Jue 22.10.2015
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MUSICA › NOELIA MONCADA PRESENTA LLORARáS, GRABADO JUNTO A LA ORQUESTA VICTORIA

Reflexiones en torno del dolor ajeno

En su tercer álbum, la cantante rosarina abordó mayoría de tangos de Homero Manzi, y esta noche los mostrará en Caras y Caretas. Pero será con una puesta semiteatral en la que las letras ofician de hilo conductor para la historia que sugiere el disco.

› Por Andrés Valenzuela

“Me gusta, del Homero Manzi que va del ‘40 al ‘45, cómo reflexiona sobre el dolor, en qué lugar se pone respecto del dolor del otro, de un amado, una pareja”, comenta Noelia Moncada. La cuestión es fundamental para entender Llorarás, el tercer disco de esta cantante rosarina, que presentará esta noche a las 21 en Caras y Caretas (Sarmiento 2037) junto a la Orquesta Victoria, con dirección y arreglos del pianista Alejandro Drago. El detalle es importante porque de los once temas de la placa, media docena son de Manzi, y en orden reflejan un período de turbulencia de la propia artista, quien se identificó con la búsqueda del compositor. “No sé si encontré en Manzi un lugar en el que pararme luego, pero lo veía buscándolo igual que yo, para contar cómo encontré ese lugar me tuve que ir luego a otros tangos, como ‘Yo te bendigo’, por ejemplo”, cuenta.

Llorarás, entonces, surge de una historia personal de Moncada, aunque ella define el resultado como “una sublimación”. Lo que se plasma en los once temas, señala, “es contar una historia que le pudo haber pasado a cualquier otro”. Tanto que incluso se plantea la presentación de esta noche como una puesta semi teatral, marcada por la iluminación centrada en los cuerpos más que en la típica puesta de concierto, un texto recitado, algunas proyecciones sugerentes (“que vienen a pintar algo, un poco con la función de la luz, no son fotos que pasan”, advierte) y una peluca azul, cuyo tono se repite en el –bello– arte de tapa del CD (de Paula Abramovich Gullco). “Lo del azul tiene que ver con entrar en personaje, el disco fue producto de un momento muy difícil y quiero subrayar que hacerlo no es volver ahí, sino entrar en personaje”.

Lo curioso es que, a diferencia de otros de su generación, Moncada decidió reordenar las historias de Manzi y de otros compositores (aparecen por el disco Gardel, Le Pera, Expósito, Contursi y otros), en lugar de tomar la lapicera ella misma. “Siento que eso va a venir en algún momento, lo sospecho, pero quizá no escribiría temas sino obras de teatro”, revela. Hacerlo, reflexiona, sería volver a una disciplina a la que no se pudo dedicar porque el tango le demandó todo su tiempo. “En 2003 hice una obra, la escribí, monté, dirigí cantantes y bailarines, me convertí en eso, pero terminó y nunca más pude volver”, recuerda con añoranza. Pero claro, luego aparecieron la compañía Bocca Tango, la Orquesta Típica El Arranque y con ella, las giras, el tango, el hacerse una voz en el circuito.

Y después, la Orquesta Victoria. “Este disco incluso surge por el deseo de grabar con ellos; el deseo así, solo, sin ningún contenido inicial. Después apareció el momento personal que me llevó a querer contar esto”, explica. Cuando conoció a Drago y compañía, acababa de lanzar Marioneta, su segunda placa. Escuchó a la orquesta en un recital y quedó fascinada por los arreglos. “Me invitaron a sus conciertos, empecé a llevar repertorio, fuimos fogueando temas, pero siempre reuniéndonos con el fin de un disco”.

La letra de los temas es un hilo conductor para la historia que sugiere el disco (y no es casual que el librillo del CD las incluya). “‘¿Cuál era el tango que decía tal cosa?’ Algunos temas los encontré así, otros los descubrí y dije ‘uy, este también es suyo’. Me fui encontrando con el repertorio de Manzi de diferentes maneras y con mucha identificación”, rememora la rosarina. Tanto aparecía Manzi en los ensayos que hasta sopesó la idea de homenajearlo, directamente. “Pero después se fue pincelando con otros autores y otras letras que también me interesaba contar, y me pareció bien no forzar el homenaje, porque originalmente no lo era”, considera. Sí entiende que esa reflexión del poeta en torno al dolor –propio y ajeno– es fundamental para el disco. “Me ayudó a entender qué es lo que pasa con el dolor del otro. ¿Cómo se ubica uno? ¿Qué hace? El menciona muchas veces la culpa, que es consecuencia del dolor del otro”, señala. “Pero después vinieron momentos diferentes y necesité correrme hacia otros tangos que idearan otros lugares”.

Todo el disco está recorrido por los llamativos arreglos de Drago. En ellos, el piano puntúa sensaciones y momentos de las letras, pero el clima general recae sobre violines y bandoneones, con tempos oscilantes de mucha intensidad y un tono que por momentos hace pensar más en una cosa teatral o cinematográfica que típicamente tanguera. “No fue algo premeditado”, admite Moncada. El fruto de tanto virtuosismo, sin embargo, funciona perfectamente con su voz. “Tuvo que ver con la empatía que sentimos con el arreglador”, asegura y destaca los múltiples climas que recorre el disco. “Me hacía pensar un poco en música de películas, me encantaba jugar con eso y entiendo que para hacerlo tuve que poner en juego cosas que algunos entienden como no tangueras”, reflexiona. “Un gran amigo, Leonel Capitano, quien sabe muchísimo de tango, me decía que mi emisión no tiene los rasgos habituales, que la voz no tiene los vibratos que tendría en otro momento, cosas así, pero es algo que pasó sin querer, que lo estético se nos fue moviendo a partir de lo que pasaba, de lo que sucedía y lo que nos iba tocando en el ambiente”.

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