Jue 17.09.2015
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MUSICA › ENSAMBLE CHANCHO A CUERDA SE PRESENTA HOY EN CARAS Y CARETAS

El libre juego de las ideas

El concierto de esta noche se llama Conversaciones, título que alude a la vocación de la banda por el diálogo artístico con otros músicos. Esta vez tocarán junto a Liliana Herrero y Pedro Rossi. “Buscamos aprender de aquellos a los que admiramos”, resume Nahuel Carfi.

› Por Diego Fischerman

Si algo define con claridad al Ensamble Chancho a cuerda es la imposibilidad de una definición fácil. Ni lo plano ni lo esquemático ni, mucho menos, lo previsible, se la acercan. Algunas palabras, dichas aquí y allí por algunos de sus integrantes a lo largo de la conversación con Página/12 resultan, en todo caso, mucho más certeras que un posible catálogo de estilos o influencias. “Placer”, dice Nahuel Carfi, tecladista y uno de sus cantantes. “Avidez”, insinúa. “Curiosidad”, rubrica. Y hay una palabra más, en la que coinciden Carfi y Nicolás Rallis, el guitarrista: “aprendizaje”. Con tres discos publicados, el grupo, que integran además Manuel Rodríguez Riva en clarinete, clarinete bajo y armónica, Lautaro Matute en guitarra, guitarra eléctrica, bandurria y voz, Nicolás Rallis en guitarras, ronroco y voz, Joaquín Chibán en violín y viola, Julián Galay en bajo eléctrico y contrabajo, y Agustín Lumerman en batería y percusión, hace un culto del tocar con otros músicos, de sumarse a experiencias ajenas y de invitar a colegas a trabajar con ellos. Han tocado con músicos brasileños como Ná Ozzeti o Benjamin Taubkin, con Leo Masliah y hoy a la noche, en Caras y Caretas (Sarmiento 2037), lo harán con Liliana Herrero y Pedro Rossi. “Buscamos aprender de aquellos a los que admiramos”, resume Carfi.

Chancho a Cuerda trabaja con particular dedicación el modelo de la canción. Tanto en piezas propias como “Sin detenerse” o en la brillante relectura de “Nocturna” de Daniel Viglietti, ambas incluidas en el último disco, Deconstrucción, el sello del grupo acaba siendo inconfundible, al igual que cuando, en el álbum anterior, Subversiones, revisitan “Pupila de águila” de Violeta Parra, “Mudanza”, de Fernando Cabrera o “Olha Maria” de Chico Buarque y Vinicius de Moraes. Eventualmente, lo tímbrico y lo textural no reciben allí un cuidado menor que en temas instrumentales como “Partida”, donde se integra como invitado el trompetista Juan Cruz de Urquiza, o en versiones como las de la bellísima “Infancia”, de Andrés Pilar, “Borboleta” de Diego Schissi o la sorprendente interpretación de Sensemayá, una obra para orquesta del compositor mexicano Silvestre Revueltas.

El concierto de hoy, a las 21, aparece cobijado por el título Conversaciones. En efecto, más allá de que tanto Herrero y Rossi como Chancho a Cuerda tendrán sus momentos exclusivos, el núcleo del concierto será, justamente, el diálogo entre ellos. Aquellos temas del grupo a los que Herrero y Rossi decidieron sumarse, los del repertorio habitual de la cantante a los que el grupo aportó sus arreglos e interpretaciones y, también, cosas que fueron surgiendo sobre la marcha y que tuvieron que ver, en gran medida, con lo que Carfi y Rallis consideran una de las particuaridades de Herrero: “Nunca se cansa de proponer cosas nuevas, desafíos. ¿Y si hacemos esto?, dice. Y allá vamos”. Una actitud con la que, está claro, el grupo se siente emparentado. “Eramos estudiantes de música, teníamos 17 o 18 años y decidimos formar un grupo para hacer nuestras composiciones”, cuenta Carfi. “Y había algo en ese origen, donde cada uno de nosotros llegaba desde distintas músicas y estilos, que impregnó al grupo. Todos tenemos personalidades musicales muy definidas y el estilo grupal no se da por la negación de ninguna de ellas sino por la suma y la multiplicación de todas ellas. Las negociaciones, las maneras de trabajar un tema, el juego entre las ideas de unos y otros es, para nosotros, tan importante como el resultado mismo.”

Después de su debut discográfico, con Contrastes, de 2010, Subversiones está dedicado por completo a las interpretaciones de obras ajenas. La contradicción con la declaración de principios de Chancho a Cuerda es sólo aparente. “Son materiales –dice Rallis– a partir de los cuales hacemos nuestro proceso”. Carfi precisa: “Fue una necesidad, un modo de ordenar cosas que estaban dando vuelta. Nuestro disco siguiente tiene un poco de cada uno de los anteriores. En todo caso, más allá de nuestra intención original de hacer aquello que componemos, no es distinto, para nosotros, trabajar sobre un tema propio o sobre el de alguien que admiramos.”

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