Lun 15.10.2007
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MUSICA › GUILLERMO DI PIETRO Y LUIS ALBERTO SPINETTA

“Siempre quise hacer un disco así, pero no estaba preparado”

En su debut discográfico, el músico cordobés grabó al piano diez canciones del Flaco. “Quería ver qué sucedía con la música en su desnudez”, sostiene Di Pietro, consciente del riesgo asumido.

› Por Cristian Vitale

Diez canciones de Spinetta al piano y sin más. Resulta raro escucharlas así... algunas duran mucho menos que las originales –“Para ir” y “Preciosa dama azul”, apenas superan el minuto–, otras casi se pierden en su desnudez –“Durazno sangrando”, “Jazmín”– y a todas las recorre un aire calmo, casi frugal. Temperado. Pero el detalle no puede pasarse por alto: nunca se hizo. Y no es poco. Su autor, Guillermo Di Pietro –cordobés, 29 años, ex alumno de Juan Carlos Cirigliano–, accedió al Steinway de Cosentino, uno de los mejores pianos que existen en el país, y desvistió diez maravillosas canciones del Flaco. Les quitó su poesía, también toda la instrumentación que conllevan y las grabó así, vírgenes. El y su piano. Sin ornamentos. Fue su debut discográfico. “Hago explícitos los riesgos: soy un músico desconocido, hago música instrumental y versiono a Spinetta... Digamos que todo en contra para salir al mercado”, ríe. El trabajo, que no llega a la media hora, se llama Variaciones sobre Spinetta y fue editado a través del sello La vida lenta, el mismo que reeditó biografía y discos de Eduardo Mateo, y circula dentro del minimercado de rarezas. “Estuve seis meses dedicado exclusivamente a investigar. La idea viene desde bastante antes... siempre estuvo en mi cabeza hacer un trabajo así, pero no estaba preparado. No es que ahora lo esté, pero en algún momento había que hacerlo”, dice.

–¿Cómo se le ocurrió debutar con un trabajo tan “arriesgado” desde una multiplicidad de ámbitos?

–Lo del riesgo lo veo ahora. Pero cuando comencé a pensar en grabar fue una decisión muy lógica: quería mostrar algo sincero. Y probar algo que no se haya hecho antes. Creo que en la obra de Spine-tta conviven tantas estéticas que todo eso me estimulaba a trabajar desde distintos lugares. El desafío fue despojar las canciones de la densidad de su poesía y ver qué sucedía con la música en su desnudez. Escuchar a Spinetta pura y exclusivamente desde la música.

Celoso de su obra –se sabe– y renuente a aceptar “manipulaciones”, el Flaco aún no acusó recibo. Cuenta Di Pietro que le mandó el disco varias veces y que incluso lo dejó en manos de la vieja Barrios, su asistente, pero no recibió respuesta. “De todas maneras, creo que es un trabajo que lo excede porque no son covers de él. Su música fue el punto de partida para elaborar otra cosa. La idea era jugar con la tensión que se genera de esperar algo (la canción original) y encontrarse con otra cosa”, sostiene. Di Pietro nació en Marco Juárez y a los 18 años se mudó a Buenos Aires para estudiar armonía, contrapunto, arreglo e improvisación con Cirigliano. Después, hizo la carrera de piano y composición en el Da Falla y experimentó en todo tipo de formatos: dúo, trío, cuarteto, big band de jazz. La experiencia le permite, por ejemplo, detectar paralelos entre “Durazno sangrando” y la Gymnopédie de Eric Satie; o entre “Los libros de la buena memoria” y un preludio de Debussy. O percibir cruzamientos entre “Por”, aquella gema de Artaud, y una pieza de Schoenberg.

–Decía que tomaba este trabajo como un punto de partida. ¿Hacia dónde?

–Como punto de partida para elaborar la música que quería hacer. La idea se basa en que la invención queda más expuesta cuando se la aplica a algo conocido. Puedo poner como ejemplo algún disco de los de solo piano de Bill Evans o de Keith Jarrett haciendo standards de jazz. La confrontación de lo conocido (el tema) con lo nuevo (lo que ellos aportan a esas versiones) resignifica la canción utilizada. Y, a la vez, se expone la manera de trabajar de estos pianistas.

–El repertorio de Spinetta es uno de los más numerosos de la música popular argentina. ¿Qué parámetros tomó para la elegir diez canciones?

–Hubo dos líneas. Por un lado, hice una lista con los temas que me gustaban y por otro fui seleccionando desde un lugar más intelectual. O sea, que mientras iba escuchando vislumbraba posibles tratamientos... después, en la práctica era probar qué funcionaba y qué no. Esa fue la parte más placentera. Descubrir qué había detrás de cada línea melódica, hacia dónde se dirigía, cómo redefinirla dentro de otro contexto. Spinetta tiene una manera muy particular de enlazar acordes y sobre esos acordes construir melodías.... hay muy pocos lugares comunes en sus canciones.

–¿Fue arduo el trabajo?

–Sí, sobre todo el trabajo inicial porque de estas canciones no hay partituras. Entonces una vez que tuve unos quince temas más o menos me puse a transcribirlos a papel para tener una mirada más abarcativa y poder delinear el tratamiento que le iba a dar a cada uno. Además, era muy estimulante ver cómo las canciones iban tomando su curso. Creo que Spinetta, junto a Charly, crearon una manera distinta de hacer canciones en Argentina. Spinetta atraviesa transversalmente toda la música de acá desde fines de los ‘60. Su música se va a seguir escuchando más allá de él y muchos de sus temas seguramente se convertirán en parte del repertorio colectivo. Algunas canciones ya lo son.

–Las originales, totalmente. Pero, ¿qué futuro le pronostica a su apropiación?

–No lo sé exactamente. Lo que quise lograr fue que, al hacer las versiones en piano, no sean sólo el formato de “melodía acompañada”. Quise explotar los recursos que da el instrumento y aprovechar su sonoridad. O sea, quise que el lenguaje sea el instrumental. Por suerte es cortito...

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