La etiqueta de “música popular” suele ser demasiado abarcadora, sobre todo en un país rico en ritmos y variado en paisajes que los inspiran. ¿Qué dejó este 2007 en el cada vez más amplio mundo de la música popular? Tango y folklore en búsquedas frescas que los acercan a aires de otros géneros. La saludable presencia de varios referentes en los escenarios, compartiendo su música con aquellos a quienes pasan la posta. Algún debate perimido sobre la existencia o no de nuevas letras en el tango, cada vez más folklore que se hacen en las ciudades. Una larga lista de visitas internacionales brasileñas, y un cierre de año con cuatro canchas de Boca llenas –y muchos otros estadios en distintas ciudades del país– por dos sorprendentes Pájaros de un tiro, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, dos señores en plan de estar de vuelta.

¿Qué hay de nuevo, tango?

No por repetida, la pregunta es menos pertinente: ¿Existe el nuevo tango, o el tango joven? En todo caso, el adjetivo tiene que ver con grupos y solistas que toman al género sumándole influencias de toda la música que escucharon en sus vidas, que puede ser rock, funk o jazz. Una tendencia que parece verificarse es la de los nuevos cantantes de tango: si hasta ahora parecía difícil reemplazar al reluciente cantor de orquesta, excepto por el lado de la imitación, una nueva generación de cantantes (Alfredo Piro, Walter Laborde, Ariel Ardit, entre otros) le está encontrando la vuelta sumando también otras influencias escuchadas en el abordaje, pero sin dejar de hacer tango.

A la hora de encontrar lo mejor de lo nuevo, sin embargo (o lo verdaderamente nuevo, aquello que viene a decir de manera original lo que no se había escuchado antes) parece inevitable mirar hacia lo viejo. Para los nuevos compositores y músicos, los maestros que continúan en actividad siguen siendo la clave, como Leopoldo Federico, que en una actitud que tiene mucho de militante sigue al frente de una orquesta que reúne generaciones. Por lo demás, muchas agrupaciones continúan abonando dos grandes tendencias: la Pugliesista, en orquestaciones que van tras las formas y estilo del maestro de “La yumba”, y la del tango reo, canyengue, lunfardo, carcelario, prostibulario, orillero o como quiera llamársele. Durante 2007, estos dos caminos siguieron transitados.

Mientras tanto, claro, el tango for export, el de las lentejuelas, las exhibiciones gimnásticas de los bailarines y los cantantes engolados, sigue dando los mejores frutos económicos, en un circuito que no se toca con el de nuevas propuestas. Unos y otros venden tango, pero no comparten escenarios, público, ni cartelera posible. Desde su surgimiento hasta hoy, aquel hijo díscolo del género que los tangueros tradicionales no querían ni mencionar para no dotar de entidad, el tango electrónico –otra etiqueta– parece haber encontrado mucho más rápidamente su unidad distintiva y su nicho de público, en crecimiento. Aquí también hay otro público, y quedó claro en la reciente presentación del último disco de Bajofondo.

En lo que hace a las propuestas de los organismos gubernamentales, esos que se supone se encargan de defender y difundir lo propio, el promocionado “Año Homero Manzi”, a cien años del nacimiento del autor de “Sur”, no dejó propuestas para recordar. Tampoco los 90 años de la creación de “La Cumparsita”, aunque justo este tango ya tiene demasiados homenajes que venden diariamente en todo el mundo. Desde el impulso oficial, el capítulo tanguero que queda abierto para 2008 es el del Festival Buenos Aires Tango, que tras la asunción de las nuevas autoridades en la ciudad cambió de organizadores, y ahora es programado por Gustavo Mozzi. En principio, la ciudad perdió una fecha: el festival ya no se hará entre febrero y marzo, sino que se pegará al Campeonato Mundial de Baile de Tango, en agosto. Habrá que ver la forma en que se plantean las líneas de continuidad, y se abren otras nuevas, más imaginativas, para encontrar producciones originales y propuestas que no repitan lo ya ofrece el circuito comercial.

¡Arriba las palmas!

En lo que respecta al folklore estelar –ese en el que las zambas suenan como baladas, y las chacareras también– una jugada de ajedrez de 2006 dejó ganadores y perdedores: Jorge Rojas se separó de Los Nocheros, y se posicionó como solista en los primeros lugares de popularidad, desbancando a sus ex compañeros. Por lo demás, el Chaqueño Palavecino sigue siendo el gran imbatible del gusto popular.

Después del retiro forzoso de unos años atrás por problemas de salud, de la gran voz del folklore, Mercedes Sosa sigue mostrándose en plena forma, con numerosas presentaciones en todo el país, y apostando a los nuevos autores y compositores. El género, mientras tanto, sigue evolucionando con nuevas formaciones y solistas que integran lo tradicional y la renovación, como el excelente trío Aca Seca, el armoniquista Franco Luciani o el jujeño Bruno Arias, entre muchos otros.

En materia de vistas internacionales, coparon la escena los brasileños: vinieron Caetano Veloso, Marisa Monte, Gilberto Gil, Gal Costa, Toquinho y María Creuza, Milton Nascimento, por nombrar sólo al seleccionado histórico. También artistas como Pablo Milanés, Diego el Cigala, Niño Josele, Jorge Drexler, Jaime Roos, Fernando Cabrera. Gustavo Santaolalla es argentino como el dulce de leche, pero cuenta casi como visita internacional: este año ganó su segundo Oscar consecutivo, por la música de la película Babel. Todo un record, igual que el que concretaron Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina llenando cuanto estadio se les presentara. Serrat y Sabina vinieron para anunciar que ya están de vuelta, que tienen ganas de reírse de ellos mismos y de lo que representan. Es improbable que este encuentro se reedite, por lo que quedará como uno de los felices hitos de este 2007 que ya se va.