Mié 13.01.2016
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MUSICA › PABLO TOZZI Y SU MAPA IMPERFECTO DE CANCIONES CLANDESTINAS

Grabar bajo el influjo de las canciones

El músico comenzó a registrar el material que le dio forma a su nuevo disco sin otra intención que dejar un testimonio casi secreto. Pero a medida que el proyecto fue tomando forma quedó claro que valía la pena una edición oficial, aun en su formato austero.

› Por Cristian Vitale

Mapa imperfecto de canciones clandestinas. De entrada, desde el nombre nomás, hay un mundo de significantes y significados por descubrir. ¿En qué habrá pensado Pablo Tozzi cuando pensó el título de su flamante disco? Ahí va la respuesta: “Le puse así porque eran canciones destinadas a no aparecer publicadas. Composiciones que, en su mayoría, estaban destinadas a ser tocadas en la intimidad de mi casa”, aclara el contrabajista, cantante y compositor argentino, ante una explicación que, a priori, parecía más compleja. La que sigue y completa, tampoco es rara: “A raíz de la crisis del formato CD, pensaba en plasmarlas en una ‘edición ilegal’, pequeña, para mostrar a algunos periodistas y amigos pero, bueno, la cosa cambió”, desarrolla Tozzi. Lo que no cambió, claro, fue su intencionalidad estética. Adiestrado por un eclecticismo vital, y acompañado por músicos que no le pierden la huella a esa costumbre (Guillermo Capocci en guitarra, Alan Rodríguez en trompeta, Sebastián Jackimzuck en piano + aerófonos, Horacio Novello en percusión y Daniel Corrado, en batería), Tozzi echó mano a un mosaico de estilos (tango, jazz, funk, rock, músicas de raíz), lo pasó por su tamiz y el resultado fue el de estas trece piezas (más un bonus) que finalmente salieron de la clandestinidad.

“Yo creo que éste es un disco de canciones, aun más que mis últimos trabajos. Sin abandonar el compromiso por lo instrumental, el canto y los textos, que son la columna vertebral del disco”, señala Tozzi quien, entre un mar de composiciones propias, arriesgó dos heterodoxas versiones: una de Violeta Parra (la legendaria “Volver a los 17”) y otra del enorme tándem Leguizamón-Castilla: “La arenosa”. “La inclusión de esos dos clásicos de la música suramericana, que es mi patria musical, sirve como puente entre lo que históricamente me identifica como intérprete y todo lo nuevo que suena. Es más, es el único lugar en donde toco el contrabajo, prácticamente despojado de otros instrumentos. En el resto, me puse a tocar bajo acústico, guitarra y hasta un poco el piano”, cuenta el inquieto artista, que lleva años en el metier musical y que, en tal camino, se ha topado con gentes del palo como Norberto Minichillo, Sebastián Monk, Horacio Larumbe, María Creuza, Raúl Carnota, el Mono Izarrualde, Luis Salinas, y Mariana Baraj, entre muchos otros. “En una época, el gran Minichillo me decía ‘vos sos el mejor y el peor tipo que toca el contrabajo y canta’”, se ríe. “Sucedía eso sencillamente porque era el único que lo hacía, prácticamente. Hoy ya lo veo como algo que hago naturalmente, es parte de lo que tengo para decir artísticamente. Compongo, escribo letras y las defiendo con mi canto”, se define el creador de La Acústica Cuarteto, mirando(se) a través de los ojos del baterista fallecido hace casi diez años.

–Jazz + músicas de raíz + tango.... ¿cómo definiría su eclecticismo? porque siempre se trata de una cuestión de grados, algunos más, otros menos, pero casi todos los músicos de esta generación son eclécticos.

–Yo soy todo eso que nombra y lo que me va enriqueciendo a medida que pasan los años. Todo lo que escucho, en los proyectos en que participo, lo que leo... lo que vivo, en definitiva. A esta altura, no tengo dudas que la canción ocupa un papel esencial a la hora de elegir qué hacer. Igualmente, el “bichito” de improvisar y juntarme a tocar con otros músicos es algo que sobrevive, una constante saludable para no perder cierta pericia instrumental.

–¿Cuáles son sus referentes e influencias en cada género?

–Cada vez me cuesta mas definir cuáles son mis influencias. Con la cantidad casi ilimitada de información que existe actualmente, es muy difícil decir de dónde provienen. De todas maneras, si tuviera que enumerar los ingredientes para poner en la receta de mi olla musical, no faltarían nombres como Atahualpa Yupanqui, Charly García, Ariel Ramírez, Spinetta, Miles Davis, Cuchi Leguizamón, Beatles, Jobim, Fito Páez y Jorge Drexler... pero hay gente tan grande, con tanto talento que cualquier lista resulta incompleta.

El austero y acústico Mapa imperfecto de canciones clandestinas, disco que sucede –en carácter solista– a Ceremonias adentro (2001), Cueca negra (2009), y De cómo la luna despertó a los girasoles (2013), fue grabado entre España y Argentina, y cuenta con doce composiciones del propio Tozzi, entre las que se destacan la revisitada “Raíz Madre”, y “Por saber”, una calma y linda canción. “La primera es un viejo tema que rearreglé con una onda mas funky/rockera, si se quiere, y a ‘Por saber’ la incluí sobre el final, casi cuando estaba cerrando el concepto del disco en Madrigal de la Vera, España. Allí grabé prácticamente todo lo que se escucha y es importante recalar en esto, porque la grabación del disco entre los dos países se dio de manera casual... me reencontré allí con Horacio Novello, un amigo entrañable de mi adolescencia, y él se transformó en mi socio musical... sin él, hubiese sido imposible llegar a este disco. Así que con músicos de acá y de allá redondeamos la `vestimenta` no sólo de ‘Por saber’, sino de todas las canciones.”

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