MUSICA › FERNANDO LERMAN Y SU DISCO INSTRUMENTAL TUYO, MIO, NUESTRO
El compositor, saxofonista y flautista navega con naturalidad entre la música popular y la académica. En su nuevo CD, elige el eclecticismo genérico, que se nutre de jazz, tango, folklore e incluso música clásica, para ejecutar temas propios y ajenos.
› Por Cristian Vitale
Aquel “lo tuyo es mío y lo mío es mío”, que Moris le endilgaba a un carnicero hippie, un tal Pato, operaba –y opera, claro– como una forma perfecta de detectar y condensar dónde está el origen de todos los males de este mundo. Treinta y siete años después, un tal Fernando Lerman, compositor, saxofonista y flautista de fuste en el cruzado universo de la música popular y académica argentinas, la retoma y la da vuelta para titular su nuevo disco: Tuyo, mío, nuestro. Y no niega que la inversión de la fórmula haya salido de ahí: “Quizá fue así, si, porque Treinta minutos de vida, el disco azul de Moris, fue una de mis primeras adquisiciones, en plena dictadura y medio a escondidas, en el Parque Rivadavia. Soy de los que hizo la secundaria en la época de Malvinas, y el rock nacional era contracultural para nosotros”, se presenta él, que estrenará su disco hoy a las 21.30 en Circe (Córdoba 4335). “Pero también salió de los misterios de la composición musical… una periodista me dijo: ‘tu tema ‘Gladiador calchaquí’ se me representa como mi viejo tucumano que se levantaba todos los días a las 5 de la mañana a laburar’ y yo le contesté ‘ahora esa música es tuya’”, amplía Lerman como para garantizarle, al menos, un doble significado a su disco.
Un disco instrumental que invita, gentil, a varios géneros (jazz, tango, folklores e incluso música clásica) y los hace convivir en íntima armonía. Para lograrlo, el vientista se vale de los tres pronombres posesivos que reúne el título. El “tuyo”, engloba versiones de Juan Falú, Obi Homer, Claudio Ceccoli y Alan Plachta, con esas cuatro guitarras presentes. El “mío” es el de la mencionada “Gladiador calchaquí” y demás composiciones propias (“El grillo violinista” y “Cerro siete colores”, entre ellas). Y el “nuestro” es el de las versiones libres de clásicos de MPA como “Golondrinas” del tándem Gardel-Le Pera; “Chacarera de las piedras”, de Yupanqui; “Tero Tero”, de Waldo de los Ríos y “Zamba del Pañuelo” de la dupla Leguizamón-Castilla. “Todo esto empezó a gestarse en 1997, durante un concierto de profesores en el Manuel de Falla con Juan Falú. Ese mismo año también sacamos “El grillo violinista” con Liliana Herrero. También hubo un concierto en Bariloche con el gran pianista Hernán Lugano, en el que el repertorio se armó por mail así: tres temas tuyos, tres míos y cuatro standards, de acá”, desanda Lerman, que porta en su carga histórica composiciones en clave de música de cámara; obras infantiles; entrecruces varios con Ricardo Nolé, Juan “Pollo” Raffo y Jorge Retamoza, entre otros; proyectos grupales como El Cuatriyo y la dirección del sello P.A.I, fundado por su padre en 1968. “El sello es un hobbie para mi, nunca un negocio. He conocido excelentes músicos gracias a él”, sostiene, sobre el sello que también le publicó discos a Ernesto Jodos, Willie González y Roxana Barone, entre otros.
Y el suyo, claro, que plasma notoriamente eso de compartir. “Cada guitarrista del disco tiene un modo personal de abordar la música. Elegir un tema de ellos, uno mío y uno de algún compositor argentino consagrado fue toda una negociación artística”, admite Lerman y va a los detalles: “Falú es espontaneidad pura, Plachta es probablemente el más jazzero, Ceccoli folklórico y académico y Homer se muestra como gran arreglador y solista”, define este seguidor –también– de las huellas nacionalistas de las tres G (Guastavino-Ginastera-Gilardo), que no invalidan, por supuesto, las influencias de Chucho Valdez o Hermeto Pascoal, ni, por supuesto, las del folklore de tierra adentro. “Nuestra identidad pasa por emplear gestos musicales que tienen las sonoridades de las regiones de nuestro país. No con el sentido estanco de género, sino como elementos que caracterizan a las músicas: los giros del tango, el ritmo de huayno, la armonía de la tonada cuyana, el batido de la chacarera, el mecer de una canción del litoral, en fin, la música que siempre intenté hacer… que tiene recursos jazzísticos o académicos pero, sobre todo, el sonido de nuestro país”.
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