MUSICA › ENTREVISTA A FERNANDO NALE, EL MUSICO QUE TOCO CON TODOS
El bajista de Gustavo Cerati también supo tocar con Los Látigos, con Luis Salinas y hasta con un grupo thrash. Acaba de publicar un CD, Forma, en el que se animó a cantar sus propios temas.
› Por Roque Casciero
Es el único músico que permanece en la banda de Gustavo Cerati desde que el ex Soda Stereo decidió dar su primera bocanada como solista, fue el bajista histórico de Illya Kuryaki & The Valderramas, tocó en una banda de thrash metal, con Los Látigos y con Luis Salinas, y acaba de publicar un álbum, Forma, en el que se animó a cantar sus propias canciones. Se llama Fernando Nalé y, dice, supo que iba a ser músico la primera vez que escuchó a Duran Duran, cuando tenía nueve años. “Me enloquecí con el rol del bajo, aunque tardé en entender de qué se trata el instrumento, que es algo que va por dentro de la música y es como el eje de las canciones. Si bien me gustan todos los lugares de una banda, ése fue el que elegí”, afirma. Y por lo que indica su currículum, este treintañero flaco y alto eligió muy bien.
Ahora, con Forma bajo el brazo, Nalé siente que emprende un camino que tal vez no tenga continuación. “Quizás el año próximo arme una banda...”, especula. “Porque ser solista es tirar solo del carro y no sé si me veo en ese plan, no sé cuánto va a pesarme. Hice el disco porque se me acumularon los temas, nada más. Componía al mismo tiempo que trabajaba con Gustavo y con Los Látigos (con quienes tocó entre 2002 y 2004). Y cuando se juntaron muchos temas, decidí hacer un disco y publicarlo. A partir de julio, cuando terminemos la gira con Gustavo, voy a presentarlo en vivo, pero tampoco me veo como frontman. Veremos qué pasa...”
Aunque comenzó estudiando guitarra en un taller de la escuela, antes de dejar la primaria Nalé ya tomaba clases con Guillermo Vadalá (“el mejor de los profesores”). Y fue el músico de Fito Páez quien recomendó a Nalé para ser bajista de los Kuryaki. “Estaban empezando a pasar ‘Es tuya, Juan’ y ‘Fabrico cuero’ por la radio, y a mí me gustaban. Fui a hacer una prueba porque me pareció tentador entrar en el circuito del rock nacional, aunque no era el estilo de música que quería hacer. Lo que me interesó siempre fue el pop, porque escuchaba a Duran, Tears For Fear, Culture Club, Thompson Twins... Cuando pintó Kuryaki, me metí como para probar un tiempo, pero me gustó porque era algo nuevo lo que estaba pasando con ellos y además era abierto, tenía cabida para tocar. Además estaba con ese frenesí adolescente de tocar mucho y estaba copado con Living Colour y los Chili Peppers, así que también quería hacer esa onda. Los chicos eran más de ese lado, así que compartíamos eso.”
En el ’99 abandonó a la dupla rapper para integrarse a la banda de Cerati, en la que permanece hasta hoy. “Supongo que es porque me conozco de memoria lo que es él a nivel artístico”, reflexiona. “Sé de memoria todos sus temas. Conozco el arte de Gustavo Cerati probablemente mejor que cualquier bajista de acá. Era fan de Soda a pleno. Virus, Soda, Los Encargados, Fricción... Pop purista. La verdad, que no me haya echado hasta ahora (se ríe) es una flor que puedo ponerme en el ojal. Lo entiendo muy bien en lo musical: me tira alguna y enseguida me doy cuenta de que encontré lo que él quería que encuentre.” Cerati lo ayudó con las voces de Forma y ahora Nalé se atreve a hacer coros en la banda del ex Soda. “Recién empecé a hacer coros en Los Látigos, porque no me sentía seguro de mi voz”, explica. “Era muy difícil arriesgarme a hacer coros por primera vez al lado de Gustavo. Con Los Látigos estaba en un lugar más de pares, me sentía más cómodo para dar los primeros pasos. Y logré un piso como para hacer coros y que no sea un desastre.”
–En Forma da la sensación de que usted canta sin ser un cantante.
–Claro, las voces están correctas, pero no es la voz de un cantante. Tampoco pretendía eso, porque nunca me sentí cantante. Me siento un bajista, corista y compositor. Canto como un corista, como podría ser Graham Coxon (ex guitarrista de Blur). Ahora él es cantante, pero no es su rol. Fui a verlo en Londres, porque después de que toqué con Gustavo ahí me quedé tres semanas. Pude ver a Coxon en el Astoria y me partió la cabeza. La voz estaba perfecta, la gente respondía y todo bien, pero no es un cantante. No es Damon Albarn (cantante de Blur), no es Sting. Pero no hace falta ser un cantante si tenés un proyecto que te sustenta.
–Otra característica del disco es su impronta de los años .
–¡Tenía que salir por algún lado! Igual no lo siento retro, aunque puedo desglosar todo lo que hice en influencias. No tiene un formato retro, por más que el pop de los ‘80 siempre esté dentro de mí. Pero la forma de las canciones no podría haberse hecho en los ‘80, porque tienen el componente impredecible que en esa época no estaba. En esa época la forma estaba bien definida. Tomé elementos de la música electrónica y la progresiva en cuanto a la forma. El disco se sale de contexto porque presenta algo pop, tipo “vamos a la pista de patinaje”, y en el medio del tema aparece un pantano.
–¿Cómo será para usted pasar de tocar en shows multitudinarios con la banda de Cerati a presentarse en lugares chicos?
–Estoy acostumbrado. Si me subo y hay 200 personas, salgo igual. Sí, no es lo mismo, pero no es que me voy a deprimir y a quedarme en el camarín. Sé que el lugar de mis canciones no es para 200 mil personas, porque son muy egoístas, en un punto. Son canciones abiertas y desprejuiciadas en lo musical, pero no hay nada de concesión: soy consciente de que no voy a poner un acorde más “lindo” para que les guste más a las chicas. Hago lo que mejor me sale. Y si eso es popular, fantástico, sería lo mejor que podría pasarme. Pero también sé que es mucho pedirle a la gente, que hay que pedírselo de a poco.
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