MUSICA › MATISYAHU EN BUENOS AIRES
El músico estadounidense, judío jasídico, cultor del reggae y el hip hop, vino para participar del malogrado Summer Fest.
› Por Roque Casciero
Aunque la vinculación entre rock y religión tenga décadas de historia, la aparición de Matisyahu fue de lo más llamativo que sucedió en los últimos tiempos: nunca antes un cantante con la barba y el traje oscuro típico del judaísmo jasídico se había colado entre los grandes nombres del mainstream. Pero este hombre de 27 años, nacido en Pennsylvania y criado en Nueva York, paseó su alta y flaca figura barbada por cuanto canal de videos exista, gracias al pegadizo corte “Youth”, del álbum homónimo. Y terminó caminando por Buenos Aires, adonde llegó para ser parte del Summer Fest y presentar su CD y DVD No place to be: el papelón del malogrado festival lo dejó con las ganas. Nada de música tradicional judía aggiornada: lo de Matisyahu, cuyo nombre secular es Matthew Paul Miller, es reggae de buena cepa, mezclado con elementos de hip hop y pop. “Cuando empecé en la música, mi vida entraba muy claramente en dos categorías: jasídico y reggae. Pero en este momento de mi vida no soy ninguna de esas dos cosas”, confiesa a Página/12. “Cuando pienso en escribir una canción, no lo hago en un modo reggae sino de un modo musical. Y cuando pienso en Dios, o incluso en mi religión, tampoco lo hago del modo en que piensa la gente jasídica. Pienso en Dios en un modo más personal, aunque sigo muchas costumbres jasídicas. Pero no todas: claramente no es una costumbre jasídica hacer música en el mainstream”.
–¿Eso lo entienden sus rabinos?
–Entre la mayoría de los rabinos que conozco y de la gente de mi comunidad hay mucho apoyo, pero no diría que hay mucha comprensión. Saben que hay algo que está pasando, pero no lo entienden. Es que tienen una cierta mentalidad y para muchos de ellos es especialmente difícil salirse de la caja y pensar del modo en que lo hago yo.
–Si no es reggae ni jasídico, ¿cómo se describiría?
–Soy un norteamericano de 27 años, judío, que no fue criado de un modo religioso y que está inmerso en una búsqueda. Supongo que la vida se desarrolla frente a cada uno y entonces decidimos qué hacer. Para mí, buena parte de ese viaje tiene que ver con descubrir cuáles son las bases de mi esencia, que está basada en la historia de mi linaje y en la Torá. Muchas de mis ideas tienen que ver con lo judío, pero mi música ciertamente no. Ni siquiera sé cómo es la música tradicional judía.
–¿No cree que por el hecho de que usted es religioso a veces se pierde de vista que hace música?
–Algo así sucede. Lo que me pasa es que las entrevistas son casi iguales. Tal vez le ocurra a la mayoría de los artistas y no sólo a mí. Hay una línea de preguntas sobre música, sobre religión y sobre cómo las uno, y eso es casi todo.
–¿Le molesta?
–Creo que es natural. Y depende de cómo sean hechas las preguntas, porque a veces las hacen de un modo desagradable, especialmente aquellos que no entienden lo que hago.
–¿Por qué cree que sucede eso?
–No ven cómo las cosas se combinan de modo orgánico. Supongo que debe ser gente que no siente una conexión en su vida, que ve el mundo como cosas separadas, y entonces se manejan de esa forma porque es más segura para su propia identidad. Pero quizá, si tenés alguna clase de fe, pensás que las cosas están más entrelazadas y conectadas, y entonces cuando ves algo que no necesariamente podés meter en una caja no te parece que sea sí o sí una porquería, o una combinación antinatural y deforme. Pero, bueno, así es el mundo: hay cosas que se combinan, por más diferentes que sean, y eso crea algo diferente.
–Bueno, para usted puede ser natural, pero la verdad es que no es tan común: usted es el primer artista jasídico en triunfar en el mainstream.
