Las damas saben jugar, claro: Todo sí! puede ser muchas cosas. Pero hay que ajustarse al veredicto de quien lo concibió. De quién pensó y concretó el título del segundo disco de Mavi Díaz & las Folkies. “Todo sí, porque hemos estado en lugares lejanos donde nadie nos entendía y nosotros no entendíamos a nadie, y entonces decíamos que sí a todo... no nos queríamos perder nada”, se ríe ella, Mavi Díaz, sobre origen y sentido del nombre que le puso a un disco destinado a profundizar en la impronta desprejuiciada de este cuarteto de blondas folkies que completan Silvana Albano en piano y dirección musical, Pampi Torre en guitarras y charango, y Martina Ulrich en percusión. “Anduvimos por todos lados. Por Corea, por Milán, por Zaragoza, por Francia, siempre con la intención de que la gente conozca el folklore argentino”, sigue la ex Viuda e Hijas de Roque Enroll sobre los diversos puntos del globo donde hicieron sonar varias de las canciones que el grupo mostrará el viernes 10 septiembre en la sala Siranush (Armenia 1353). “La verdad es que el disco fue muy orgánico y lo grabamos sin prisa, entre muchos viajes, demos y cosas... Iba cobrando nuevas vidas con el recorrido. El Todo sí! también tiene que ver con que nada está cerrado, con que todo se puede. Así se generó una dinámica orgánica de sabores distintos”, despliega Mavi.

Todo sí! es el sucesor de Songoy y, a diferencia de aquél, se abre hacia nuevas formas. Si aquel tenía su directriz estética fijada en la chacarera, éste se permite la libertad de zambullirse sin prejuicios en sayas, escondidos, zambas, bailecitos, tonadas o canciones. Se nota claro que las damas, además de saber jugar, abrieron el mapa. “La cosa fue probar. A ver ¿nos van a echar del folklore si ponemos un piano en el chamamé?”, se pregunta la cantora y compositora. Y responde: “Pues no, no nos importa eso. Es cierto que siempre somos respetuosas de la estructura y de la instrumentación del género, pero nos atrevimos, exploramos, y también trajimos de los viajes perfumes de otras músicas que metimos en este disco, como el toque flamenco que le dimos a ‘Lamento por chacarera’”, desarrolla la hija del legendario armoniquista Hugo Díaz.

La composición y puesta a punto de Todo sí! fue también más horizontal que en el disco anterior. Y además de la pluma conjunta de Mavi y su socio Germán Dominicé (cantor y compositor de Los Hermanos Butaca), incluye dos versiones ajenas (“Laura va”, de Luis Alberto Spinetta, y “Cuando yo me muera”, de Andrés Chazarreta) y los aportes del resto de las Folkies. De Albano en especial, pero también de Pampi Torre y la Ulrich, en la maqueta final de cada tema. “Consulto mucho con las chicas, porque además todas son bailarinas. Por ejemplo, arranca un tema, un escondido, y decimos ‘qué estructura puede tener esto’, ‘acá hay que repetir esta parte A’, ‘acá va un instrumental’, y ellas ordenan todo eso, porque tienen mucho más conocimiento de las formas que yo. Entonces, armo los temas con Germán y luego siguen ellas. Además, hay algo recurrente: a mí me encanta tocar con mujeres, porque nunca tocan para demostrar lo que saben, siempre lo hacen al servicio de la canción. Y eso no pasa mucho en los hombres que, cuanto más virtuosos son, más sienten la necesidad de mostrar sus habilidades. Tocar con mujeres es como bailar tocando”, sostiene Díaz.

La cantante define a “El cajoncito” como una guaracha santiagueña “a full” que le vino entera en un viaje de dos pisos en ascensor. Habla de “Por ti” como un viejo tema pop “aggiornado” con partes de saya, taquirari, huayno, y toques electrónicos. E identifica a “Tonada de la espera” como una de las sorpresas del disco. “Acá intervienen Dolores Solá y Acho Estol, que son dos genios. Resultó que Acho, tanguero en general, tenía mucha data de la tonada y pudo volcarla bárbaro en este tema”, dice Díaz sobre estos folklores con licencias (sin perder esencias) en que, además del dúo que comanda La Chicana, intervienen a Agustín Ronconi de Arbolito y a Tweety González en “Por ti”; a Homero Carabajal en el escondido “Del tallo a la flor”; a Teresa Parodi y Gabriel Cocomarola en el bello chamamé “Amar el río”; y al tándem Koki y Pajarín Saavedra en “Sin cura”, malambo dedicado a Domingo Cura, tío de Díaz.

“Hay una audacia mía de no pertenecer al palo del folklore, pero ser respetuosa y tener un poco la herencia familiar, que me hace tener esa articulación flexible de poder meterme con la imprudencia”, se ríe. “Siempre respeto las formas, pero siempre también me queda una libertad, como en ‘Amar el río’, el chamamé que hicimos con Germán y Teresa, que tiene unas armonías bastante pop”, redunda la cantante, con el recuerdo aún fresco del Contracosquín que protagonizó durante la última edición de tal festival, bajo la égida peñera de Peteco Carabajal. “Se sabe que, a raíz de los problemas que hubo con el festival el anteaño, muchos artistas no compartían el criterio con el que se estaba manejando, el poco respeto a los artistas que tuvo Cosquín en los últimos años, y Peteco decidió hacer una peña paralela. La verdad es que resultó algo maravilloso, porque tiene que ver con la libertad, también. Con un sí donde muchos piensan un no”, redondea Díaz.