MUSICA › PACO ARRIAGADA, DEL SELLO MEXICANO CASETE, PRESENTE EN EL BAFIM 2015
Casete es uno de los grandes distribuidores digitales latinoamericanos; Arriagada dará hoy una charla en el predio El Dorrego.
› Por Yumber Vera Rojas
Además de enfocarse en el mercado local, haciendo hincapié en la escena independiente, el Buenos Aires Feria Internacional de la Música (Bafim) concentrará esta edición en el publishing y los derechos de autor, el management y comercialización de la música digital. Para este tópico, el evento, que se realizará hoy en el Predio Ferial El Dorrego (Zapiola 50), invitó a Paco Arriagada. El productor mexicano de cine, teatro y publicidad participará a las 16 en la conferencia “La nube musical: comercialización y distribución digital en la música”, en calidad de integrante de Casete, el primero y quizá más grande distribuidor digital independiente latinoamericano. Cofundado junto a la supervisora musical Lynn Fainchtein y al músico y productor Camilo Lara, este emprendimiento creado en 2011 posee ya 800 títulos de casi 500 artistas y 160 películas, además de un network de YouTube con más de 110 canales.
–Casete se presenta como una compañía de Agricultura Digital. ¿A qué se refiere con ello?
–Con la agricultura digital queremos que todos los artistas tengan la posibilidad de hacer su carrera y presentar su arte a través de una propuesta en la que son dueños de su contenido. Por eso le decimos así, porque hay que sembrar. Aquí nuestros jefes son ellos. Dudo que tardemos en convertirnos en una gran disquera porque el trato que ofrecemos a los músicos es que se lleven el 80 por ciento del negocio que se genere, aunque no damos adelantos, ni hay dinero que invirtamos ni arriesguemos.
–A partir de su experiencia, ¿cree que las plataformas digitales se convirtieron en una solución para la industria musical?
–Cuando se comenzó a discutir sobre las plataformas y el mundo digital, nos dimos cuenta de que lo que mejor funcionaba eran los sitios de gratuidad: páginas donde puedes consumir contenido sin pagar una suscripción, como YouTube, Spotify o Deezer. Al mismo tiempo, el otro argumento para aminorar la brecha entre compartir música y que ésta sea rentable partió de una variable que impuso el mercado. Si bien antes firmar con una gran disquera aseguraba una tranquilidad, hay tanto contenido que la competencia ya no pasa por las vías donde antes se encontraba.
–Aunque a simple vista el streaming parece beneficioso, un artista gana más por un recital. ¿No le parece contraproducente?
–Entiendo el punto, pero hay varias ventajas. Una de ellas es que hoy el artista es capaz de ser su propio dueño y manager. Es cierto que requieres de muchas visitas a YouTube para tener un pago digno, aunque eso obliga a las bandas y solistas a ir más al frente con el usuario. El desafío que tiene el músico es encontrar su nicho en el mundo digital, y para eso ya no necesita tener una disquera ni un representante. Lo puede hacer él mismo. Ese es un gran reto que tienen los artistas de esta época, y al que tendrán que adaptarse los que ya estaban.
–Luego de que Jay Z presentara Tidal, una encuesta asegura que no durará más de un año. Si no funciona una plataforma respaldada por artistas como Madonna, ¿qué esperanza les queda a ustedes?
–Esto trata sobre oferta y demanda y ellos son un nicho muy pequeño. Así como el artista mató a la disquera, el usuario mató al artista. Ahora éste es quien tiene el poder de hacer a un músico. A una plataforma no la hace el hecho de que tengas a los 15 mejores artistas del mundo.
–¿Cuánto dura la vida de un artista nacido en esta época?
–Si comparamos cine con música, el primero tiene una vida más larga. Una película desaparece de la conciencia del consumidor a los cinco años. Mientras que en la música, además en el mundo digital, un disco puede durar tres meses. Si sobrepasa eso, seguramente llegará ser un “clásico”.
–¿Qué músicos mexicanos alcanzaron el éxito gracias al streaming?
–No pierda de vista a Centavrvs, a Little Jesus o The Chamanas, que son artistas de Casete. El mercado creció muchísimo en los últimos dos años, pero al mismo tiempo se diversificó. Si bien hay nuevo público, el que consumía a Paulina Rubio y a Juan Gabriel también empezó a escuchar indie o música norteña. A diferencia de hace 15 años, los géneros alcanzaron a todas las clases sociales.
–¿Cómo contrasta este momento de la música mexicana con la violencia que sacude al país?
–No lo sé, pero me parece que es un lugar común de América latina. Tenemos tantos problemas de los que deberíamos sentirnos indignados, pero no necesariamente está ligado uno con el otro. Podemos tener una crisis económica o un presidente bastante limitado, aunque si la Selección de fútbol gana es suficiente para ser felices dos días. Lo mismo pasa con el entretenimiento. El consumo de música, teatro y cine ahí está, y seguirá.
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