MUSICA › ALBERT PLA PRESENTA SU ESPECTACULO RETROSPECTIVO A PURO PULMON EN LA SALA CARAS Y CARETAS
Como al pasar, el cantautor catalán menciona que escribió un libro llamado España de mierda. No es casual: de esa clase de declaraciones ríspidas, incluso extremas, se nutre su discurso y también su obra, que diversifica entre la música y el teatro.
› Por Cristian Vitale
Hombre de choque. Hombre de andar haciendo declaraciones ríspidas, porosas, incómodas, políticamente muy incorrectas, incluso extremas, como esa de matar a todos los de Podemos y las plataformas ciudadanas “antes de que empiecen a hacer daño”. O aquella otra en la que vocifera que le da asco ser español y que desearía que “todo el mundo” piense igual. Lo hace en sentencias cortas –casi aforismos– y esperando acuses de recibo que serán contundentes, en un tono afín, tan ríspido y poroso como el suyo. En pleno viaje hacia Buenos Aires, donde volverá actuar hoy a las 21 en la sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037), y en plena nota con Página/12, Albert Pla no hará necesariamente mención al efecto de sus frases polémicas, pero sí tirará algunas más para “regodeo” de las redes sociales. “Estoy viviendo en Cataluña, en un momento político muy invasivo para las pobre gentes que vivimos allí”, lanza, y luego pasa al plano de la creación artística. Traduce la sensación a su metié. “A propósito, ando haciendo un espectáculo que se llama Guerra y recién acabo de publicar un libro que se llama España de mierda... Que cada cual saque sus propias conclusiones”, sentencia él, otra vez. O renueva la sentencia.
Así se manifiesta cuando, como y donde puede Pla, cantautor bilingüe (catalán-español) nacido hace casi cincuenta años en Barcelona y dotado de un pasado que no sólo canta doce discos, entre aquel debut de 1989 (Ho sento molt) y Somiatruites, grabado junto a Pascal Comelade, en 2011, sino también coparticipaciones varias con Fermín Muguruza, Quimi Portet, Kiko Veneno, Quico Pi de la Serra, y cuanto agitador anarco –casi inherente al espíritu catalán– ande por ahí. También en películas u obras de teatro como A los que aman, de Isabel Coixet; Morir por encima de sus posibilidades, de Isaki Lacuesta, y Honor de caballería, de Albert Serra, entre las primeras; o Llits y Caracuero, entre las segundas. Precisamente, una síntesis de casi estos treinta años de arrojo artístico es lo que viene a presentar en Buenos Aires el también autor de “Sufre como yo”, canción clave del film Carne trémula, de Pedro Almodóvar. ¿Título del espectáculo? A puro pulmón. “Le puse así porque mi pulmón derecho está fatal, pero el izquierdo aún está pleno, con ganas de inspirar y expirar canciones y sensaciones, como lo he hecho siempre”, enmarca el hombre.
-¿Por qué considera que es el momento propicio para presentar un trabajo sobre toda su carrera, cómo logra una síntesis que la contemple? Puede centrarse en factores conceptuales, emotivos y estéticos, como le parezca...
–Bueno, la verdad es que el repertorio se va improvisando sobre la marcha del concierto. Soy de los que piensa que cada día es distinto para el arte y que los conceptos, la emotividad y la estética son impuestos en cada momento, en cada uno de los presentes personalmente. Lo que sí me parece interesante remarcar es que esto va dentro de un todo común, que se parece mucho a una mini catarsis o a una conjunción de sensaciones. Esto es un parámetro constante en mi vida y en mi arte.
Traducido a hechos, va de suyo que esos parámetros constantes marchan por el lado del sarcasmo, de esos arrojos que incomodan, y de un factor –la provocación– que pueden rastrearse también en una canción como “La dejo o no la dejo”, que le valió más de un ataque porque la causa de la duda –una novia– era parte de una banda complicada con la ley, o en la pancarta que solía aparecer en los escenarios que se presentaba, y que decía: “Todo es una puta mierda y lo sabéis”. O, para volverlo al presente y a su venida al cono sur, en una referencia sorpresiva sobre sus influencias. “La verdad es que a mí no me gusta nadie totalmente. Siempre me inspiró todo lo que no debo hacer más que lo que también me gustaría hacer. Pero, pensando en las influencias, nombraría sólo uno: Leo Masliah”, confiesa el polifacético Pla, que llega al país con un espectáculo multimedia que sintetiza su carrera y que lo muestra solo en el escenario “en estado puro”, entre la música y el teatro. Entre las canciones delirantes, cotidianas, crudas y surrealistas, y la tragicomedia típica que impregna sus actuaciones.
–¿Qué relación tiene particularmente con la Argentina y con qué le ha sorprendido –o le sorprende– este país?
–Lo que mas me sorprendió fue llegar a El Calafate y no ver ni rastro de nieve, pensaba que estaba en el polo Sur (risas). También el tamaño y las formas fantasiosas de la configuración y el recorrido de las aceras de la ciudad. Además, noto que las ventanas de las casas de Palermo miran de reojo y los perros tienen cuatro patas... En Cataluña tienen tres (risas). No, en serio, este país incluso ha inspirado algunas de mis obras. Todo el disco de La diferencia está compuesto entre la Argentina y México.
–¿Y en el campo teatral?
–A ver... No, ahora no caigo.
–¿Hasta qué punto música y teatro van de la mano para usted y en qué punto se autonomizan, se bifurcan?
–Soy yo en mis pequeñas acciones cotidianas, reaccionando y acomodándome a cada situación cómo y cuándo puedo. Y en el escenario es lo mismo, soy yo ante cualquier situación estrafalaria en la que me envuelva el destino.
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