Mié 19.12.2007
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MUSICA › ELIANE ELIAS SE PRESENTA ESTA NOCHE EN EL GRAN REX JUNTO A SU GRUPO

“Brasil y el jazz son partes de mí”

Estrella del jazz neoyorquino en la década del 80, esta compositora, pianista y cantante –que alguna vez grabó en dúo con Herbie Hancock– regresa a Buenos Aires con una compañía de lujo: el contrabajista Marc Johnson y el baterista Paulo Braga.

› Por Diego Fischerman

Acompañante de Vinicius de Moraes y Toquinho, a los 17 años, integrante de Steps Ahead, uno de los grupos más influyentes de los ’80, junto a los hermanos Brecker, Mike Mainieri, Eddie Gomez y Peter Erskine, directora musical de Gilberto Gil y pianista, compositora y cantante notable, Eliane Elias tocará hoy en el Gran Rex. El programa estará dedicado a dos creadores que, a su vez, aparecen encarnados en cada uno de los otros integrantes del trío con el que regresa a Buenos Aires (ya había estado en 2005). El baterista será Paulo Braga, uno de los instrumentistas que más conocieron a Antonio Carlos Jobim. Y en el contrabajo estará el genial Marc Johnson, que integró el mítico trío de Bill Evans.

Jobim y Evans son, además, dos tópicos centrales en la vida artística de esta artista nacida en San Pablo y radicada en Nueva York desde 1981. El primero mereció dos discos, Plays Jobim y Sings Jobim. El otro es el objeto del CD que acaba de terminar de grabar. Y, en el medio, Dreamer, editado por Sony BMG, donde con delicadeza y elegancia abordaba clásicos como “Call Me”, música brasileña y el venerable “A House is not a Home”, de Burt Bacharach. Su carrera registra hitos como su dúo con Herbie Hancock incluido en Solos & Duets, el disco The Three Americas, elegido como el mejor de 1995 por los lectores de la revista especializada Down Beat, sus dos tríos neoyorquinos de los ’80 y ’90, uno con Jack de Johnette y Edie Gomez y el otro con Johnson –que es su marido actual– y Erskine, y el extraordinario Shades of Jade, de Johnson, donde compuso junto a él todos los temas y participa una banda de lujo, que incluye a John Scofield en guitarra eléctrica, Joe Lovano en saxo tenor, Joey Baron en batería y Alain Mallet en órgano (publicado por el sello ECM). Ella se niega a separar el jazz y la música de Brasil o, por lo menos, a renunciar a alguno de ellos. “Estuve la mitad de mi vida en Brasil y la mitad en Estados Unidos –dice–. Y si dejara de hacer cualquiera de las músicas que me apasionan y que son parte mía, sería sólo la mitad de mí misma.”

Elias asegura que su primera voz fue el piano. “Siempre el instrumento habló por mí. El piano era mi manera de cantar, emocionalmente hablando. Recién en los últimos tiempos estoy dejando que sea mi voz la que cuente, la que entre en las letras, que pueda contar historias con esas palabras, y que sea el piano quien la acompañe.” En su visita anterior había llegado junto a Johnson, Rubens de la Corte en guitarra y Satoshi Takeisha en batería. Y antes –mucho antes– había sido parte de la banda con que Vinicius realizó sus últimas actuaciones en Buenos Aires. Ella todavía recuerda “el amor que esta ciudad tenía por Vinicius”. En cuanto a su música, dice: “El jazz y la música de Brasil, y en particular la de Jobim, me enseñaron distintas cosas y creo que todo ello está en lo que compongo y en mi manera de tocar. El jazz me dio la complejidad armónica, la riqueza rítmica, la idea de variación. Jobim me mostró que esa complejidad no es incompatible con la sencillez melódica; al contrario, que una y otra son complementarias”.

Filmada en Calle 54 por Fernando Trueba y acompañante de músicos de afuera del jazz como James Taylor o Andy Summers, Elias cree que “la apertura musical no debe significar no tener estilo”. Para ella, “el sonido propio, eso que hace que uno sea uno mismo, no pasa por las cosas que toca, sino por cómo las toca. Es algo sutil. No es que uno haga todo de la misma manera; una canción de Jobim requiere un gesto diferente que un tema de Evans. Una improvisación en un contexto jazzístico no es lo mismo que cuando el marco lo da una canción de la bo-ssa nova. Si alguien no hiciera ninguna diferencia al tocar músicas que provienen de tradiciones diferentes estaría, sencillamente, faltando algo. Sin embargo, hay algo que permanece; algo de uno que está en cada cosa que hacemos. No es algo meditado, desde ya. No sabía caracterizarlo. Sólo sé que cuando toco un tema de Jobim me siento tan yo misma como cuando toco un tema de jazz. Es como el tono de la voz. Podemos hablar en distintos idiomas pero el tono es el nuestro; nuestra voz se reconoce”.

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