MUSICA › CHE JOVEN PRESENTA SU NUEVO DISCO, NUESTRO MENSAJE
Entre el castellano y la lengua mapuche, entre el folklore y el rock, el grupo que encabezan Pablo y Marino Coliqueo combina con libertad los instrumentos eléctricos con el kultrun y la trutruca. Esta noche se presentan en La Trastienda.
› Por Cristian Vitale
Se llaman Che Joven. Vienen de abuela mapuche, y la canción central les salió del alma. Habla de un caminante, el werken, que busca justicia. De una raza y su lengua ancestral. De la vida, y de un peñi valiente, el estudiante mapuche Matías Catrileo, asesinado hace siete años por un custodia chileno. Está escrita mitad en castellano y mitad en mapudungun. Y dos, además de ellos, ya la hicieron propia: Illapu y Bruno Arias. “Nuestro mensaje”, la canción, se coló en el mundo. “Es la conjunción de muchos años de andar caminos en la búsqueda de verdades que nuestros mayores tenían para contarnos”, introduce uno de ellos, Pablo Coliqueo, en la previa del concierto que el grupo dará hoy a las 21 en La Trastienda (Balcarce 460) y que se llamará igual que la canción, y el disco que acaban de publicar. “Está todo pensado para que la música sea la protagonista de la noche, y para que el hecho de contemplarnos mutuamente músicos y público termine en un solo abrazo”, refuerza Pablo, músico, terapeuta y profesor de danzas folklóricas, sobre un convite que tendrá a Fran Lanfre y Rubén Patagonia como invitados.
Definir a los Che Joven en términos sintéticos implica hablar de veinte años de historia ligados a las músicas de raíz folklórica, que no omiten pátinas estéticas relacionadas con el rock. También de un mosaico de instrumentos al servicio de ello (kultrun y trutruca + guitarra, bajo y batería); de cuatro discos; de codeos de escena con Fito Páez, Babasónicos y Horacio Banegas, y de largos caminos transitados por la Argentina profunda. “Nuestro mensaje es un viaje desde los días en los que crecimos y comprendimos que somos parte de este universo, pero no cualquier parte... somos el mensaje de los paisanos y paisanas que habitan la voz profunda, la voz sumisa y no silente; la charla, el fuego, el vinito y el mate amargo, también el dolor del destierro y el renacimiento constante de nuestro pueblo”, se presenta Marino, luthier, investigador autodidacta y hermano de Pablo. “Sin dudas haremos de La Trastienda nuestra casa, nuestra ruca; el público estará en el patio y nuestra canción irá a abrazar a todos los iguales. Seremos muchos y seremos uno”, insiste el músico.
–¿También un vínculo musical y poético con los orígenes?
Pablo Coliqueo: –Nosotros venimos de una cuna que se encuentra en Los Toldos, Buenos Aires, pero que viene de más lejos, por parte de un padre-abuelo español y una abuela mapuche, que nos hereda el apellido. Y por una madre litoraleña y nieta de guaraníes. Por lo tanto nuestra sangre está directamente ligada a la tierra, y no hay forma de que no nos encontremos con nuestra historia en lo que cantamos, porque somos la resultante de una familia que se ha encargado de contarnos siempre de dónde venimos. Nuestra musica es eso: el fiel reflejo de lo que pensamos y sentimos, con total libertad.
Marino Coliqueo: –También venimos de un tatarabuelo, el lonco Ignacio Coliqueo, que eligió Los Toldos para asentarse. Nacimos mapuches, porque habitamos desde días lejanos estos territorios sin fronteras ni alambres y seremos libres, aunque los edificios digan lo contrario.
–¿Qué diferencias y similitudes existen entre el nuevo trabajo y los anteriores tres?
P. C.: –En éste se ve un fuerte crecimiento conceptual con el uso de los colores modernos que permiten una guitarra eléctrica o un sintetizador. Se ve un trabajo de producción mucho más cuidado y profundo, con permisos a nivel sonoro, que hacen mucho más grueso el sonido y en muchos casos también más delicado.
M. C.: –La verdad es que nada nos obliga a tener que repetir una fórmula. El rastro de lo anterior da luz a la nueva pisada sin pisotear, y por lo tanto cada disco se une con otro a través de la historia. Forma parte de la evolución de lo que viene, por eso es que siempre tienen que ver. Este, puntualmente, es bien crudo, y frontal, y a su vez nos regala el color de viento sur.
Los Che Joven reconocen influencias, faros y referencias en Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Violeta Parra, León Gieco, Hamlet Lima Quintana, Marcelo Berbel y Mercedes Sosa, tanto como en Pink Floyd, Peter Gabriel o Metallica “solo por nombrar algunos”, alerta Pablo. “Sí, porque para nosotros los referentes son aquellas personas que nos iluminan desde un lugar amplio, los que se atreven, y los que desde su realidad construyen un mapa de verdades con la virtud de llevarnos a una sana comprensión y a un estado de diferentes sensaciones. Nombrar a don Ata es pensar en campo y en urbanismo al mismo tiempo, nombrar a Aimé Paine es ir al canto sagrado mapuche, en fin... también tenemos a nuestros referentes intelectuales en Eduardo Galeano, José Martí o el Subcomandante Marcos”, desarrolla Marino, que –de paso– explica el nombre del grupo a través de un juego de palabras. “En nuestra lengua madre, el mapuzungun, ‘che’ significa gente, y entonces decir Che Joven es decir gente joven, con jóvenes ideas, con jóvenes ganas de transformación, y esto se relaciona también por la profunda admiración a la relevante vida e historia de Ernesto Che Guevara”.
–Volviendo al disco, lo que suena como eje es un intento de subsumir músicas ancestrales en un marco estético “moderno”. ¿Lo concibieron necesariamente así?
P. C.: –El disco es justamente la unión entre ambas cosas porque uno intenta la historia desde el vientre natural de la canción misma, y su creación. Y luego empieza a jugar con los colores hasta encontrar los indicados, que permitan reflejar la manera en que se quiere contar. Para lograrlo acudimos a los avances que permite la tecnología. Es un disco totalmente abrazado en poesía a tiempos de hoy, ayer y siempre, pero sin apartarnos de las posibilidades que nos dan un teclado Hammond, una batería o una guitarra eléctrica distorsionada.
M. C.: –Si bien los ritmos y la poesía nos pintan un paisaje particularmente ancestral, la sonoridad de la música es moderna, por las influencias y los colores que aportan los instrumentos eléctricos. Solo sabemos jugar a la música, la comprendemos como tal... un juego magnífico en donde mezclar diferentes corrientes y formas nos regala momentos impresionantes de emoción. Digamos que la raíz y el rock juntos forman una nueva amistad.
P. C.: –Totalmente... si es rock, que sea rock. Y si es folklore, que sea folklore, porque lo que manda es la música.
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