Jue 18.10.2007
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MUSICA › “ELEKTRA”, DE RICHARD STRAUSS, EN EL COLON

Una ópera que mira a Grecia desde las ideas del siglo XX

› Por Diego Fischerman

Elektra, para Hugo von Hoffmannstahl, vive obsesionada por la venganza y muere después de conseguirla. El drama griego, en su visión, aparece atravesado por aires de época. Si para Sigmund Freud, la tragedia podía explicar el inconsciente, para Von Hoffmannstahl bien podía suceder lo contrario. Richard Strauss, que había trabajado sobre un drama de Oscar Wilde para Salomé, estrenada en 1905, vio, ese mismo año, la representación teatral de Elektra en el Deutches Theater de Berlín, con Gertrud Eysoldt como protagonista y Tilla Durieux como Clitemnestra. Aún no había decidido que haría una ópera a partir de ese tema. Más bien pensaba que debía evitarlo, porque le parecía que el tema se acercaba demasiado al de su anterior estreno, pero a partir de ese momento comenzó a escribirse con el dramaturgo. La resistencia a Elektra pronto desapareció y con esa obra, que se estrenó en 1909, comenzó una de las relaciones entre un músico y un escritor más fructíferas y bien documentadas de la historia. La colaboración entre ambos, siempre por carta, incluyó El caballero de la rosa, La mujer sin sombra, Adriana en Naxos Arabella y La egipcia Helena.

La tragedia de Elektra ya había tentado a varios, empezando por Eurípides, Sófocles y Esquilo. Voltaire, Dumas y Leconte de Lisle, además de músicos como Glock, inmortalizaron no sólo a Elektra sino a Orestes e Ifigenia. Y, después de Strauss y Von Hoffmannstahl, tampoco se agotó el tema, como lo prueban Leben des Orest de Ernst Krenek, Mourning Becomes Electra, de Eugene O’Neill, Les mouches de Jean-Paul Sartre y la Orestíada de Iannis Xenakis. Pero la obra de Strauss, situada en las fronteras de la tonalidad funcional y en el límite en que la disonancia resquebraja el sistema que había regido la música durante cuatrocientos años, es la única que, dentro del universo de la ópera, se ganó un lugar indiscutido en el repertorio. Hoy a las 20.30, el Teatro Colón presentará una nueva puesta de esta ópera y lo hará con una de las mejores intérpretes actuales para el papel protagónico, la estadounidense Luana DeVol. Las funciones, en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125), serán, además de la de esta noche, los próximos domingo 21 (la única que no se realizará en el mismo horario sino a las 17), miércoles 24, viernes 26 y sábado 27. La conducción musical será del excelente director Stefan Lano y la puesta en escena está en manos de Mario Pontiggia, quien el año pasado realizó para el Colón la régie de Boris Godunov.

La última representación en Buenos Aires fue hace doce años, con una puesta de Roberto Oswald. El responsable de la nueva versión escénica, que se verá a partir de hoy, es egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, durante varias temporadas fue asistente de Pier Luigi Pi-zzi, y desde 2002 es director artístico del Festival de Opera de Las Palmas. La escenografía y vestuario serán de Daniela Taiana y la iluminación, de Horacio Efron. El elenco incluirá, además de a Luana DeVol, una especialista en el repertorio dramático que ha actuado en el Festival de Bayreuth y en teatros como el Metropolitan de Nueva York, la Scala de Milán, la Opera de París, la Opera de Viena y la Staatsoper de Berlín, a Viriginia Correa Dupuy como Crisotemis, Graciela Alperyn en el papel de Clitemnestra, Hernán Iturralde como Orestes y Carlos Bengolea como Egisto, En la función del 26, Susan Marie Pierson reemplazará a DeVol y el elenco se completará con Eiko Senda y Elizabeth Canis.

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