MUSICA › JOHN LYDON VUELVE A BUENOS AIRES CON PUBLIC IMAGE LTD.
Revolucionó al rock al frente de los Sex Pistols, pero cuando todos adoptaron el pelo en cresta y los alfileres de gancho, él ya estaba inventando el post punk al frente de PiL. En los últimos años reformó esa banda, con la que sigue mordaz y creativo.
› Por Roque Casciero
Ya no grita que es el Anticristo ni putea a la realeza británica como en los tiempos en los que se consagró como rey del punk. De hecho, cuando media juventud inglesa malentendió su mensaje al frente de los Sex Pistols (y se peleó con sus excompañeros, pero sobre todo con el manager Malcolm McLaren), él se corrió y formó Public Image Ltd., banda con la que inventó otro género: el post punk. John Lydon es entonces doblemente crucial en la historia del rock, algo de lo que pocos iconos pueden enorgullecerse. En los últimos tiempos, el artista anteriormente conocido como Johnny Rotten reformó su segunda banda y, ahora desde la autogestión, grabó dos buenos discos, This is PiL (2012) y What the World needs now (2015). Y es con el cuarteto que pisará suelo argentino por tercera vez (una fue con la reunión de los Pistols), el próximo jueves en el Teatro Vorterix. “Para mí tiene sabor a revancha porque, debido a lo que me hicieron las compañías discográficas, me costó más de dos décadas poder regresar. Finalmente pude armar mi propio sello y pagar mi salida de los majors, y creo que ahora estamos haciendo la mejor música de toda mi carrera”, suelta a través del teléfono.
–En el último concierto de los Sex Pistols usted dijo su famosa frase “¿Alguna vez se sintieron estafados?”. ¿Cuántas veces volvió a pasar por una sensación similar?
–Nunca desde que dejé esa banda, porque estoy al mando de mi propio destino. Las discusiones que tuve con los sellos discográficos a lo largo de los años, por más que me causaron gran cantidad de problemas, en realidad no fueron tan serias como las que tuve entonces: nos enfrentábamos a que nos absorbieran, a que nos dijeran qué hacer no un mánager idiota sino los directivos de un sello. Y no iba a convertirme en un nuevo Mick Jagger, así que me alejé de ese estrellato pop. Cuando empecé PiL, quería que fuera con una manera completamente diferente de abordar la música, con nosotros como miembros igualitarios, más como una sociedad de amigos que un negocio, que es en lo que mi primera banda desafortunadamente se convirtió. Y no por culpa de ninguno de los miembros de la banda, dejame agregar: fue la arrogancia de gente que nos rodeaba la que la arruinó.
–Después de haber cambiado el curso del rock en más de una oportunidad, ¿qué es lo que lo impulsa a seguir adelante?
–Mientras haya un ser humano sobre el planeta, no voy a quedarme sin material para las canciones. La mayoría de mis canciones trata sobre dilemas personales. Con mi primera banda comencé atacando a las instituciones, que siempre estarán ahí y que me molestan, y por supuesto a las religiones... Básicamente, ha sido (pone voz burlona) un viaje de auto descubrimiento.
–¿En qué sentido?
–Bueno, cuanto más aprendés sobre otras personas, más empatía desarrollás y más aprendés sobre vos mismo. Estoy en este planeta para dejarlo mejor cuando me vaya.
–Pero en 1977, usted era el enemigo público número 1.
–Toda una ironía, ¿no? Pero así funciona: cuando ofrecés un cambio sustancial al modo en que son las cosas, de inmediato estás poniendo el cuello en la guillotina en términos políticos. Mi mensaje es el mismo que me transmitieron mi madre y mi padre: no toleres la injusticia. Y no se necesita violencia, porque eso no resuelve nada.
–Usted era considerado violento.
–Y era completamente falso, sin ninguna clase de basamento.
–De hecho, cuando el punk se puso violento, usted ya estaba en otra cosa.
–Sí, bueno, esos fueron los tontos que se confundieron y que no estaban listos para escuchar el mensaje inicial. Por supuesto, uno lidia con la codicia, el egoísmo, el egocentrismo y la arrogancia de gente quiere ser estrella pop de inmediato, sin considerar que de lo que se trató fue de un impacto social que le dimos a la gente. Toda mi vida fui muy cuidadoso de las palabras que elegí y del modo en que las pronuncio en las canciones porque no quiero malentendidos. Si hay alguna confusión, es porque la gente realmente no me escucha a mí sino a otros. Y esos otros son venenosos.
–Hay muchos libros escritos sobre usted...
