Vie 20.10.2006
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MUSICA › MANUEL MORETTI, DE ESTELARES

“El secreto ya no está tan guardado”

Esta noche, en La Trastienda, el cuarteto platense mostrará en vivo las canciones de Sistema Nervioso Central, su último y notable disco.

› Por Roque Casciero

Con su cuarto disco, el reciente Sistema Nervioso Central, Estelares dejó de ser el secreto mejor guardado del rock argentino: por obra y gracia de la difusión, que siempre les había resultado esquiva, los platenses ganaron espacios y cada vez acceden a escenarios más grandes. Como el de La Trastienda, donde se presentarán esta noche, pero también el del festival Pepsi Music. Nada más merecido, porque el cuarteto ha construido desde siempre verdaderas gemas cancioneras. “Suponíamos que si la gente empezaba a enterarse de las canciones que nosotros considerábamos que estaban bien, podía pasar lo que pasa ahora: que nuestro nombre esté en boca de un montón de personas”, explica el cantante, compositor y guitarrista Manuel Moretti. “Pero quizás ahora las canciones nos han devuelto más, porque estoy más maduro compositivamente y porque la banda creció. El secreto ya no está tan bien guardado, la gente empieza a enterarse, y por un lado está buenísimo, pero por otro hay como una pequeña bronca porque nos parece que desde el año cero somos una muy buena banda de canciones, y hubiese estado bueno que alguien nos diera bola antes. De todos modos, no nos quejamos...”

No es raro por estos días escuchar a Moretti en la radio cantando que viajaba “sin ideas de Buenos Aires a Junín” (ciudad de la que es oriundo y donde Estelares es orgullo local) en el corte “Aire”. Pero en Sistema Nervioso Central, que fue producido por Juanchi Baleirón (Pericos) igual que el anterior Ardimos, hay varias canciones que tienen destino de hit, como “Ella dijo”, “Las vías del tren” o “Un día perfecto”. “Este disco tiene el beat más alto que los anteriores, y una cosa de composición natural, que es que me venían todas las canciones con estribillos armados”, reconoce Moretti. “Eso tuvo que ver con el ejercicio que hice en Ardimos, porque antes no le daba mucha bola a los estribillos y Juanchi me instó a laburarlos. Al haber hecho un ejercicio medio intensivo de buscar eso, después lo naturalicé.”

–Responde a la lógica que una banda cancionera como Estelares haya invitado a un maestro de la canción popular como Jorge Serrano, de Los Auténticos Decadentes.

–Claro... Uno de mis grandes días fue cuando Jorge dijo en una nota que quienes más lo influían eran Calamaro, Babasónicos y Estelares. ¡No lo podía creer! Y que él esté en “Ella dijo” es muy especial, porque cuando la compuse pensé que había escrito mi primera gran canción popular, una que puede llegar a cantar hasta mi abuela. Un amigo escuchó el disco y me escribió: “Cuando entra Serrano, la clava en el ángulo”.

–Da la sensación de que bien podría ser una canción de Serrano.

–Eso es un gran elogio. Y sé que es nuestra canción más boom, si puedo comunicársela a la gente.

–¿Es autobiográfica?

–Es sobre cuando te querés con alguien pero sabés que no vas a animarte por el temor a fracasar, pero que a la vez es difícil dejar de verte porque te encanta la piel. La canción juega con esas imágenes, con eso de que está todo bien pero no deja de ser trágico. Me pasó algo así con una chica que me encantaba, pero me daba pavor porque sabía que nunca iba a entenderla. A partir de eso jugué con esa imagen: hubo un acontecimiento que me trajo la melodía, pero no es puntual.

–¿El acontecimiento le trajo la melodía?

–El sentimiento que uno tiene respecto de las cosas de la vida trae las melodías. Cuando escribí esa canción todavía me veía con ella, pero más allá de ese acontecimiento, estaba solo en un departamento prestado y lo aprovechaba para componer mucho. Fueron dos meses de esos que me agarran de componer todo el tiempo, escribí como treinta canciones. Y por ahí me daba vuelta esto de que nos encantábamos, pero que nunca iba a pasar nada, así que la situación tenía el “melanco” incorporado. No mucho después, evocando, aparecieron los versos. Digamos que la canción no es autorreferencial, aunque un montón de cosas se desprendieron de lo que me pasó con ella. Tomé esa idea y jugué con ella.

–Su forma de marcar detalles en las letras recuerda lo que hacen Lou Reed y Leonard Cohen. Por ejemplo, en “Campanas” usted no dice “se ven antorchas desde mi habitación” sino “se ven antorchas desde el 5º B”.

–Siempre he tenido un montón de artistas que me han gustado y a ninguno le copio conscientemente nada, salvo la sensación de lo que ellos me representan. Lo de poner esos detalles o los lugares geográficos me encanta porque me traen a tierra. En una época en que estuve muy chiflado con las drogas las imágenes se me iban a la mierda, no podía encauzarlas, y eso me angustiaba. Y lo que empezó a hacerme bajar fue decir, por ejemplo, “se ven antorchas desde el 5º B”. No importa si estoy volado, eso me baja a tierra. Después se convirtió en una manera de escribir, en un estilo. Y no sé si estos tipos no lo usan de esa manera, también. Eso es lo que me cuesta de Spinetta: no puedo escucharlo porque nada me clava en la tierra, es todo espacio. Está todo bien, pero me angustia. Hay frases que comunican si les ponés un lugar geográfico.

–En “Campanas” dice: “La esperanza es una invención moral/ es la única defensa ante la verdad/ que es siniestra y fatal”. No es una frase muy típica de una canción pop...

–Me acuerdo de cómo me vino esa frase. Había salido con mi novia y una amiga de ella, ambas periodistas, y estaban hablando sobre la crueldad y de cómo puede ser que se deje a la gente afuera. Yo estaba en plena etapa de reconocimiento de mi escepticismo. ¿Cómo puedo decirlo? Dejemos de ser optimistas absurdos, reconozcamos la realidad... Como ellas me dijeron que con mi visión no se podía vivir con esperanza, les contesté que la esperanza es una invención moral. Y como me gustó, la escribí y le encontré el remate que es más que cierto: si los gobiernos se dedican a que Africa entera se muera de hambre para poner plata en armamentos, no hay mucho que investigar.

–Sin embargo, Sistema... es un disco esperanzado. ¿Abandonó el tango?

–Sí, sí. Para mí, mis canciones siempre fueron esperanzadas, porque siempre está la luz que salva...

–¿Y “Camas separadas”, del disco Amantes suicidas?

–(Ríe.) Es verdad. Pero ésa es de la primera época, de cuando hacía canciones desesperadas. Y estaba desesperado de verdad: me drogaba mal y estaba muy angustiado. Pero después de esa época, cuando empecé a bajar del mundo de las drogas y a relacionarme, siempre tuve una línea de esperanza. Claro que en Sistema... hay canciones como “Campanas” o “200 Monos”, que son pesadas. “200 Monos” es una fotografía de cuando uno está completamente loco y paranoico, tirado en drogas, viendo doscientos monos que se ríen en la ventana. Pero, acto seguido, dice que “doscientas manos llegarán mañana”. Estamos hasta las bolas, pero mañana van a venir a cuidarnos, vamos a mejorar...

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