–Sí, es la primera vez y supongo que por eso es interesante para la gente. Incluso más interesante que mi música. Pero eso no quiere decir que podría ser quien soy si no hiciera buena música: las chances de triunfar en el mainstream siendo religioso son bastante pocas. A veces me pregunto si dentro de cien años la gente se acordará de la letra de “King without a crown” o de que en cierto momento hubo un cantante que era religioso. Y ni siquiera sé si esto último sería algo malo. Obviamente que me interesa más que trascienda mi música, pero no se puede ignorar la dinámica de la situación.
–Dijo que muchas veces no lo entienden ni en su comunidad ni fuera de ella, y debe seguir ciertas reglas bastante estrictas. ¿Se siente bajo presión?
–Ehhhh.... No de modo consciente. Pero sí, probablemente la siento. De todos modos, los que me rodean –mi mujer, mis hijos, la gente que trabaja conmigo, esa especie de familia ampliada que viene con las giras– sí me entienden... hasta cierto punto.
–Antes habló de búsqueda, lo cual es bastante extraño, porque la mayor parte de las personas religiosas sienten que ya han encontrado las respuestas en la religión.
–En ese sentido sí soy jasídico, porque el espíritu del jasidum era la revolución, el cambio, el renacimiento. Puede que no sea lo que es hoy en día y puede que eso pase con cualquier concepto o modo de vida idealista, como el comunismo, por ejemplo. En cierto momento choca con la realidad y se convierte en algo diferente a lo que se suponía que iba a ser.
–Usted fue un adolescente rebelde que consumía drogas y que siguió una gira de Phish por Estados Unidos. ¿Todavía le queda dentro algo de eso?
–Sí, todavía soy ese tipo. Estaba un poco fuera de foco... y todavía lo estoy. La diferencia es que ahora a la gente le gusta mi música. A veces la gente tiene ciertas experiencias y se siente sola en eso, que es lo que me pasó en los últimos diez o quince años. Pero tengo una bendición de Dios, que también es algo que trabajé: la fe. Y eso, pese a la experiencia de sentirme solo en el mundo, hace que en ciertas situaciones de mi vida sea capaz de trascender, de unificarme con la gente, el mundo, con Dios... Es lo que trato de hacer con la música. Mi música expresa el deseo y los sentimientos que tengo, por eso la gente puede conectarse. Puede que la gente no me entienda del todo, pero sí conectarse a través de la música.
–¿Y qué tiene su música para que se conecte hasta un ateo?
–Quizá porque no digo que tengo las respuestas. Como decía usted antes, la mayoría de las religiones o ideas dicen haber encontrado las respuestas. Y eso es lo que desalienta a la gente: nadie quiere escuchar cómo otro le predica de qué forma tiene que vivir, pensar o hacer. Yo no expreso eso en mi música, sino mi deseo de cuestionar y de buscar las respuestas. Espero que eso se note en mi música y que la gente respete eso, incluso si no está de acuerdo con mi visión.
–Usted no predica en su música.
–No me resulta natural. Las ideas y las emociones no son tangibles. No podés aferrarte a ellas, todo cambia y evoluciona. Y si no, está muerto. Si hay algo que hoy te parece ciento por ciento verdad, tal vez mañana te despiertes y tengas ideas diferentes. Podés tener un balance entre lo que sos y lo que te importa en este mundo, y con el modo en el que te conectás, pero tenés que ser suficientemente humilde, porque todo cambia.
–Antes se definió como un norteamericano judío. ¿Cuál es su punto de vista sobre el conflicto entre Israel y Palestina?
–(Piensa un buen rato.) Obviamente, hay mucha confusión entre los judíos de todo el mundo sobre cómo manejar el hecho de ser perseguidos durante cientos de años. Sin eso, probablemente estaríamos destruyéndonos entre nosotros de diferentes maneras... Y con eso también. Para Israel y para los judíos de todo el mundo es un momento de confusión. Sé que no digo nada nuevo, pero es lo que pienso. No sé si puedo meterme en más detalles.
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