Ofidio Dellasoppa es un tanguero de lo más apegado al género. Riguroso traje y gomina, gesto atildado, voz arrastrada, su mayor virtud está en las composiciones que comparte con poetas como Rogelio Zenón Canete o Nélido Adelino Barrios. Junto a dos guitarristas del mismo porte forman el trío Las Cuerdas Flojas. Ofidio Dellasoppa es el personaje que el músico y actor Silvio Cattáneo creó para el espectáculo Glorias porteñas, pero hace rato que se independizó para formar grupo y espectáculo propios, con varias presentaciones en salas porteñas y del interior del país. Ahora el trío volverá a mostrar su particular poética tanguera en Buenos Aires, hoy en el Nacional (Estados Unidos 308).

¿Y qué se trae este trío que a su manera hace honor a la tradición del tango con guitarras? Lo suyo es el tango-comedia, pero tomado en serio a la hora de hacer las letras o los arreglos. Es cierto que Ofidio puede parecer a priori algo anacrónico y atildado, portador de toda la galería de tics de lo más rancio del tango. Pero a poco de comenzado el espectáculo (o de puesto el disco, según el caso) se descubre por dónde pasa su arte. En el repertorio hay lugar para una oda a la ex Línea Sarmiento (todo un hit del trío), una mezcla de choros brasileños y milongas que resulta en as chorongas (“Milon-ghinhas” o “Milonga del Mercosur”), o la versión anglosajona de “Garufa”: “From the Bondiola neighbourhood, you are the froggest”. Toda una filosofía poética puesta al servicio del tango. Y junto a estas incursiones transgénero que incluyen choros o blues, el repertorio concilia interpretaciones de tangos y milongas clásicos.

Ofidio Dellasoppa y compañía (el trío se completa con los profesores Anímides del Bacce –Claudio Ceccoli– en guitarra y Elíseo Campos –Felipe Traine– en guitarrón) le encontraron una vuelta al género por el lado del humor. El tono ingenuo (“siempre al borde de parecer pavote”, definirá Cattáneo en diálogo con Página/12) va acompañado de música de lo más seria. “Me gusta jugar con el contraste de tipos que en apariencia son unos aparatos, unos pelandrunes”, explica Cattáneo, el hombre detrás de Dellasoppa. “Glorias porteñas era evocativo, un homenaje a figuras como Gardel, Corsini, Tita Merello o Ada Falcón, que estaban todo el tiempo presentes. Esta, en cambio, es una parodia. Los homenajes, en todo caso, son más sutiles: Ofidio honra a los autores periféricos de barrio, de cantinas y boliches. También es un homenaje a la guitarra del tango, y en particular al trío de guitarras.”

Si a lo largo de su historia el género dejó duplas como Gardel y Le Pera, Manzi y Piana, hoy Ofidio forma la suya con el letrista Nélido Adelino Barrios. Otros poetas que nutren el repertorio dellasoppiano: Aquiles Cardoso o Rogelio Zenón Canete, un hombre que vive en Ciudadela, y un verano, cuando vuelve de Mar Chiquita, descubre que el paisaje de su barrio ha cambiado: ahora pasa una autopista por la esquina de su casa, y el poeta vuelca su sufrir en una letra de tango. En el mundo fantástico de Las Cuerdas Flojas también está Atilio Cándido Azcurra. “Muy conocido en el circuito literario: con una guía Filcar se armó un caminito con las editoriales que recorría, con la esperanza de publicar su obra”, lo describe Cáttaneo.

El tango de Las Cuerdas Flojas no está habitado por guapos compadritos, y sus escenografías no son los farolitos ni las marquesinas del centro. “No es el tango del Obelisco ni de Caminito”, sintetiza Cattáneo. Lo que se escucha es, más bien, el tango del Conurbano, tan inexplorado por el arte como casi todo lo que habita ese territorio que se extiende más allá de la General Paz. Cosas del Conurbano: cuando los músicos quisieron filmar el videoclip de “Ultimo tren a Once” (el hit que describe un viaje en la ex línea Sarmiento), se encontraron con que la estación de Haedo, locación elegida para la ocasión..., había sido prendida fuego por un convoy harto de su mal funcionamiento. De este tipo de percances está hecho el tango que no se vende en las tanguerías for export.