finales, y tomó la misma puerta lateral. Lo que quedó claro, es que hoy, “Mr. Crowley” suena seguro.

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