Se conmemoran hoy cincuenta años de la muerte del maestro Arturo Toscanini, considerado el más grande de su tiempo y el primero que, a través de los medios de comunicación, llegó al público masivo. Nacido en 1867 en Parma, Italia, murió el 16 de enero de 1957 en la ciudad de Riverdale, cerca de Nueva York, donde se había exiliado en señal de desacuerdo con los regímenes fascistas europeos. A partir de hoy, Italia y su ciudad Parma recordarán al director de orquesta con la apertura de un museo en su casa natal, exposiciones y conciertos especiales.

Su leyenda comenzó en 1886, cuando se unió a la orquesta de una compañía de ópera con la que realizó una gira por Sudamérica. Con sólo 19 años tuvo la oportunidad de suplir al director de orquesta que había sido abucheado por el público y obligado a abandonar el escenario. A su vuelta, comenzó a colaborar con varios teatros hasta que en 1898 se convirtió en el nuevo director del milanés Teatro alla Scala, del que fue protagonista durante 30 años. Entre huidas y flamantes regresos logró transformar completamente y convertirlo en el templo “sagrado” de la música. Durante ese período realizó, también, grandes cambios para poder dirigir, como la introducción de la oscuridad en la sala, la petición de silencio y la cancelación del “bis”.

Los expertos describen a Toscanini como un incansable perfeccionista, por su prodigioso oído y su increíble memoria, ya que conocía cientos de partituras originales que le permitían corregir errores inadvertidos sin tenerlas delante. Pero su éxito y su personalidad hicieron de Toscanini una “leyenda” para todos los públicos: gracias a los nuevos medios sus conciertos pudieron llegar no sólo a los que acudían a los teatros. Cuenta la historia que la primera vez que Toscanini renunció a la Scala, fue por un “bis” concedido a un tenor. Luego del suceso viajó a Buenos Aires donde estuvo cerca de un año, para después volver en 1906 a la dirección musical del teatro milanés.

En 1908, Toscanini volvió a dejar la Scala para conquistar Estados Unidos en el Metropolitan Opera House de Nueva York, pero nuevas disputas con los tenores y sopranos hicieron que en 1915 se incorporase por tercera vez al célebre teatro milanés. En 1929, con 62 años, Toscanini anunció que dejaba definitivamente el trabajo de director musical para dedicarse sólo a dirigir bajo invitación conciertos de música sinfónica. Conocido por su pensamiento antifascista, Toscanini fue agredido a la salida de un concierto en Bolonia, lo que provocó su decisión de emigrar definitivamente a los Estados Unidos.

En 1937, la NBC creó una orquesta exclusiva para él, integrada por los mejores músicos del país, y con ella actuó con regularidad hasta 1954 en la Radio Nacional, obteniendo un gran éxito del público. Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1946, participó en el concierto de reapertura de la Scala, pero regresó inmediatamente después a EE.UU., donde trabajó hasta su último concierto el 4 de abril de 1954.

El mundo hablará esta semana de Toscanini, pero será Parma, la ciudad donde también nació Giuseppe Verdi, la que se volcará para recordar al maestro con diferentes eventos y sobre todo con la apertura de la casa-museo del director. Una casa de tres plantas, donde a partir de varios recorridos se podrá conocer mejor la vida de Toscanini a través de sus objetos personales y profesionales, y su relación con los otros directores de la época, todo ello acompañado con el hilo musical de sus interpretaciones de conciertos y óperas.

El Ministerio de Cultura y la Región de Emilia-Romania, donde se encuentra Parma, han organizado, entre otros, dos conciertos para hoy y mañana en el Auditorio Paganini con la Filarmónica Toscanini, dirigidos por el japonés Kazushi Ono. Parma ha dedicado su temporada de conciertos para el 2007 al maestro Toscanini y las celebraciones continuarán durante todo el año, incluyendo la apertura en abril de un moderno centro de estudios del sonido, que explicará cómo alrededor de Toscanini creció el primer e importante fenómeno discográfico de la historia de la música mundial.