MUSICA › RECITAL DE MANU CHAO EN ROSARIO
El trovador clandestino volvió a jugar de local
Después de su aparición con bajo perfil en la cumbre marplatense, el músico francoespañol se dio el gusto de ir y venir por su repertorio en el Anfiteatro Municipal, ante seis mil fans.
› Por Mariano Blejman
Desde Rosario
Uno ya no se da cuenta: cinco años después de aquel show en Obras, donde presentaba tanto las canciones de Clandestino como las que iban a venir en su continuación Próxima estación: Esperanza, Manu Chao dio un concierto de 3.15 horas en el Anfiteatro Municipal de Rosario ante 6 mil personas, y después... puso música. Uno ya no se da cuenta: del lugar al que corresponden las canciones que fueron saliendo de este “muchachito” de porte retacón, que promedia los 40 años y conserva una energía sobre el escenario que lo va haciendo cada vez más gigante con el paso de los temas. Sin disco nuevo para mostrar, Manu se dio el gusto de ir y venir por su repertorio histórico: un paseo por sus canciones más populares, y un repaso por aquellos años tan hard-core que, aunque sin vientos en el escenario, devolvieron el espíritu de la Mano Negra perdida.
Después del show sorpresa que “Manu Chao-Radio Bemba” dio en la fiesta de “El Grito del Caladero” el jueves en una plaza olvidada de Mar del Plata en el contexto de la Cumbre de las Américas ante unas 1000 personas (que comenzaron siendo 150 hasta que comenzó a correrse el boca en boca), el músico francoespañol iba por una revancha: la lluvia lo había corrido de una prometedora velada. Esta vez, con la presencia del ex Mano Negra “Garbancito” en la percusión (y con la notable ausencia de su compañero de ruta Gambeat en el bajo o contrabajo), el Manu trajo a Rosario un abanico de opciones sobre su agitada carrera musical. Y uno ya no se da cuenta: hasta él mismo se marea sobre sus temas, presentando un show tan aceitado como efectivo a la hora de combinar versiones bien cantables de sus “hits”, como la fuerza destructora que había surgido a comienzos de los ’90 cuando la Mano Negra regaba de música afrolatina este continente.
Hablando apenas lo imprescindible sobre el escenario, Chao dio lugar a un homenaje al Pocho Lepratti (levantando una bandera con una bicicleta) asesinado en los enfrentamientos del 19 y 20 de diciembre de 2001, y puso el micrófono al frente cuando el público comenzó a cantar “Bush fascista / vos sos el terrorista”. Pero eso sería después. La primera hora comenzó reggae, y –a la sazón de aquellos que recuerdan sus shows en Mendoza, Rosario y Buenos Aires en el 2000– más predecible, pero se fue endureciendo, y agregando sorpresas hacia el final. Las versiones siempre un poco más aceleradas de Clandestino, Desaparecido, Día Luna, día pena, Por el suelo y Merry Blues, de su época solista, sirvieron para ilustrar la primera hora de concierto al aire libre, justo el día que Rosario festejaba también el día de las “Colectividades”. Curioso. La primera hora fue acaso la más parecida a aquellos shows, sin dejar un solo minuto de silencio. Allí, comenzaba a gestarse la empatía musical que el Manu tiene con Magic, un guitarrista francés, compañero de rumbas en Barcelona, incansable trasnochador, agitador de peñas ajenas y un showman digno de convertirse en estrella.
Pero después del primer intervalo la cosa se puso pesada. Si se repite la lista de temas, el show que Manu Chao dará mañana en All Boys (agotado) y el próximo martes 15 de noviembre (parte de la recaudación irá para la Radio La Colifata), puso sobre el escenario versiones de clásicos que se pensaban perdidos en la marea de Internet. Peligro (Cuidado en el barrio/ Cuidado en el campo), King of Bongo, Mala Vida, una versión lenta de Sr. Cobranza, y Casa Babylon, estuvieron presentes, entre otros.
Además, estrenó en Argentina Si yo fuera Maradona, el tema que compuso para la película de Emir Kusturica. Aunque, en verdad, era la segunda vez que lo tocaba en Argentina. La primera vez sucedió en una estación de servicio de Mar del Plata cuando –por absoluto azar– Manu Chao se encontró con Kusturica, quien se había escapado del Tren del Alba para tomar un café. “¿Cuándo podemos grabar este tema?”, preguntó Kusturica, con quien se había hablado desde hacía días sin haber podido arreglar el encuentro. “Ahora mismo”, contestó Manu. Sacó la guitarra y la inmortalizó, poco antes de la marcha de la Cumbre de los Pueblos. A pesar de la ausencia de temas de su último cd en francés Siberie m’etait contée (sin editar en Argentina), no faltaron sorpresas. Entre ellas, y sin saber las implicancias que iban a tener en el público rosarino, Manu cantó “Se fuerza la máquina / de noche y de día” un tema del argentino Gato Pérez, Rey de la Rumba de Barcelona que en Rosario hicieron conocidos Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré. La rumba rosarigasina estaba en su esplendor, claro, así que Manu Chao volvió por quinta vez al escenario, pero ya no para empuñar un instrumento: instaló una consola, eligió unos discos y animó la fiesta durante media hora en las gradas del Anfiteatro. Uno ya no se da cuenta: ¿cuándo termina un show de Manu Chao?