La tapa del disco, como la mayoría de las tapas de discos, trae escrito el nombre de la banda: Siga la Flecha. Claro que la imagen que está debajo trae diez flechitas que salen en todas las direcciones, así que... ¿cuál es la que hay que seguir? “¡De eso se trata! En nuestra música hay flechitas para todos lados. Hay música electrónica, hay reggae, hay funk, hay psicodelia...”, dice Diego Hernández, que tocó percusión y coprodujo el álbum And the Panvisual Orientetion System. “Mirá vos, no lo había pensado”, suelta el bajista Fernando Perri y desata la risa de sus compañeros.

Pero, bien pensado, tampoco es tan extraño que no esté al tanto, porque Siga la Flecha es una banda bastante particular, que nació hace seis años como un proyecto de estudio del cantante y guitarrista Lisandro Aloi. En un viaje de estudio a Los Angeles, registró algunos demos de música improvisada que al regreso le mostró a Hernández. Con la dupla inicial establecida, hubo decenas de grabaciones y muchos músicos (además de las criaturas de Fernando Peña) pasaron por Siga la Flecha, hasta que el disco quedó listo. Pero ni siquiera entonces paró la mutación de la banda. Hernández colgó los instrumentos para dedicarse a un proyecto gastronómico, aunque sin abandonar su rol como parte de la “bola de energía” del grupo, y entraron Perri (que en el álbum había aportado voces), el tecladista y programador Emanuel Manso, y más recientemente el baterista Alejandro Wasserreich.

Otro aspecto extraño del grupo –que estará el domingo próximo en el Pepsi Music– son los gustos e influencias individuales. Aloi menciona a Pity Alvarez y a Joe Zawinul, Hernández a Los Piojos (bastante patente en la forma de cantar de su compañero) y Bob Marley, Manso a la electrónica de Matmos, y Perri a bandas como Carmina Burana y Karamelo Santo. “La personalidad de cada uno se mixtura en este proyecto, que está centrado en lo musical pero que incluye lo visual y lo teatral”, defienden. Por eso el disco incluye un video interesantísimo y un arte en el que las fotos y los textos (con mucha ironía) asaltan los sentidos. And the Panvisual Orientetion System podría ser un pariente lejano de trabajos de Santiago Vázquez, Gaby Kerpel o Fernando Samalea (que trabajó con Siga La Flecha). Pero Aloi no sabe demasiado sobre estos artistas: “Me da vergüenza contar que cuando me hablaron de Samalea no lo conocía. Empecé a escucharlo y me di cuenta de que era un batero de la hostia. Después conocimos a Fernando y nos dimos cuenta de que es un capo en todo sentido, porque no sólo toca fenómeno sino que además se prende en montones de ideas. En sus discos mezcla música con poesías, arma sus historias... Un maestro”.

–¿Por qué los atrae tanto la improvisación?

Emanuel Manso: –Porque es el disfrute puro e instantáneo de la música.

Lisandro Aloi: –A mí no me sale otra cosa. No me acuerdo los temas (risas).

Fernando Perri: –Por ahí dice: “¿En qué nota estaba este tema?” ¡Y es un tema suyo! Obviamente, la improvisación en todas las ramas del arte maneja ciertos esquemas. Hay pautas básicas en las cuales te movés para hacer una improvisación. No pisar al otro, bajar el volumen cuando otro larga un solo... Pero todo lo que está en el medio es el viaje.

Diego Hernández: –No podríamos haber hecho otra cosa. Inspirados por esas improvisaciones nos surgía una música que no era normal, en el sentido de que no era rock, no era reggae, no era nada establecido...

L.A.: –Y era todo a la vez.

–Las letras están en el librito, pero las voces están mezcladas bajas, casi más integradas a la música.

L.A.: –La idea era que la voz fuera un instrumento más. Y muchas veces cantar sin que se entienda, porque todo lo que está alrededor de la palabra te dice más que la palabra en sí. En teoría del conocimiento se le llama paralenguaje y bla bla bla... Más allá de cómo se lo explique, hay mucho de cómo se dice algo, más que lo que se está diciendo. Además, las palabras dan para malentendidos.