Mié 17.08.2016
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MUSICA › JAVIER MARTíNEZ HABLA DE SU DISCO PENSá POSITIVO

“Deberíamos empezar por vacunarnos contra la soberbia”

En su flamante álbum, el cantante, baterista y compositor grabó un tributo a Pappo, canciones nuevas y algunos clásicos como “Basta de boludos” y “Porque hoy nací”, una gema de sus años iniciales en Manal. La presentación será mañana en el Teatro Roma de Avellaneda.

› Por Cristian Vitale

Por múltiples motivos, las charlas con Javier Martínez suelen ser largas, viajadas, variadas. Es verborrágico, pero no por serlo, nomás: hay un trayecto de mil caminos que lo amerita. Una historia de memoria extensa. Martínez también es claro. Va al detalle, al núcleo duro de cada cosa que quiere contar, sea la historia de una canción, algún pasaje vivencial, el recuerdo de un amigo o la etimología de la palabra Manal... ¡que existe! (ver recuadro). Además, es sentencioso, pero no se desentiende de lo que juzga. “Este es un país lleno de boludos. Y me incluyo”, dispara. Habla, puntualmente, de “Basta de boludos”, una de las versiones que puebla Pensá positivo, su reciente disco, y se queda manija con lo que acaba de decir. “La grabé para el disco Swing (1998), después en el homónimo (2003), y ahora… Es un tema recurrente, sí. Vamos a empezar por vacunarnos contra la soberbia: yo soy un boludo, como creo que somos todos los argentinos. Estamos atacados de boludez, gravemente, y creo que tenemos que hacer una autocrítica, sobre todo los porteños y bonaerenses que tenemos ese lado fanfarrón. Sobre todo en estos momentos que se habla tanto de la grieta, y la puta que los parió con la grieta, me tiene las pelotas infladas”, se manda, en los prolegómenos del show que dará mañana a las 21 en el bellísimo Teatro Roma de Avellaneda (Sarmiento al 100).

La entrevista es en la pieza de un luminoso departamento que da a la avenida Entre Ríos y con un par de amigos de sobremesa. Entre ellos, Moris –con quien Martínez compartió Los Beatniks, allá lejos en el tiempo– que está descalzo pero con medias, y escribiendo en un cuaderno frases que le parecen llamativas. Mientras, en otro cuarto habla el creador de “Avenida Rivadavia”: “Acabo de leer La invención de la Argentina, del sociólogo Nicolás Shumway, y es interesante lo que el tipo dice, porque analiza dónde empezó la grieta: morenistas contra saavedristas. Después siguió con unitarios y federales, corrió sangre, sesenta años de guerra civil, liberales y revisionistas, que ustedes son unos cipayos y unos vendepatria, que ustedes son unos salvajes... Creo que ya está, muchachos, basta, estoy agotado de eso. Para mí no es una ingenuidad pedir que bajemos dos, tres cambios, y poner reglas de juego claras. Ahora están hablando de barajar y dar de nuevo, de reconciliación nacional, frases que se vienen repitiendo y la verdad es que soy un hombre grande ya. Seamos realistas, la grieta existe, pero empecemos a fabricar puentes”, opina el Manal que batió el récord de tocar la batería durante 41 horas y media “casi” sin parar.

–¿Y cómo le parece que habría que tender esos puentes?

–Creo que tenemos que aprender a volar para pasar por encima de la grieta, llegar al otro lado y decir “hola, muchachos, no venimos a pelear ¿podemos conversar?”. Y lo mismo con los que están del otro lado. Me siento orgulloso de tener una posición argentina e independiente, porque esto es importante, y no quiere decir que yo no esté comprometido. Bueno, “comprometido”... ¿comprometido con qué, flaco? Creo que tiene que haber un solo compromiso y es con la patria. Sé que suena barato, fácil y pelotudo, pero es la única. Comprometido con la patria y la paz. Empecemos por tratar de no pelearnos entre nosotros, porque si arrancamos así se acabó el diálogo y seguimos con una guerra civil latente, o funcionando. Esto es lo que quiero decir, de alguna manera, con “Basta de boludos”. ¿Soy un ingenuo? Bueno, lo seré, pero me baso en el Martín Fierro, de José Hernández , y en otros autores que buscaron el entendimiento.

–Algo poco fácil de lograr en un país históricamente cruzado por muchas identidades, visiones, intereses….