–(Interrumpe) A menos que estén firmados por mí, entonces no son ciertos. Nadie puede hablar por mí excepto yo.
–Pero, ¿los leyó?
–Oh, yo leo todo. Leer es lo que más me gusta hacer. Y a veces es muy divertido leer una bolsa de mentiras (risas).
–¿Considera así a Rastros de carmín, de Greil Marcus, por ejemplo?
–Sí, definitivamente: es un viaje de fantasía intelectual. Creo que distraía porque su premisa era una mentira, pero así y todo fue aplaudido y adorado. Y aquí estoy yo, siendo cuestionado hasta el día de hoy: me resulta absurdo. Soy la prueba viviente de lo que quiero decir cuando digo algo. Podría haberme tragado todos mis valores y principios, y me hubiera convertido en una famosa estrella pop llena de guita, pero elegí otra cosa. Y eso no es algo por lo que tengan que faltarme el respeto.
–¿Cómo fue que usted tuvo eso tan en claro cuando era tan joven?
–Cuando era muy chico tuve una meningitis que casi me mata y me tomó casi cuatro años recuperar mis recuerdos, porque ni siquiera sabía quién era o quiénes eran mis padres. Aprendí a depender de extraños para saber la verdad y desde entonces no le miento a los demás, porque sé cuánto me herían las mentiras cuando estaba tratando de descubrir de nuevo quién era yo. En muchos sentidos, tuve una segunda oportunidad en la vida y creo que eso me hizo una mejor persona, por eso la estupidez sin sentido de convertirme en una estrella pop no me interesaba en absoluto. Nunca pensé que los Pistols fueran a durar más de un mes, creía que nadie iba a escucharnos, y me encontré en esa posición ridícula. No creo que se pueda hacer del mundo un lugar mejor absorbiendo vastas cantidades de dinero sin ninguna razón valedera. Y yo tengo buenas razones para existir, que están al margen de la fama y la fortuna. Desafortunadamente para mí... (risas).
–Acá va otro juego de palabras: usted se hizo famoso atacando a la realeza y terminó convertido en el rey del punk.
–(Se ríe) Es muy gracioso, ¿no? No creo en la monarquía. Es un título que me dieron y no se lo voy a dejar a gente que creo que no merece el crédito.
–¿Como quiénes?
–Como cualquiera de estos que se pusieron el traje punk más tarde. Para mí, los peores de ese lote son los Green Day: no te ofrecen nada en absoluto. Son imitadores en las ideas y en las ropas. Es algo que sucedió hace cuarenta años, ridículo... ¡Salgan de mi guardarropas, consíganse ropa ustedes! Y ya que estamos, también dejen en paz a mi peinado, inventen uno propio (risas).
–Dijo muchas veces que la mayoría de las bandas punk eran “una mierda”. ¿Cuáles no lo eran?
–No me gustaría hacer esa lista, me parece que las que no encajaban en ninguna categoría eran las mejores. En los primeros días, yo amaba a X-Ray Spex, The Slits, The Adverts... Había muchas bandas fantásticas y muy diferentes entre sí, pero muy rápidamente se engancharon los imitadores y antes de que pudiéramos darnos cuenta, todos estaban usando camperas de cuero. Todos se veían idénticos y sonaban idénticos. Y a mí no me gustan las canciones que van a un ritmo ridículamente rápido... Me gustan más las que son como un tanque de guerra subiendo una colina, con un flor de cañón en el medio, más que un auto rápido y escurridizo.
–Ya que habla de canciones, en la que le da nombre a su último álbum dice que lo que el mundo necesita ahora es “otro fuck off”.
–En realidad, esa canción es un réquiem para mi padre, que murió dos años antes de hacer el disco y que todavía permanece en mi mente. Recuerdo su sentido del humor seco... ¡y él hablaba de esa manera! Tenía un modo de ser bien de la clase trabajadora: muy directo y a la vez profundamente gracioso. Y lo que a primera oída sonaba brutal, en realidad era camaradería.
–Se siente muy orgulloso de ser de clase trabajadora, ¿no?
–Sí, mucho. Y estoy muy orgulloso de ser un integrante del planeta Tierra.
–Usted parece odiar a los intelectuales, pero lee mucho.
–No, no. La intelectualidad es algo muy bueno, es una investigación profunda de los problemas. Soy un lector estudioso y serio del trabajo de otras personas, pero hay muchos temas en los que le erran feo. El inconveniente es que muchos de los intelectuales más famosos carecen de humor. Para mí, el humor es la mejor forma de intelectualidad, pero ellos no lo ven. Mi humor es un buen regalo de mi herencia irlandesa: nosotros nos reímos en los funerales y lloramos en las bodas.
