MUSICA › TOQUINHO, MARIA CREUZA Y SU HOMENAJE A VINICIUS DE MORAES Y EL DISCO “LA FUSA” EN EL TEATRO GRAN REX
“Vamos a cantar sus temas más emblemáticos”, dice el dúo, que coloca en el centro de sus shows aquella histórica grabación en La Fusa, pero no por ello se mostrará anclado en el pasado. “Aquello fue hace 37 años, y en nuestras vidas y nuestras carreras pasaron muchísimas cosas desde entonces”, señalan, antes de realizar su propia pintura del Padrino.
› Por Karina Micheletto
Para muchos, son los discos de música popular brasileña más representativos, los primeros que vienen a la mente cuando se piensa en el paisaje musical de los vecinos del norte. Curiosamente, fueron grabados en Buenos Aires: en 1970, el poeta Vinicius de Moraes, junto a Toquinho y Maria Creuza, registró el espectáculo que daban en el mítico café concert La Fusa, y el disco tuvo su continuación al año siguiente, con la voz de Maria Bethania. Aquellos discos, grabados “casi en vivo” –con la calidad técnica de estudio, pero guardando el sonido ambiente real y llevando público a la grabación– fueron claves en el nacimiento de la bossa nova, un hito de la música brasileña contemporánea. El primero dejó quince temas que hoy son quince grandes clásicos, con el poeta padre apadrinando y presentando con generosidad a dos jóvenes que por entonces eran casi principiantes: la cantante Maria Creuza y Toquino, con quien terminaría formando un dúo de trabajo de años y componiendo temas como “Tarde em Itapoa”. Hoy y mañana, Toquinho y Maria Creuza volverán a reunirse, esta vez en el teatro Gran Rex, para recrear algunos de los temas de aquel disco que el tiempo volvió mítico. Será un homenaje al poeta y amigo, el hombre que los presentó cuando recién comenzaban sus carreras, el gran Vinicius de Moraes. Y, según se preocupa por aclarar Toquinho, también habrá espacio para repasar sus cuarenta años de carrera, hasta la actualidad.
Con estos nombres en juego, es claro que los conciertos también serán un tributo a la bossa nova. En el repertorio, adelanta Maria Creuza a Página/12, “no pueden faltar” “Tomara”, “A felicidade”, “Samba em preludio”, “Tarde em Itapoa”. Y un tema que para ella es especial: “Eu sei que vou te amar”. “Es el tema que el propio Vinicius eligió para que yo cantara en aquel primer concierto... Por eso se quedó para siempre, como un sello, en mi repertorio”, explica.
La figura de Vinicius, claro, permaneció “como un sello” en las carreras de Creuza y de Toquinho, dos integrantes de la generación de “hijos de la bossa nova”. Así presentaba a Toquinho, por entonces una joven promesa, Vinicius de Moraes: “Respecto de Toquinho, habría mucho que agregar a lo ya sabido. El progreso en todos los sentidos del joven guitarrista y compositor brasileño es tal, en estos últimos meses, que nadie puede prever adónde llegará. Tiene todas las posibilidades abiertas. Su técnica en el trabajo en vivo corresponde plenamente a su madurez como creador musical. Baste decir que entre estos dos discos (se refiere a los dos discos La Fusa) compusimos un paquete de temas suficientes para otros dos. Estamos haciendo música nova, sonido brasileño, sin recurrir al beat o a cualquier otro modismo sonoro de los tiempos actuales”. El trabajo conjunto de Vinicius y Toquinho terminó en algo más que “un paquete de temas suficientes para otros dos discos”. Fueron diez años de parcería, unos mil espectáculos, treinta discos y más de 130 canciones en conjunto, muchas de las cuales el tiempo volvió clásicos.
–¿En qué va a consistir este homenaje a La Fusa, y por qué surge la idea de hacerlo ahora?
María Creuza: –Este homenaje consiste en recordar a aquel que fue nuestro padrino de lujo: Vinicius de Moraes, inolvidable para toda una generación. Vamos a cantar sus temas más emblemáticos, esos que hasta hoy siguen en nuestro repertorio. El público que nos sigue desde hace tantos años quiere escucharnos otra vez juntos, ahora. Yo creo que muy pocos artistas pueden decir que siguen cantando a un mismo compositor tanto tiempo, y que todavía encuentran muchísima emoción en hacerlo. Lo hacemos ahora porque es el momento en que los dos pudimos aceptar, finalmente, después de tanto tiempo de insistentes invitaciones para actuar juntos en la Argentina.
Toquinho: –El disco de La Fusa tiene una vida muy especial, hoy se sigue vendiendo y reeditando en todas partes del mundo, es un éxito tan grande que yo realmente todavía no lo entiendo. Es una parte muy importante de mi vida, y de la de mi gran amiga Maria. En mi caso, marcó el comienzo de un largo camino recorrido junto a Vinicius. Todo eso será contado, mas no será un espectáculo exclusivamente limitado en función de esa época. Aquello fue hace 37 años, y en nuestras vidas y nuestras carreras pasaron muchísimas cosas desde entonces... ¡Y yo hoy toco la guitarra mucho mejor que 37 años atrás! (risas). Así es que habrá una parte de recuerdos de La Fusa, pero también avanzaremos en otros momentos. Yo voy a recordar a Vinicius y también a Baden Powell, Tom Jobim, Chico Buarque, a esa gente que influyó decisivamente en mi formación musical. Trataré de dar una visión general de la música brasilera desde mi lugar, una acuarela de colores con todos los fantasmas que tengo en mi vida.