–Sí, pero cuando ves en la televisión que asaltaron a un tipo, no le robaron nada y lo mataron, ¿qué pasa? Son tipos que están muy enfermos. ¿Hay una sociedad que le está pisando la cabeza desde que nació a ese tipo para que esté tan loco y le salga del fondo del alma una violencia tan inverosímil que va, mata, y se olvida de afanar, que era su propósito inicial? ¡Ni siquiera le roba! Yo le diría al ladrón “andá y robá, si no podés hacer otra cosa, quizá la sociedad te puso en ese lugar, pero no le robes la vida al tipo, porque es lo único que no te podés llevar”.

–¿Cómo conectaría esta visión desencantada con Pensá positivo, el título del disco?

–Tirándole piedras a la grieta hasta que un día la cerremos. Tengo 70 años, no sé cuántos compases me quedan, pero me gustaría que en el futuro no se esté hablando de la grieta, de la guerra entre nosotros, sino de otros problemas que seguro vamos a tener.

Pensá positivo, cuyo correlato semántico es el tema “Positivo”, tiene doce canciones más. Tres de ellas, además de “Basta de boludos”, registradas anteriormente: “Juan, despierta ya” (Corrientes, 1994); “Porque hoy nací”, gema del Manal 1970, y una perla como “El hombre restante”, que Martínez había compuesto junto a Tanguito años antes, cuando todo era nada en el principio. Un alegato anti guerra nuclear, propio del segundo lustro de la década del 60. “La música es de él y la letra es mía. Soy de la generación que vivió bajo la amenaza nuclear, en plena Guerra Fría, cuando todos los días se acababa el mundo, porque se iban a trenzar Estados Unidos con la Unión Soviética y nosotros íbamos a vivir 24 horas más que el hemisferio norte”, se ríe el baterista, compositor y cantante. “Esa era la explicación y la letra retrata eso. Está inspirada en Dimensión desconocida, una serie de la época en la que un tipo que había entrado a robar un banco y cuando viene la bomba le queda la puerta del tesoro abierta y, cuando sale, ve una ciudad desierta con todos muertos… Era el que restaba, el hombre restante. Era una imagen posnuclear y yo dije ‘perdió actualidad, pero como testimonio de lo que viví de joven, ¿por qué no voy a ponerla?’ Al menos, para que los pibes que la escuchen digan ‘mirá, los tipos vivieron bajo esa amenaza”. Ahora hay otras: el calentamiento global, el terrorismo internacional, siempre hay alguna pálida’, sostiene el cantor de la voz gruesa.

Entre los temas nuevos figuran, además de “Positivo”, “Boogie, el fugitivo”, “Vagabundo” y, entre otros, un réquiem pagano a Norberto Napolitano llamado “Pappo Blues”. “Pappo era como mi hermano menor, porque vivía a quince cuadras de mi casa y nos conocimos a través de la música. Un día, en esa época muy temprana de nuestro rock, fui a escuchar a Hugo González Neira, porque era uno de esos hombres que hacían blues y soul, y me dijo ‘mañana tengo un ensayo, si querés vení’. La banda tenía un nombre muy curioso: Gary & the Neuras, por el apodo del cantante y por Neira. Me acuerdo de que les dije ‘¿no serán todos neurasténicos, ustedes?’”, se ríe Martínez. “La cosa es que fui y apareció Pappo con una guitarra Kent, muy barata, y un distorsionador Schaller. Llegó, lo pisó y salió ese sonido sorprendente. Por supuesto que entró en la banda, después hablé con él y los dos teníamos referencias de ambos, por terceros. Estoy hablando de la prehistoria de la prehistoria”, indica.

–¿Año?

–Y, debería ser el ‘65...

–Cuando aparecieron Los Gatos Salvajes y Los Shakers uruguayos…

–Exacto. Después vinieron Los Beatniks, “La Balsa”, todo lo que sabemos. Pero esa banda que nombré era una de las que estaba cocinándose, como Manal o Almendra. Bueno, la cosa es que así empezó mi amistad con Pappo, que duró toda la vida. ¡Nos hemos divertido tanto! Nos veíamos en Barcelona, donde viví mucho tiempo; en Inglaterra, donde estuvo él... Zapamos mil veces, pero solo estuvimos juntos y estables en La Pesada.

–¿Se arrepiente de no haber formado algo más constante con Pappo?

–Para nada, porque yo no estaba con él para tocar. Me hubiera gustado hacer un proyecto más duradero, pero no importa. Lo importante es que Pappo era mi hermano por el blues y por un montón de cosas. Me atrevo a decir que fui su mentor porque lo decía él. Le hice el contacto para que entrara en Los Gatos y para que lo produjera Mandioca. Después, lo que me he divertido con él es antológico… Son cien películas y cien libros que no voy a contar ahora (risas). Lo que hicimos, sí, fue componer un tema juntos que se llama “Voy a ver a un amigo” (canta la letra), y cuando él se fue al mundo espiritual, yo le compuse el “Pappo Blues”, junto a “Clavito” Actis y “Pino” Callejas.

