MUSICA › ANABELLA ZOCH Y SU GIRA POR EUROPA CON PETECO CARABAJAL
La cantante compartió con el referente folklórico un tour que atravesó Madrid, Barcelona, Munich, Roma y París, entre otras ciudades, en solo 22 días. El objetivo fue difundir la chacarera en el viejo continente.
› Por Cristian Vitale
La alquimia empezó a funcionar con un disco de ella con todos temas de él: Espejo de amor. Un homenaje de Anabella Zoch a Peteco Carabajal, con el homenajeado como partícipe, y poblado de temas compuestos por ambos, “Domingo” y “El bien y el mal”, por caso, más “La estrella Azul” y “Domingo”, entre otros, propios del músico de La Banda. Luego se afianzó a través de un acontecimiento que fue el más importante del año, también para ambos: una gira por Europa que atravesó Madrid, Granada, Almería, Valencia, Barcelona, Tiverton, Viena, Munich, Roma, París y Copenhague en –apenas– veintidós días. “Fue un emprendimiento artístico mágico”, introduce la compositora y cantante que, pruebas al canto, se ha convertido en una especie de alter ego femenino del mismísimo Peteco. “En Madrid estuvimos en la sala Galileo Galilei, donde tuvimos la sorpresa de encontrarnos con Rafael Amor y su hijo Salvador, y fue algo movilizador. Tanto que Rafael, notablemente conmovido, empezó a contar anécdotas de la familia Carabajal, de cuando Peteco tenía nueva años. Después, lagrimeando, cantamos ‘Corazón Libre’, cuenta ella, sobre uno de los episodios de la gira.
Otro, como el concierto el Orfeo Martinenc de Barcelona, fue transmitido en directo por streaming, y lo organizó la comunidad mendocina en el exterior que, según la Zoch, tiene plena noción de las necesidades humanas en el exilio. “Después tocamos en Tiverton, un pueblito de Inglaterra, gracias a un productor inglés llamado Terry, que recorre el mundo conociendo músicas y generando arreglos corales en su ciudad. El nos recibió con un mástil que tenía la bandera argentina a lo alto, flameando, y fue una imagen muy fuerte, porque no tenía ninguna intensión de acercarse a la temática de Malvinas, sino simplemente hermanar. Ahí entendimos que Malvinas es algo que al pueblo inglés no le incumbe. Ni siquiera está notificado de este drama de poderes… es algo alejado del diario vivir de ellos. Allí cantamos algunas canciones los Beatles, y recordamos el gol de Maradona, ante las risas del público”, sostiene la cantautora, que volverá a presentar Espejo de amor, esta vez en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772), el domingo 31 de julio a las 20 y con un estreno que da nombre al espectáculo: “Tierra hembra”.
“Es el nombre de una nueva canción, con música de Peteco y letra mía, que pone a la tierra como mujer en sus palabras, sus deseos y sentimientos. Que traduce la relación de pareja entre dos seres, el ida y vuelta, la acción-reacción, y el ruego de la tierra de detener el maltrato, clamando por protección. Yo me personifico como mujer cantando, gestora universal de vida en nombre de todas las tierras, y todas las mujeres”, detalla ella, antes de volver a resaltar detalles de la gira cuyo fin –último y primero– fue difundir la chacarera en Europa, bajo la organización de Cúcuma Producciones, la productora autogestiva que arrea la misma Zoch junto a su socia –la directora, en verdad– Valeria Martino. La gira europea, que llamaron Chakarera en honor a la traducción quichua de la palabra, tiene como fin difundir el género en tanto patrimonio cultural inmaterial de la Argentina, con Peteco como artífice principal y la compañía de su hijo Homero. Por eso han sonado -y sonarán, allá lejos- gemas como “Puente Carretero”, “La canción del brujito” y la mencionada “Estrella azul”, a guitarra, bombo y violín. “En Munich, lo más fuerte fue reencontrarse con Gregorio, el hijo de Jacinto Piedra, que nos acompañó toda la noche y dejó de regalo un momento fuerte: mientras esperábamos el avión que nos llevaba a Viena, se sentó junto a Homero y Peteco, y les cantó a viva voz las canciones de Jacinto que retumbaban en los pasillos del aeropuerto, urgentes, ante la despedida”, se conmueve la cantautora nacida en San Nicolás, que se abrió camino en Europa tras haber vivido diez años Sevilla, de donde se fue, pero –parece– no perdió su silla. “La gira también incluyó workshops de chacarera tanto de danzas como instrumentales, y la aplicación de los instrumentos al género. Para los europeos, esto es una novedad total como danza, que ya es bailada en las milongas mundiales, y se lo toma como un género seductor para los músicos que buscan comprender su acentuación y su ritmo. El público, por supuesto, reacciona con alegría como sucede siempre con una chacarera. Es algo que no tiene fronteras”, remarca la también percusionista, que tiene entre sus planes grabar su próximo disco solista “con un sonido regional y un lenguaje más vanguardista”, ventila y luego vuelve montada en otro aspecto de su gira mágica –pero no tan misteriosa–. “Vimos el país desde afuera, hablamos con la gente y oímos su preocupación por lo que oyen de nosotros… la verdad es que las noticias de la Argentina en el exterior no son buenas. Pero, por otro lado, compensó el sentimiento común de los demás: la añoranza de lo propio, más allá de la profunda emoción que les significó ver de cerca a un artista popular de todos los tiempos como Peteco. He visto gente llorar, bailar, aplaudir y descontrolarse disfrutando al máximo la sensación de volver a la tierra de cada uno al menos por tres horas. La verdad es que terminar un recital, dormir un rato, levantarse a las cinco de la mañana y salir hacia otro país valió la pena… fue una dinámica impresionante para nuestros cuerpos pero nos regaló la felicidad total”, concluye esta intrépida embajadora mundial de la chacarera.
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