Sin dudas ver a Al Pacino en un escenario como el Teatro Colón resulta incomparable frente a cualquier otra imagen, pero cuesta leer y escuchar en medios colegas un elemento más que importante que se ha soslayado sistemáticamente, ora por ignorancia, ora por desinterés, ora por conveniencia política: el espectáculo que brindó Pacino no coincide con los objetivos que corresponden al Teatro.
Como Ente Autárquico, el máximo coliseo argentino (y sudamericano) tiene como misión “crear, formar, representar, promover y divulgar el arte lírico, coreográfico, musical –sinfónico y de cámara– y experimental” (Ley 2855). Una orquesta de cámara en medio de una entrevista pública y la interpretación de algunos breves fragmentos actorales nada tienen que ver con eso.
Ya se señaló en las páginas de este diario que la decisión sobre qué espectáculos deben ir al Colón debería depender de esa Ley, y no del gusto de quienes opinen. También es cierto que no se puede esgrimir que por poner una orquesta acompañando expresiones artísticas que nada tienen que ver con la misión del Teatro, se está cumpliendo con ella. Los ejemplos son varios.
Un argumento de algunos funcionarios para defender el alquiler de la sala es que es correcto siempre y cuando no atente contra la programación ya preestablecida. Pero si la Orquesta del Instituto Superior de Arte tiene tan pocas presentaciones en el escenario principal o si la Filarmónica no llega ni siquiera a veinte conciertos anuales en su abono, hay algo para revisar.
Con esta Ley, estas son las limitaciones, y hay alquileres que evidentemente se dan de bruces contra lo permitido. La destacada calidad general a la que nos tiene habituados el Teatro Colón (y la necesidad de que se abra al público en general y no sólo a las elites, como bien entiende Lopérfido, pese a sus aberraciones políticas) merece sin dudas más en favor de sus fines artísticos, y menos en favor del negocio con privados que, según varias actrices, por poco “estafaron” al público que esperaba ver actuar a Pacino. No debió ser en el Colón, ni debería repetirse, para el bien de la excelencia de un sitio que es único y debe ser cuidado como tal para potenciar más aún su desarrollo.
* Periodista y escritor.