MUSICA › EL SAXOFONISTA DAVID LIEBMAN, HOY EN ROSARIO Y MAñANA EN BUENOS AIRES
› Por Diego Fischerman
La primera referencia es inevitable: John Coltrane. David Liebman lo escuchó de chico y, según cuenta, mucho de lo que hizo que se dedicara a la música tuvo que ver con esa experiencia. Pero hay otro nombre quizá más cercano, el de Wayne Shorter. En todo caso, más allá de los parentescos estéticos, lo que lo acerca a Shorter es el haber encontrado un lenguaje propio a partir de la aparentemente virósica influencia de Coltrane. Como ellos, Liebman toca saxo tenor y soprano y, como ellos, encontró para este último instrumento, algo marginal a la historia del jazz moderno, un alfabeto consistente. Y, además, tocó con los mismos músicos con los que ellos habían tocado. De hecho, sus trabajos más importantes a comienzos de los ’70, cuando empezó a surgir como figura, fueron en el grupo de Elvin Jones –que había sido baterista de Coltrane– y en el de Davis –donde habían estado el propio Coltrane y, más cerca, Shorter–. Pero si Liebman es un nombre inevitable en el panorama de las últimas décadas del jazz, no lo es tanto por sus compañías célebres como por sus propios proyectos y, en particular, por los que compartió con el extraordinario pianista Richard Beirach.
Primero en el grupo Lookout Farm y luego en discos que fueron desde el dúo de Chants –que cultiva una suerte de música de cámara altamente introspectiva y sutil– hasta el cuarteto Quest y la participación conjunta en discos magníficos como Pendulum, donde tocan junto al trompetista Terumasa Hino, Liebman y Beirach conformaron una sociedad artística excepcional. La otra gran sociedad es su cuarteto actual, que viene tocando junto desde hace ocho años y con él llega hoy a la Argentina para presentarse esta noche en la Sala Lavardén de Rosario (Sarmiento 780), mañana a las 21 en el ND Ateneo (Paraguay 918) de Buenos Aires y el lunes y martes coordinando talleres con músicos de jazz en EMU, en La Plata. El grupo junto al guitarrista Vic Juris, el contrabajista Tony Marino y Marko Marcinko en batería es, según Liebman, “la mejor mezcla posible para funcionar en todos los estilos que me gusta escribir y tocar, desde lo étnico a la fusión y de lo eléctrico a lo acústico”. Si se piensa que, al mismo tiempo que tocaba con Miles en On the Corner, en temas que emulaban a Sly and the Family Stone, desarrollaba un estilo intimista e intelectual y que el salvajismo y la delicadeza coexisten en sus músicas, la apreciación no es menor. Liebman, junto a algunos de sus compañeros de ruta habituales, como el pianista Marc Copeland, es una de las figuras centrales en la movida del jazz neoyorquino. “Con todos mis grupos –dice Liebman– la constante fue la permanencia de los mismos músicos durante mucho tiempo. No hay nada más poderoso que un grupo estable.”
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