MUSICA › MáS DE TREINTA MIL PERSONAS EN UNA NUEVA EDICIóN DE CREAMFIELDS
El encuentro que masificó la cultura electrónica en el país festejó sus primeras 15 ediciones. Hubo de todo en Costanera Sur, desde house minimalista hasta funk galáctico, pero a diferencia de otras oportunidades esta vez no llovió.
› Por Yumber Vera Rojas
Con el toma y daca de tracks (más conocido en el ambiente electrónico como “back to back”) entre Hernán Cattáneo y su mentor, Paul Oakenfold, en el Mains Stage, la Creamfields porteña cerró en la madrugada del domingo su más reciente capítulo. Pero no se trató de una versión más, sino de la celebración de los 15 años del evento que masificó la cultura electrónica en el país. La zapada dance entre el DJ local y su homólogo británico adquirió un matiz memorable, al igual que significativo, debido a que ambos artistas ayudaron a convertir al festival, desde su debut en el Hipódromo de San Isidro, en una nueva costumbre argentina. Lo que redimió el público al ingresar a la pista de baile a cielo abierto más grande del mundo (al menos en esa jornada), por la Avenida España de Costanera Sur, donde, en medio de vendedores de globos (el éxito fue el de R2D2), merchandising alternativo y parrillas improvisadas, un grupo de chicos recordó los kilómetros de cola que se bancaron en una edición pasada, y lo que hicieron para menguar la ansiedad.
La antigua Ciudad Deportiva de Boca Juniors es, posiblemente de todas las locaciones en las que se realizó, la sede de la Creamfields que mejores ediciones albergó no sólo en cuanto a artística, sino en anécdotas. Incluso algunas se transformaron en leyendas urbanas, como aquella en la que uno de los escenarios se hundía por debajo del suelo, como si se tratara de un Titanic bamboleándose sobre la cadencia del DJ, o la otra en la que miles de personas bailaron con el lodazal hasta las rodillas. Esto había tornado al predio en un verdadero cementerio de zapatillas. Y es que una fija del festival fue siempre la lluvia, el invitado más indeseado o el que condimenta el folclore dance (según la cara de la moneda con el que se le mire), y que curiosamente no asistió en esta ocasión. Aunque igualmente dejó sus recuerdos, a partir de su violento paso por Buenos Aires esta semana.
Luego de sortear los puestos de control del evento, y poco antes de pisar propiamente el recinto, Bassjackers recibía a la muchedumbre que recién llegaba a la Creamfields Buenos Aires con un remix de Latch, uno de los hits de la dupla inglesa Disclosure, y para el que prestó su voz Sam Smith (ganador del último Grammy en el rubro Mejor artista nuevo). El laboratorio holandés de house y electro fue una de las figuras del escenario principal, el Main Stage, por donde desfilaron varios de los máximos exponentes de esta época de la efervescente, popular y controvertida EDM (escena que desde sus siglas, Electronic Dance Music, advierte la intención de la industria de refundar o alienar el género). Y de las que destacó especialmente Dimitri Vegas & Like Me, dupla belga que juega de local en la Argentina hace ya un rato, por lo que fue invitada a ser el acto central de la decimoquinta edición del encuentro creado originalmente en la ciudad de Liverpool, y cuyo cartel de este año, por un tema de producción y logística, poco coincidió con el de su matriz británica.
Si bien la Creamfields de Daresbury reunió en agosto a The Chemical Brothers (vendrá al país el 3 de diciembre para el Sónar), Fatboy Slim, Avicii y Tiësto (estuvo en febrero en la edición local del Ultra Music Festival) o Hardwell, el capítulo argentino del festival (el más antiguo del mundo, sólo por detrás del británico) hizo de la variedad su mayor virtud. Lo demostró, poco antes del primer show de la noche de Cattáneo, en la carpa Cream Arena, la performance de Hot Since 82 (álter ego del inglés Daley Padley), quien se mandó una verdadera oda al house. Seguido por el italiano Ilario Alicante, que, con esa intensidad, se subió a las bandejas del mismo escenario, el Cocoon (el más entretenido y arriesgado conceptualmente), para brindar un viaje hacia el fondo del techno, a pesar de que cerca del final evolucionó hacia un groove más espacial y menos terrenal. De esta manera, el de Livorno, actualmente establecido en Berlín, le dejó la pista servida, y además en plena ebullición, a Solomun, devenido en una de las estrellas de esta fiesta aniversario.
Mladen Solomun, nombre de pila del productor y DJ bosnio (también residenciado en Alemania), desplegó un set sin condescendencias, que partió de un house minimalista ondulante para desembocar en una catarata de funk galáctico, lo que bien supo agradecer y devolver el público. A esa misma hora, poco luego de la medianoche, The Martinez Brothers, en la Cream Arena, puso una vez más a prueba, ante la audiencia argentina, toda la furia del house. Un género que bebe, por más que el poder centrífugo de su caleidoscopio pretenda ser equitativo con sus influencias, de la vieja escuela de su Nueva York natal. Pero los Martinez no fueron los únicos hermanos que formaron parte del cartel de la Creamfields Buenos Aires 2015. Justo en frente de ellos en ese instante, en el Main Stage, Krewella, la banda de las hermanas Yousaf (Jahan y Yasmine), apostaban, ante el buen gusto de su antípoda, por una propuesta burda que sostuvo su efectividad más en la arenga y en la pirotecnia que en lo propiamente musical.
Las australianas Nervo y los ya mentados Dimitri Vegas & Like Me también fueron de la troupe de hermanos del festival. No obstante, el proyecto creado por los Thivaios (Dimitri y Michael), a diferencia del resto, apeló por un espectáculo impresionante en el que imágenes en 3D y un carnaval de luces provocaron un efecto casi cinematográfico en su show. Al mismo tiempo que sacaron de la galera hits del tamaño de “Are You With Me?” y “How Deep is Your Love?”, al igual que mash ups de “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana, y del tema más sonado de la noche (al punto de que casi todos los que pasaron por el Main Stage lo invocaron): “Can’t Feel My Face” de The Weeknd, seguramente la canción del año en las encuestas de lo mejor de 2015. Aunque en esta Creamfields no podían faltar íconos de la electrónica como Luciano, Sven Väth (el Encantador de los pisteros), y Richie Hawtin, leyenda el escenario Enter, donde, previamente, se subió a las bandejas un clásico del futuro: el cubano Maceo Plex, amo y señor del funk del mañana.
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