MUSICA › LAS VOCES DE GREGORY HOPKINS
Courtney Bennett, codirector del grupo de música afroamericana, anticipa las claves de su show De Joplin a Presley.
› Por Karina Micheletto
Visitan Buenos Aires todos los años, desde 1998, y puede decirse que lo hacen religiosamente. Gregory Hopkins and The Great Voices of Gospel, el ensamble vocal que trae el espíritu de la música religiosa afroamericana del Sur de los Estados Unidos, diseñado con perfección vocal, vuelve a mostrarse en la Argentina por décimo año consecutivo. Los integrantes del grupo (17 personas, contando las voces y los tres instrumentistas) confiesan no conocer demasiado sobre la tradición de la música de este país, pero dicen estar seguros de algo: el gospel se hace entre todos. Y eso incluye al público, a tal punto que durante la función nunca se apagan completamente las luces de la sala. Y aquí se encuentran a gusto cantando cuando cantan, dicen, con un público que va creciendo año tras año.
Mañana y el domingo, estas grandes voces del gospel mostrarán en el Teatro Gran Rex los puntos fuertes habituales de su repertorio: gospel, blues y negro spirituals. Pero esta vez se detendrán también en las dos figuras propuestas por el título del show: De Joplin a Presley. Dos hitos de la música de Estados Unidos que, desde diferentes lugares, reivindicaron las raíces de la música afroamericana, proponiendo diferentes conexiones con otros ámbitos y otras músicas y, también, otros propósitos. “Scott Joplin fue el tipo que inventó el ragtime. Cuando se habla de ragtime, el suyo es el primer nombre que se nos viene a la mente”, define Courtney Bennett, baterista y una suerte de codirector del grupo (el director, Gregory Hospel, llegará más tarde que todo el resto del equipo, justo antes de la primera función, debido a la muerte de su madre). “Joplin fue el gran pianista y compositor de ragtime, el que brilló cuando esta música surgió con fuerza en pubs y night clubs en diferentes lugares del Sur, y con más fuerza todavía en Harlem. El llevó el ritmo afroamericano a otros ámbitos, abriéndolo a la música clásica, tradición a la cual pertenecía por formación.” De hecho, el compositor afroamericano es reivindicado hoy como una figura de culto y su música es tomada por intérpretes del mundo del jazz y de la música clásica. Para este show, The Great Voices of Gospel eligieron algunas partes de la composición más ambiciosa de Joplin: su ópera Treemonisha, que describe la vida en las plantaciones esclavistas norteamericanas a fines del siglo XIX. “La otra ópera famosa que de algún modo describe a la comunidad negra de Norteamérica sería Porgy and Bess, que trajimos aquí el año pasado”, aprecia Bennett. “Aunque aquélla estaba ligada al jazz, y con otra temática y otro enfoque desde el punto de vista de su argumento.”
–¿Y por qué ligaron este nombre y esta temática a Elvis Presley?
–Básicamente queremos mostrar la influencia de la música afroamericana en otras áreas. A veces se piensa que la música que hacemos está limitada a la comunidad negra de Estados Unidos. Pero figuras como Elvis Presley demuestran el enorme poder de esta música, por fuera de una cuestión racial o de ghettos. En los ’50, en momentos en que la tensión racial era muy fuerte en los Estados Unidos, cuando los músicos negros tenían la entrada prohibida a algunos bares, tomó la riqueza de las raíces afroamericanas, y las llevó por fuera de los límites de la comunidad negra, en un contexto totalmente diferente al actual.
–Y como intérprete, ¿cuáles son los aspectos de la música afroamericana que siente que se expresan en la música de Elvis?
–Su música tiene la estructura, la lírica y el feeling del rhythm and blues, todo ello está allí presente. El tomó música escrita por gente negra e interpretada por las diferentes comunidades negras del Sur. La naturaleza de esta música, la experiencia de esta música, es negra.
–A pesar de que Elvis la reelaboró y las cambió al incorporarlas.
–En verdad, no la cambió tanto. Los elementos son muy simples, no necesitó cambiar demasiado las palabras, ni las formas: las copió. Por supuesto que el tiempo pasó y esta música fue grabada, con otras estructuras musicales, con nuevos instrumentos, por ejemplo, pero la música es la misma. Y Elvis de algún modo representa ese exacto punto de apertura de esta música, el paso del ghetto de la segregación racial a la popularidad mundial.
–¿Por qué cree que tiene éxito en un país como la Argentina la experiencia musical que proponen?
–Traemos una experiencia afroamericana y ésa es una experiencia internacional, pero la gente conoce sobre su origen y su desarrollo; representamos una tradición única. También está presente el fondo religioso, es muy real lo que se ve sobre el escenario. La gente realmente cree en lo que estamos cantando. La música, además, realmente es parte de la audiencia. La gente comparte la experiencia, en un sentido físico, corporal. Por eso para nosotros es impensable hacer un show como tradicionalmente se propone, con todas las luces iluminando el escenario y el auditorio a oscuras. Nosotros necesitamos compartir la experiencia con el público, mirarlo a los ojos. Luego, cada año nuestro público vuelve porque sabe que siempre mostramos cosas diferentes, y además se renueva porque nos van recomendando. No hay otro secreto.
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