–Decía que no entiende el éxito de La Fusa. ¿No tienen ninguna hipótesis? ¿Qué creen que tiene de especial aquel disco?
M. C.: –Nunca buscamos entender. Lo que sí sabemos es que se dio un encuentro tan carismático entre el poeta y nosotros, que el público aceptó y aplaudió. ¡Y lo más lindo es que se siga vendiendo en todo el mundo! Pienso que el suceso viene de los temas. Se logró un equilibrio extraordinario entre nuestras voces. Entran por el oído y te llevan a escuchar por pura sensibilidad y fuerza a la música. Y que las palabras llegan por sí mismas, sin necesidad de entender completamente el idioma. Me parece que ésa es la magia...
T.: –A lo que yo me refiero es a que no entiendo el éxito de ventas en el contexto actual, cuando alrededor del mundo hay miles de lanzamientos por día ¡y además existe Internet! Y el disco de La Fusa se vende no sólo en la Argentina, Chile o México: está en Europa, Japón, China... En todos los países a los que voy veo el disco, o alguien me habla de él, y siempre con un cariño tan especial... Yo grabé otros discos con Vinicius, pero éste es, por lejos, el más recordado. Es muy extraño, realmente.
–O sea que no encontró explicación.
T.: –Tengo algunas explicaciones, pero no las justas. Fue el inicio de todo, no sólo en la Argentina. Y a pesar de todas las imperfecciones técnicas que tiene, parece que a la gente le gusta participar de un acontecimiento en vivo, sentirse parte de una época donde todo empezó. Tiene defectos técnicos, pero, por lo que se ve, a la gente le gusta más la verdad que la técnica. Es la única explicación que tengo.
–¿Cuando lo grabaron eran conscientes de que estaban participando de un momento histórico, del “inicio de todo”?
M. C.: –Para nada. Solamente pensábamos que era una gran oportunidad para dos jóvenes que recién daban sus primeros pasos en la profesión. Y que era una suerte y un privilegio tener el apoyo y la compañía de uno de los poetas-compositores más importantes de la música brasilera.
T.: –Evidentemente, a la historia no la hacen las actitudes de una persona ni el comportamiento momentáneo de un grupo de gente. Es el tiempo el que define lo que queda en la historia y lo que no. Y si, después de 37 años, este disco esta ahí, vivo, es porque el tiempo le dio esa dimensión; ninguno de nosotros podría haberlo planeado de antemano. Evidentemente, las canciones de este disco tenían la frescura y la juventud necesarias para vencer esa fatalidad del tiempo, su capacidad de destruir las cosas. Cuando una canción permanece viva después de tantos años, es porque le ganó al tiempo, y podemos pensar que seguirá victoriosa.
–De todos los artistas de su generación, usted fue el único que compuso con Vinicius. ¿Por qué cree que lo eligió?
T.: –Es verdad, fui el único que trabajé con Vinicius, y también el único que lo hizo con Baden Powell o con Tom Jobim. Pero yo no diría que fui “elegido”, en esos términos. Con Vinicius teníamos una relación de amistad. Si sólo yo trabajé con ellos, fue por circunstancias de la vida y quizá porque soy un músico que estudio mucho con mi guitarra, y tengo las puertas abiertas para grabar todo tipo de canciones. Así es que, felizmente, puedo grabar con cualquier otro músico. Siempre tengo en una mano la teoría y la armonía, pero en la otra la flexibilidad necesaria como para conocer y adivinar las cosas buenas que traen los demás. No tengo ningún prejuicio musical, quizá por eso facilito los contactos con diferentes personalidades musicales, tengo la facilidad de comunicarme con ellos. Mi disponibilidad musical es la que me abre puertas. De cualquier forma, tengo siempre una teoría: para poder seguir una carrera en buenos términos, una de las cosas que se necesita es el talento, pero no es la más importante. El trato humano, la capacidad de conciliación con las personas, el no tener líos con la gente, ese aspecto sí que es fundamental. Estoy convencido de que ese equilibrio armónico, que uno debe seguir como una forma de vida, es más importante que el talento.
–Por eso habla primero de la amistad con Vinicius.
T.: –Seguro. Con Vinicius, la música vino siempre en segundo plano. En primer plano siempre estaban la amistad, el juego de la vida, la parte buena de la vida, el aprovechamiento cotidiano que uno puede hacer de la vida. Y después venía la música, pero como un juego: siempre hicimos música jugando. Así es para mí hasta hoy, no me gusta trabajar trabajando, me gusta trabajar jugando. Quizás ésa es mi receta para permanecer joven...
–¿Le viene funcionando?
T.: –Sí, ¡mucho!
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