MUSICA › DANIELA HOROVITZ Y ENTRE LAS FIERAS Y LOS LIRIOS, SU úLTIMO DISCO
En su tercer disco solista, la cantante y compositora ofrece un mundo al mismo tiempo medieval y contemporáneo, inspirado en poemas y adaptaciones de relatos de Safo de Lesbos, Pizarnik, Lorca, Conrad y Poe, entre otros.
› Por Silvina Friera
Las campanas suenan como antiguos tañidos de un mundo fantasmagórico. La voz de una intérprete anticipa una atmósfera de oscuridad, pasión y muerte: “Si amores me han de matar, agora tienen lugar”. El verso de San Juan de la Cruz, religioso y poeta del renacimiento español, preludia Entre las fieras y los lirios –título que viene de un poema de Marosa di Giorgo–, tercer disco solista de la cantante y compositora Daniela Horovitz, inspirado en poemas y adaptaciones de relatos de Safo de Lesbos (siglo VII a.C.), Alejandra Pizarnik, Leopoldo Lugones, Federico García Lorca, Joseph Conrad, Edgar Allan Poe, una poesía anónima del siglo XV que utilizó Shakespeare en Otelo, una version de Antígona inspirada en un texto de Marguerite Yourcenar, y un poema de Di Giorgo. Este discazo que suena medieval y contemporáneo, con canciones que pueden mixturar un lieder de Robert Schumann y un malambo ginasteriano, la lúgubre belleza de Henry Purcell o el arrebato flamenco, se presentará este jueves a las 20.30 en el teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875).
Las tinieblas y la oscuridad aparecen en varias canciones del disco como “A Histeria” (Lugones) o “El corazón de las tinieblas” (Conrad). “Hay una primera instancia a la hora de crear algo que pareciera ser intuitiva; muchas veces no sabemos por qué elegimos lo que elegimos, es una idea que pareciera emerger de la nada y nos obliga a lanzarnos sobre ella, como si no tuviéramos más opción. Después vemos que tenía mucho que ver con recuerdos, lecturas, sensaciones del pasado que están en el cuerpo. Siempre me gustaron esos bosques medievales, la revisión de esa época de Italo Calvino, por ejemplo; pero la oscuridad de El corazón de las tinieblas es otra, no es estética, bella o romántica; son las tinieblas del corazón humano, la oscuridad del alma, y esa frase ‘Ah el horror, el horror’, emblemática en la literatura, no tiene nada de fantástica, es un momento de lucidez, en medio de la pesadilla de la oscuridad humana –plantea Horovitz a Página/12–. ‘A Histeria’ tiene ese marco de bosque fantástico, tenebroso y sin tiempo, que se me representa como una mezcla de selva negra alemana y pampa criolla, con sus caballos desbocados y su pasión a flor de piel. Musicalmente me sugería esa unión, algo como un lieder de Schumann y un malambo, el piano y el cello haciendo contracantos y el bombo desatando esas pasiones”.
–Este proyecto surgió cuando me convocaron para cantar en el BAN, Buenos Aires Negra, el Festival de literatura negra. Entonces, lo primero que se me vino a la cabeza fue Poe. Este fue el último poema que escribió, se editó póstumamente, se supone que la musa fue Virginia, su prima, con la que estuvo casado 10 años, ella tenía 13 y el 27, y se conocían desde chiquitos, ella murió a los 23. Eso marcó su vida, la muerte para él era una hermosa y joven mujer, de la que estaba enamorado. Me conmueve en ese poema su dolor tan vivo, como si hubiera sido el primer poema que escribió. Me inspiré para esta canción en Henry Purcell, compositor inglés de fines del 1600, del cual soy fanática, creador de bellísimas óperas, lúgubre y sutil. Su canción “Cold Song” es tan conmovedora...el protagonista se congela hasta morir y entonces las palabras se van cortando como si se hundiera en un bosque helado. Mi sobrino Amadeo de 11 años, recita en la canción, como si fuera este chiquillo, que era Poe, con su acento español, que le da algo antiguo o de cuento atemporal y es para comérselo.
–La poesía tiene su propio ritmo y su propia música, por eso no es sencillo dotarla de otra música y no todos los poemas se dejan. En el caso de Safo de Lesbos, por ejemplo, los poemas que ella escribía eran siempre cantados y acompañados por la lira, e incluso bailados. De esa música no quedó ningún registro, sólo fragmentos de sus 9 libros, pero a mí me parece hermoso pensar que estoy devolviéndole la música a esos poemas, a 2600 años de distancia. Tanto me hermané con Safo que me mandé a hacer una lira, con un luthier de Córdoba, ¡es hermosa! Y canto sus versos con ella.
–Lo que me impactó de Marosa es ese universo de paraíso enrarecido, de naturaleza, de flores y animales que hablan y copulan, de hadas y novias y abuelas que son desvirgadas por el aire o por una lámpara, lo desaforado de ese mundo. Con Safo la vinculo por la idea de la naturaleza también, una isla, donde se reunían un grupo de mujeres a armar coronas de flores, a bailar y a cantar y donde el deseo y lo erótico es el eje. Y de Safo destaco que aunque su poética muchas veces describa la no correspondencia amorosa, no lo hace desde un lugar melancólico, es más bien de disfrute del tiempo compartido. Alejandra es más trágica, y su goce parece residir en las palabras, ese es su paraíso, aunque ella misma decía que una frase que la retrataba era de Lewis Carroll en Alicia, “sólo vine a ver el jardín”, porque el jardín es el espacio de Alejandra, pero es un jardín tenebroso.
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