–¡Así debería ser siempre!
–Eso creo. Cuando lo pensás, tiene mucho más sentido. Pero, claro, ¡tenés que pensarlo! Y entonces esa estrategia te va a resultar exitosa. En la vida siempre hay que tener sentido del humor y nunca tomarte muy en serio a vos mismo, porque si no, no te vas a dar cuenta de cuáles son los verdaderos problemas.
–Ahora todo el mundo habla del Pokémon GO. ¿Es cierto que usted gastó mucho dinero en juegos de iPad?
–Sí, me encantan los videogames, me resultan muy divertidos y relajantes, el problema es que me hacen mal a los ojos y que gasto mucho bajándolos. Ese es mi niño interior y no podés sacármelo. Nunca voy a crecer de verdad... Y no quiero. Pero, bueno, desafortunadamente me gasté un montón de dinero en esos juegos (risas). La verdad es que fue la primera vez en mi vida que me permití gastar dinero en mí mismo. No soy así, no me compro joyas ni autos rimbombantes. Mi mayor lujo en un auto fue un Volvo...
–Un auto muy seguro, se sabe.
–Seguro y práctico. Y así es como yo encaro mi vida, salvo en lo que tiene que ver con escribir canciones y actuar (risas). Es entonces cuando la cosa se pone muy peligrosa...
–En términos musicales, tomó muchos riesgos.
–En ese sentido, me suicidé en casi todos los discos, porque son muy distintos entre sí y e hicieron que mis seguidores se sintieran amenazados. Lo que desde un punto de vista externo puede aparecer como falta de estabilidad, en realidad es simplemente originalidad. Y ese es un concepto desafiante para los fans de la música moderna.
–Como impulsor del punk rock e inventor del post punk, ¿cuál de esos géneros le parece más importante en términos musicales?
–Hoy, ninguno de ellos. Fueron relevantes en su momento, pero no ahora. Las cosas tienen que avanzar, progresar. Si no progresás, te estancás. Y te lo digo como el rey del punk... Siempre he tenido valores muy intensos. No moral, que es algo religioso. No soy religioso, pero mis valores son consistentes desde que mis padres me los inculcaron cuando era muy chico. Y creo que mi enfermedad infantil me ayudó a forjar una personalidad muy fuerte: sé lo que está bien y lo defiendo.
–Pero en toda su carrera, que ya lleva más de cuarenta años, ha dicho cosas que pueden ser vistas como contradictorias...
–(Interrumpe) Bueno, bienvenido al mundo (risas).
–Igual, en su primera autobiografía (No Irish, no blacks, no dogs) lo explica con una frase: “Las ideas cambian”.
–Sí, porque tengo una mentalidad abierta. Si seguís de modo rígido una idea durante años y años pero de repente descubrís, digamos en un libro, que alguien tiene una percepción mejor, entonces deberías adoptarla. Todo lo que hago en mi vida es luchar por hacer las cosas como se debe, no equivocarme. Y no me aferro a lo erróneo sólo por tozudez o ego. Para mí, la vida es un aprendizaje constante: cuanto más aprendo, mejor soy. Lo que he hecho toda mi vida es analizar todos los aspectos y perspectivas de cada situación. Como ejemplo, la canción “Bodies”, de los Sex Pistols, trata sobre el aborto, y yo considero ahí ambos lados, pero finalmente me decido por la elección de la mujer. No me corresponde a mí decirle a alguien qué hacer con su propio cuerpo. Es una canción enojada, pero considera todos los ángulos, no sólo mi punto de vista egoísta.
–Nevermind the bollocks, el único y crucial disco de los Sex Pistols, cumplirá cuarenta años en 2017...
–(Interrumpe) ¿De verdad? Bueno, salúdelo de mi parte (risas).
–¿Los Pistols tienen algún plan para el aniversario?
–¡No, no! Mucha gente está armando toda una situación con ese tema, pero ninguno de los integrantes de la banda está involucrado. Es todo muy extraño, como si nuestras vidas hubieran sido secuestradas por impostores. Parece como si quisieran que estemos muertos para que puedan simular ser nosotros (risas). Si querés sentir esa energía, tenés que ir y generarla vos mismo, no podés imitarla, robarla o cooptarla. Mis valores no cambiaron: do it yourself, hacelo vos mismo. Y si no podés hacerlo mejor, ¡callate la boca!
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