MUSICA › LA SEGUNDA JORNADA DEL FESTIVAL PEPSI MUSIC 2005
Maradona, nueva estrella del rock
El ex futbolista se sumó al show de la Bersuit, en una segunda jornada que fue seguida por 25 mil personas en Obras.
Transcurrida la segunda jornada del Pepsi Music, puede formularse una (caprichosa) conclusión: después de años de celebrar su figura, el rock vernáculo comienza a acostumbrarse a que Diego Armando Maradona sea parte del espectáculo. Después del encuentro con Los Piojos en la fecha debut, el Diez volvió a subirse al escenario de Obras Sanitarias, esta vez para sumarse al colectivo intenso de Bersuit y coprotagonizar la danza del grupo en El baile de la gambeta. El tema de La argentinidad al palo, dedicado por Gustavo Cordera a un hermano futbolista recién salido de una rehabilitación, propició una sentida presentación del pelado, quien habló de Maradona como “un ejemplo para todos los que alguna vez estuvieron en el pozo, o los que todavía están”. Después, todo fue fiesta, con un Maradona ataviado con pijama amarillo, haciendo jueguito con una pelota de tenis y cerrando el encuentro con un beso a cada uno de los integrantes de la Bersuit, que no salían de su encantamiento. “Qué más se puede hacer después de esto”, dijo Cordera cuando el Diego de la gente se bajó bañado por una ovación.
No fue lo único que ofreció la Bersuit, claro. Concentrándose en su flamante Testosterona, el grupo supo encontrar una buena síntesis entre el agite que proponen canciones como En la ribera (coloreada por imágenes de La Boca y Dock Sud) o Me duele festejar y el tono reflexivo de sus letras, similar a las oscuridades de la apertura con Yo. “Esta es una familia nueva pero que tiene ya 17 años”, ejemplificó Cordera, en medio de un set largamente festejado por las 25 mil personas presentes y que incluyó números puestos como Perro amor explota, Mi caramelo, La argentinidad al palo, Tuyú y O vas a misa, para terminar con el descontrol generalizado de Se viene. Buen cierre, entonces, para la segunda fecha del Pepsi, en manos de una banda que se encuentra en su punto justo de popularidad y potencia escénica.
¿Y qué pudo verse en este muestrario rockero de largo aliento? Teniendo en cuenta la extensión de cada jornada, quienes ocupan los escenarios alternativos dependen de la buena voluntad de aquellos que buscan sacarle el máximo jugo a su entrada y no quieren perderse nada. A las 15, Pobre Morales, Monos en Bolas, Enriquez y Bela Lugosi lucharon contra las escasas virtudes del escenario más pequeño, perdido en un rincón y con pobre sonido. A pesar de ello, Bela Lugosi pudo demostrar su constancia detrabajo: los mendocinos son profetas en su tierra, pero merecen que su esfuerzo empiece a rendir frutos fuera de los límites de la provincia. El escenario Indoors, en el clásico “Obras adentro” tuvo un arranque irregular, con Carolina Daian, Somnia, Pánico Ramírez y Transmundial tratando de movilizar a los curiosos que se acercaban en pequeños grupitos. El panorama cambiaría radicalmente cuando Antonio Birabent salió a presentar las canciones de su nuevo disco Tiempo y espacio: unas 4 mil personas, con un importante componente femenino, pusieron todo para el primer momento realmente intenso de la tarde.
Afuera, en tanto, Estelares abría la lista del escenario principal: los platenses demostraron su dominio de ese modo de canción guitarrera que encontró sus mejores ejemplos en Moneda corriente, Patinar y Habitación, y que –a pesar del éxodo de varios para ver a Birabent– dejó las cosas preparadas para una trío de bandas que, cada cual a su modo, comenzaron a calentar en serio el ambiente. No Te Va A Gustar, quizá el grupo uruguayo más popular en su país después de La Vela Puerca, dejó claro que aquí tiene un importante bolsón de público fiel. A pesar de no ser especialmente “festivaleros”, la banda exhibió una musicalidad que sorprendió –sobre todo en momentos como Tenés que saltar y el milongón No hay dolor– y enganchó a la gente, que se animó a corear con ganas Verte reír. Con habilidad, La Mancha de Rolando abrió y cerró con canciones que le garantizaron el aplauso (Arde la ciudad y Calavera): con una remera de la Madres de Plaza de Mayo, el cantante Manuel recordó que “El rock no tiene la culpa de ningún quilombo que hay en este mundo. La gente del rock es gente de paz, y lo estamos demostrando en este festival”.
Como aperitivo a la Bersuit pero también con su propio peso, Arbol eligió un repertorio quizá “raro” para quienes los siguen desde la primera época, con canciones más reposadas (Little dreams, El fantasma) pero con su ya conocida solvencia arriba del escenario, para sonar de forma compacta y convincente y provocar un momento altamente emotivo con su dedicatoria a los desaparecidos en Enes. Y para brillar con sus arreglos de voces, que incluyeron, cómo no, la versión del Ji Ji Ji de los Redondos. Otro clásico, tanto como empieza a serlo la presencia de Maradona en el aquelarre del rock.
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