MUSICA › TABARé CARDOZO Y AGARRATE CATALINA MOSTRARáN MALANDRA EN EL ND TEATRO
El cantante y su hermano Yamandú todavía no se explican la decisión de dejar a la Catalina afuera del último Carnaval montevideano, pero no se detuvieron en eso: tras giras por Uruguay y México, se presentarán todos los jueves de mayo en Buenos Aires.
› Por Karina Micheletto
“Toda la culpa es de Tabaré, la culpa es de Tabaré...”, repite cada vez más convencido Yamandú Cardozo, hermano del aludido Tabaré Cardozo, a medida que la charla avanza sobre la murga y la participación familiar en esa institución uruguaya. Uruguayísimos también ellos como su nombre, ambos son figuras fundamentales de Agarrate Catalina, una de las murgas más destacadas del país vecino. Pero ocurre que, desde que Tabaré inició en paralelo un camino solista, le fue pasando la posta a Yamandú, quien quedó a cargo de la dirección de la murga. Ahora, ambos confluirán en un espectáculo que une los caminos –nunca transitados, en rigor, de manera del todo separada–. Tabaré Cardozo se presentará junto a Agarrate Catalina, mostrando al público local su Malandra, todos los jueves de mayo en el ND Teatro (Paraguay 918).
Malandra es el nuevo disco de Tabaré y a grandes rasgos podría definirse como “rock murguero”. Dentro de esa etiqueta suena, en este caso, una manera muy orgánica de entender y sentir la murga, desde otras influencias y sonoridades. El tema que da nombre al disco plantea toda una cuestión filosófica alrededor de lo que por estas tierras se conoce como “inseguridad”: ¿qué pasaría si yo estuviera en tu lugar?, pregunta básicamente. Es un tema que se gestó como la segunda parte de “La violencia”, un cuplé de Agarrate Catalina que se hizo muy popular, devenido en canción. Tabaré lo canta con León Gieco y hay muchos otros invitados en el disco: Fernando Cabrera, Ana Prada, Alejandro Balbis, La Fernández Fierro, por ejemplo.
Reunidos para la nota con Página/12, Tabaré y Yamandú repasan una historia en la que el primero comenzó en la murga como director en 2003 y participó en concurso en este rol por última vez en 2011, sumándose luego en algunas oportunidades como director escénico. Antes, habían pasado también por otras murgas, como Falta y Resto, Contrafarsa o Curtidores de Hongos. El caso es que, siempre hermanados por la música, siguen apoyándose mutuamente. También en los contratiempos, como en el del último Carnaval de Montevideo –todo un fenómeno que mueve tanta o más hinchada y fanatismo que el fútbol, y también como en el fútbol, con tantos directores técnicos como hinchas–, cuando Agarrate Catalina no pasó la admisión para poder participar, una decisión del jurado que allí generó casi una cuestión de Estado alrededor del tema.
“Fue increíble, inexplicable. La verdad es que no encontramos un argumento artístico en la decisión del jurado. Pero para nosotros terminó significando una oportunidad: esto que está pasando, si la murga hubiera estado en Carnaval, no hubiera pasado”, advierte Tabaré, aludiendo también a la gira que acaba de llevarlos por su país y por México, para llegar a la Argentina con una serie de presentaciones por todo el país. “Somos una cooperativa y vivimos de esto todo el año, es lo que nos apasiona. Y bueno, también somos conscientes de que presentarse a un concurso tiene ese riesgo. Seguimos trabajando y sosteniendo esta cooperativa que tiene más integrantes de los que están arriba del escenario, porque se suman técnicos, maquilladora, vestuarista, escenógrafo, puestista, a los cantantes y percusionistas. Al final, somos una compañía itinerante de unas veinticinco personas. Eso es lo maravilloso”, sostiene.
–¿Qué cree que le dio a su carrera solista a Agarrate Catalina?
Tabaré Cardozo: –Fueron dos caminos medio paralelos: empecé haciendo las dos cosas, supongo que en esa experiencia uno y otro se enriquecen mutuamente, porque vas aprendiendo una cantidad de cosas. El escenario te da rodaje, recorrer tantos países y conocer tantos públicos, con sus diferencias culturales, políticas, religiosas, sociales en general, te de un amplio margen de visión. Entonces, cuando vas a pararte en un escenario, ya sea al frente de tu proyecto o en un proyecto colectivo. tenés una visión mucho más amplia.
–¿En qué se diferencian, entonces, ambos proyectos?
T. C.: –Sobre todo, en las letras. En mi proyecto en paralelo a la Catalina, la búsqueda es personal y muy distinta. La murga tiene un tratamiento de temas más sociales, cantamos lo que pasa en la comarca, y más bien se desarrollan el humor y la caricatura. La carrera solista tiene que ver más con vivencias personales y autobiográficas, aunque toque un tema social está firmado por mí, soy yo el que habla. En la murga, en todo caso, hablo por todos: lo que escribimos con mi hermano sale de lo que piensa el colectivo. No es que sean antagónicas esas visiones, lo que quiero decir es que no cabría en un espectáculo de la murga escribir una canción acerca de cómo era yo cuando tenía 14 años, como hice con el tango “Botija maula”, o hablar sobre mi tío Mario, que cree en los extraterrestres, como también hice. Musicalmente, además, las canciones de este disco son más rockeras, me salieron así, y eso en un espectáculo de murga no puede ser.
–¿De dónde bien este mandato familiar de la murga?
Yamandú Cardozo: –Toda la culpa es de Tabaré, la culpa es de Tabaré. En nuestra casa, mis viejos son fanas del carnaval desde el lugar de público, también de la murga desde su lugar ideológico, de resistencia. La murga ha sido el vehículo de toda una cantidad de gente que encontró en este género la esperanza para contestar al poder brutal de los gobiernos dictatoriales; es como un manantial. Desde ahí, mis viejos se vincularon siempre con el Carnaval y nosotros, como niños, crecimos encantados con el fenómeno de la murga, estos tipos con trajes que cantaban cosas impactantes, con tanto humor. El primero en acercarse a participar fue Tabaré; con 6 años él ya estaba en una murga. Nosotros seguimos los pasos de él y siguiendo su proceso creativo.
–¿Y cómo ingresó usted?
Y. C.: –Cuando volvió Falta y Resto, Tabaré me llevó como plomo de la murga y ahí vi todo ese mundo fascinante, la trastienda alucinante de la murga. Empecé a vivir la murga desde dentro, pero siempre de abajo del escenario. Me fascinaba, me encantaba. Hasta que en un momento empecé a tener otro lugar, pude compartir lo que yo tenía para decirle a esa murga. Como siempre fui muy tímido, nunca me animé a pedir en ninguna murga que me invitaran a formar. Así que tomé la opción del cobarde, que fue formar mi propia murga. Como cuando te gusta mucho una chica y sos el mejor amigo, tenés un lugar de privilegio pero no es el que vos querés. Yo sentía eso con la Falta, y con amigos y familiares decidimos armar la Catalina. Nunca imaginé que aquellas ganas de todos esos chiquilines que éramos se transformara en esto que es hoy Agarrate Catalina.
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