–Por lo que dice, el tema parece un tango: habla de lo tanto que lo extraña en la música, en la bohemia...

–Mezcla la melancolía del tango con la forma melódica del blues, sí. Los antiguos griegos decían que los dioses se llevaban antes a los genios porque los seres humanos somos tan pelotudos que no nos merecemos tenerlos acá.

–Otro de los temas nuevos, “La Máquina del oro”, parece ser el que más alineado está con el Manal clásico. ¿Lo ve así?

–Primero quiero decir que el Manal clásico soy yo. Y segundo, sí, es una crítica al materialismo, al mundo de la guita, una referencia a aquella frase “no hay que tener un auto, ni relojes de medio millón” (“No pibe”). Es una especie de crítica a la deuda eterna, a la usura, al FMI y toda esa mierda, esa lacra.

–Se podría agregar que la impronta del tema forma el núcleo duro en sus inquietudes compositivas históricas.

–Totalmente.

–Eso, en Historia, se llama continuidad. ¿Qué rupturas hay respecto de ese pasado?

–Tal vez la incorporación de estilos que no fueron transitados antes, como la base de rock latino que tiene “Positivo”. Pero eso no es ruptura sino agregado. Y otras cosas que ya estaban presentes en mi estilo jazzero, porque no tiro para el rock pesado sino para el jazz. Por ejemplo, el trabajo baterístico que hay en el tango “Por la vuelta” es jazzy. Esto también es un agregado, porque hasta este momento no había sido intérprete de nadie, dado que compongo con la guitarra pero no tengo mucha técnica, y entonces me cuesta bastante sacar temas de otros… ¡gracias que compongo los míos! (risas). No soy tan bueno en eso, pero ahora estoy mejor y me decidí.

La referencia es por las versiones “ajenas” que uno de los fundadores de Manal piensa incluir en su próximo disco, El factor invisible. Entre ellas, “Esto va para atrás”, del primer disco de Moris (30 minutos de vida), y “Yo no permito”, de Litto Nebbia. “Este tema tiene una letra extraordinaria”, exalta. “Y, por lo que decía antes, seguro que le voy a pedir a los dos que me ayuden. Igual, haber hecho el tango fue un gran paso, porque respeto enormemente ese género, y no la voy con esos rockeros que quieren cantarlo y les sale una bosta. Por eso, el mío es con swing, con mi estilo… Aparte, me aconsejó el gordo Porcel, que era un melómano absoluto. Quizás en el nuevo disco también meta “Pero yo sé” pasado a swing… El tango, por respeto, se lo dejo a los tangueros”, sostiene.

–“Pero yo sé”, que también grabaron Azucena Maizani y Adriana Varela...

–Es un tangazo, como todos los tangos, y animarme a hacerlo en jazz es lo que me está pasando ahora.

–Recién dijo que iba a grabar un tema de Nebbia. ¿En qué quedó aquel cortocircuito que tuvieron a partir de la grabación del disco de Tanguito, en el que usted dice desde la cabina “vos compusiste ‘La Balsa’ en el baño de la Perla del Once”? Esa frase había enojado a Nebbia y grabar un tema de él sería como un gesto de reconciliación nacional rockera...

—(Risas) Sí, pero en realidad el cortocircuito lo tuvo él, porque malinterpretó. No dije nunca que no la había compuesto Nebbia, dije que Tanguito había hecho su parte. Y lo aclaré durante veinte años, lo que pasa es que él escuchó más lo que decía la gente que lo que dije yo. Ni siquiera escuchó lo que digo en el disco, porque nunca digo que él no la escribió. Lo lamento por él, pero, bueno, los artistas tenemos egos sobredimensionados y por eso somos un poco idiotas… Nadie es importante, todos nos vamos a morir, ¿no? Y de malas interpretaciones está empedrado el camino que lleva al infierno. Igual, parece que ahora se restauró la relación con Litto, a causa de un amigo en común (Fabio Scaturchio) que escribió un libro sobre mí. La verdad es quiero mucho a Litto. Fue mi compañero de bohemia y además lo admiro, es un gran artista.

–¿Se enojan Claudio Gabis y Alejandro Medina cuando usted utiliza el nombre Manal para sus discos y presentaciones?

–Quiero pensar que no, porque yo inventé la palabra, canté y compuse el 99 por ciento del repertorio. Pero si lo cuestionan, allá ellos. Hasta ahora no pasó y no creo que pase, porque si ellos salen a tocar, los mismos periodistas ponen el exbajista de Manal, o el exguitarrista, y la verdad es que con el ex o sin el ex, es casi lo mismo.

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