MUSICA › JULIáN HERMIDA PRESENTARá AGITANGO EN CARAS Y CARETAS
En el tercer CD del quinteto que dirige, conviven clásicos como “Negracha” y “La puñalada” con temas propios. El sonido es moderno, elegante y a la vez con los tiempos bien marcados, para seducir a los milongueros.
› Por Andrés Valenzuela
Una estética contemporánea, una selección de temas bailables que no resignaran la creatividad musical, una serie de tangos nuevos codeándose con los clásicos. Julián Hermida encaró esa búsqueda como una necesidad antes que como un horizonte programático. Así nació Agitango, la lograda tercera placa del quinteto que dirige y que se presentará mañana a las 21 en la Sala Caras y Caretas (Sarmiento 2037). El resultado llama la atención por su buena factura y por su potencial para satisfacer a los distintos públicos del palo tanguero –excepto, claro, a los más conservadores–. Hermida aprendió a bailar (“mal”, reconoce) y desmenuzó a los clásicos, los comparó con los nuevos y encontró las formas de aunar sus berretines de compositor con su interés milonguero.
Después de ganar un Premio Gardel el año pasado como Nuevo artista de tango por su dúo con Juanjo Hermida, Julián revitalizó su +5 y lanzó Agitango, donde se mezclan clásicos como “Negracha”, “La puñalada” o “Romance de barrio” con temas de su autoría como “Nené”, “Trin trin” y el que da nombre al disco. También hay composiciones de sus contemporáneos como “Quinquela”, de Ramiro Boero, o “Adiós Buenos Aires” de la japonesa Nobuko Yasuda, entre otros. El sonido es moderno, elegante y a la vez con los tiempos bien marcados, cosa que cualquier milonguero sabrá apreciar. “Música de ahora, pero que se pueda bailar”, plantea Hermida cuando piensa el disco dentro de la escena tanguera.
“Muchas veces hoy como la música no está pensada para bailar, rítmicamente en la pista traiciona a todo el mundo y termina no funcionando o no interesando”, reflexiona. “Y pasa también que muchas veces los hacedores de esta misma música prejuzgamos que el bailarín quiere música cuadrada y barata, y la realidad es que no: antes estaban Aníbal Troilo, Armando Pontier, tipos que tocaban música increíble y que sin embargo en la pista funcionaba a las mil maravillas”. Con eso en mente tomó clases de baile, trajinó pistas y analizó clásicos y nuevos. “Entendí que pifiamos en algunas situaciones rítmicas”, señala. Así, se apartó de algunos yeites del tango nuevo, como el modelo de marcación rítmico “3-3-2”, evitó abusar de los solos y apostó por algunos tuttis orquestales. “La melodía tocada por todos garpa mucho más en la pista”, asegura y advierte que los solos “muchas veces son menos predecibles melódicamente y desconciertan al bailarín aficionado”.
En cierto modo, y aunque el propio Hermida no lo dice, Agitango funciona como una argumentación. Una declaración de que se pueden buscar elementos bien modernos y mantener el espíritu del tango de salón. En esa línea va la decisión de abrir el disco no con un tema propio, sino con un vals clásico como “Romance de barrio” (Troilo y Manzi). “Para el que está acostumbrado a escuchar la original, nuestra versión le deja claro cuál es el idioma del grupo”, plantea el guitarrista y director del quinteto. “Si hubiéramos abierto el disco con un tema propio no se entendía inmediatamente cuál era la propuesta porque en realidad no se conoce el tema, no se nota tanto. Así se aprecia mejor el arreglo y queda claro que respetamos el idioma del género, que no nos vamos a una fusión extraña pero a la vez aportamos ideas nuevas”, considera. Esto, asegura, les abría las puertas para incluir los otros clásicos de Pugliese, Tapia o Castellanos.
“Por otro lado, y eso también era una necesidad, el disco está conformado por muchas composiciones nuevas, pero no sólo mías”, destaca Hermida. “A veces es fácil grabar lo de uno, pero tomo el ejemplo de los grandes maestros, que grababan las composiciones de los otros directores del momento.” Así aparecen los temas de Boero, de Ivan Wyszogrod (el de la película Gatica, el mono), de Guillermo Fernández y de la pianista japonesa Nobuko Yasuda. “Lo invitamos a Alberto Podestá a cantar, por su peso y autoridad dentro del género, te oficializa eso de que él cante un tango nuevo.”
Hermida tiene alrededor de 30 composiciones, pero para el disco seleccionó apenas 3. Una de ellas, la que da nombre a la placa, la compuso en su adolescencia y ya tiene casi dos décadas a cuestas. “La rescaté porque estructuralmente me parecía adecuado para esto que quería”, dice y distingue el uso de la raíz de ‘agitar’ en el título. “No hace referencia a si el tango es agitado, sino a esto que sentimos los de la movida independiente, de que tenemos que agitarla nosotros”, destaca. “Es el agite, remar contra la corriente para hacer lo de uno”.
En la misma línea se ubica la portada del disco, fruto de su propia experiencia como dibujante (su trabajo desde los 15 hasta los 20 años) y la colaboración de un amigo diseñador gráfico. “Es una tapa que podría ser de un disco de cualquier otra cosa porque también creo que el tango tiene que renovarse”, propone. “El tango tiene severos problemas de imagen y la estética que suele manejarse hasta repele a la gente que no escucha el género. La estética de los shows en general está tan atrasada que es natural que una chica de 15 años no se identifique”, señala y advierte que no es una cuestión de instrumentación ni estilo musical sino “de ideología”. Y amplía: “Pasa un poco por el concepto de las letras, pero sobre todo por la estética que cae o en la cosa muy oscura o en la de recuerdo, o en lo más vulgar, algo que ni es nuevo ni identifica ya a nadie estos días”.
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