MUSICA › JUAN CARLOS DENIS, CREADOR DE LA CUMBIA SANTAFESINA, CELEBRA 40 AñOS DE LOS DEL BOHíO
Pese a que no puede usar el nombre de la banda, todos saben que el fundador fue el guitarrista. Para el festejo regrabó clásicos con su nuevo grupo, Juan Carlos Denis y su Bohío.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Juan Carlos Denis se crió en San Martín, un barrio humilde de Santa Fe. No había aparatos de radio en los hogares y la gente escuchaba música en tocadiscos o en boliches. Lo que más sonaba era la cumbia que bajaba de Colombia, inspirada por el Cuarteto Imperial. Esa era la banda de sonido de la clase obrera santafesina. En simultáneo, en la Escuela Industrial Superior (a la que Denis concurría) los muchachos hablaban de Beatles, Stones o de The Mamas and The Papas. El rock estaba en plena expansión y captaba adhesiones en los estratos medios de la sociedad. “Yo estaba en el medio de esa discusión, de la que participaba oyendo, sin decir nada”, confiesa Denis. Hasta que esa puja de ritmos y sonidos se articularon en un episodio que zanjó su destino: una Fender Stratocaster bordó ‘68 con la que grabó los 30 discos de Los del Bohío, el grupo que aportó una curiosa novedad a la música argentina desde el litoral. La “cumbia santafesina de guitarras”, que Denis compuso catalizando lo que oía en los lugares que frecuentaba, más las inquietudes que le despertaba el instrumento. “A mí me tiraba tanto lo que se escuchaba en el barrio como en el colegio, pero además veía que si quería sumar y crecer, tenía que prestarle atención a Roberto Grela, a Cacho Tirao o internacionales como The Shadows, para que el oído se afinara de otra manera”, explica Denis. “Siempre creí que la cumbia no era sólo baile. Paramos la pelota, enfriamos la cosa y lo hicimos más melódica. Y también agregamos un poco de pena y melancolía”.
El creador de esa extraña cumbia despojada de teclados y acordeones sigue vigente a pesar de problemas de salud y de un inconveniente legal que le impide presentarse con el nombre del grupo que él fundó, reapropiado en 2007 por Sergio Alguacil, uno de seis cantantes que pasaron por Los del Bohío. “Remite a un rancho muy habitual en nuestra zona, elevado con palos para preservarlo de las crecidas de los ríos. Me lo robaron y tal vez fui un boludo por no haber hecho nada en su momento, pero ya está. Nadie puede negar que yo inventé ese nombre y ese grupo en 1976”, sostiene. Bajo el nombre de “Juan Carlos Denis y su Bohío”, el “Titán santafesino” (declarado “ciudadano destacado” en 2012 por el Concejo Deliberante) anima shows para 15 mil personas en fiestas, plazas y eventos, demostrando que algo sigue vivo a pesar del paso del tiempo, las modas y tendencias. Un poder de convocatoria curioso para quien alguna vez definió a la cumbia como “la fiesta de los que siempre estuvieron afuera de las fiestas”. En el proyecto lo acompañan sus hijos Caíto y Franco en voz y bajo. “Tocar con ellos es algo tan fuerte que no puedo explicar con palabras. Lo veo con los ojos de mi corazón”, dice Denis. Como esa formación nunca había grabado, aprovecharon los 40 años que en 2016 cumplen Los del Bohío para saldar la deuda reinterpretando los viejos clásicos en un disco que se consigue en formato físico y de manera gratuita en Internet.
–Anda circulando un disco con canciones de Los del Bohío en formato “unplugged”. ¿Ahora resulta que también fundó la “cumbia acústica”?
(Se ríe) –No lo hice con esa intención. Ni siquiera lo hice yo. Seguramente fue algún fanático que se encargó de recopilar canciones mías en ese formato y las divulgó por ahí. ¡Y está muy bien! ¿Cómo qué no?
–Además de compositor, usted es autor. ¿Cómo le sienta el trabajo de poeta a una persona que es eminentemente guitarrera?
–Tengo que hacer grandes esfuerzos para que me salga lo mejor posible. Busco escribir algo apropiado a lo que siente cualquier persona que anda caminando por la calle, y tiene problemas comunes y corrientes. Pero es una tarea en la que hay que ponerse, no es que me levanto a la mañana y digo “voy a hacer una canción”, como si se tratase de pintar una puerta.
–Los del Bohío adaptan canciones de otros estilos, las reinterpretan bajo los cánones de la cumbia de guitarras. ¿Cuál es la motivación?
–En 1988 grabé un tema que había llegado a principios de los 70. En aquella época se vendían vinilos de colores con canciones de distintos artistas y hubo una que quedó en mi cabeza durante años. Lo busqué mucho tiempo en varias disquerías, hasta lo encontré de casualidad. Era “Vete”, de Los Amaya, unos españoles. Le dimos una vuelta y creo que terminó siendo la canción más conocida de Los del Bohío. Algo similar sucedió con “En mi cuarto vacío”, de Orion’s, o “A mi gente”, de Los Olimareños. Canciones distintas entre sí, pero que por un lado me golpeaban en el pecho y, por el otro, no hablan específicamente del sol, la playa y las palmeras, temas comunes en la cumbia. Busco son canciones que los muchachos del bajo barrio sientan propias.
–¿Qué opina de otras corrientes como el cuarteto o la cumbia villera?
–Pienso que son gritos de la gente, de una comunidad. De lugares postergados donde el hombre se levanta a las 5 de la mañana para ir a laburar. Son una marca de expresión del pueblo y no se puede negar. Existen y hay que reconocerlas como tal. Es un grito de los chicos y chicas jóvenes. Son ellos expresados a través de esa música.
–¿Y por qué cree que estas expresiones son más populares?
–No se puede ir en contra de la opinión de la gente. En lo mío, hice lo que pude hasta donde pude y me gratifica el reconocimiento de la gente. Lo que nunca haría es ponerme en una especia de grilla de carrera a ver quién llega más lejos. La música no es para estar mirando quien es mejor que quién... ¡nadie lo es! Hay que conformarse con lo que uno hizo, así le haya gustado a un puñadito de gente.
–Si tuviera que elegir un género afín a la cumbia de guitarra, ya sea por su música, identidad o sensibilidad ¿Cuál sería?
–Me remito a la música tropical: ésa es la matriz de la que se desprende mi música. Aunque también me suenan familiares otras cosas, como el folklore moderno o el carnavalito, donde se usa güiro. He oído alguna vez que calificaban a mi música como “salvaje” y me pareció una valoración hermosa. Porque hay mucho de improvisación, de tomar la guitarra y hacerlo en crudo. En una época, me juntaba con amigos a matear y a comer tortas fritas, y zapábamos. Salían cosas buenísimas que después me lamentaba de no haber grabado en su momento de creación. Cuando uno entra a un estudio, medio que ya está todo armado para cumplir con la expectativas de los empresarios y la gente. Nada que ver con la sangre que traés desde tu casa, donde usás la guitarra todo el día.
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