MUSICA › ME DARáS MIL HIJOS HABLA DE LAS CANCIONES DE AIRE, SU NUEVO DISCO
El grupo empieza a mostrar las canciones de su tercer disco, que los encuentra convertidos en una orquesta numerosa y alejada del matiz melancólico. “Ahora es más de baile, y hasta hemos visto algunos pogos...”, señalan.
› Por Sebastián Ackerman
Por qué Me darás mil hijos se llama así sigue siendo un misterio: Mariano Fernández (voz, guitarra y autor de la mayoría de las letras) tomó esa frase de “un poeta latinoamericano”, porque “puede gustarte o no, pero tiene fuerza”. Lo que se va definiendo es un estilo Mil hijos: desde las grietas de los géneros musicales definidos como casilleros, comenzaron a mezclar vals con rock, foxtrot con balada, milonga con polka, todo en una base de sonido acústico y un trabajo muy depurado en las canciones. “Creo que hay un sonido propio que se fue logrando”, señala Fernández a Página/12. “No fue una búsqueda como hallazgo, sino algo que se fue dando en el camino. Con el simple laburo y con el pasar de los años creo que se fue logrando un sonido que es bastante personal y bastante propio. No un estilo particular, sino un sonido”, explica, y con él acuerdan Federico Ghazarossian (contrabajo) y Carolina Flechner (batería) para definir el lanzamiento de Aire, el tercer trabajo de la banda, que presentarán el viernes 16 en el Teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549).
La banda, que nació en 2000 con tres guitarras criollas y el contrabajo, se completa con Santiago Fernández (guitarra, cavaquinho), Gustavo Semmartín (guitarra), Leonora Arbiser (acordeón) y un set de vientos integrado por Germán Cohen, Rodrigo Guerra y Carlos Alvarado. Fernández remarca a los “caños” como un hecho importante en la identidad sonora del grupo: “La mixtura con los vientos partiendo de las tres guitarras y la percusión logró poder sonar muy fuerte, como una banda de rock con instrumentos desenchufados”, sostiene. Ghazarossian recuerda que “siempre imaginé que nos iba a ir bien porque uno le pone amor a todo lo que hace. Pero no que íbamos a ser una orquesta, doce músicos, eso nunca. Y me encantó. Yo venía de tríos, cuartetos o sextetos, pero es muy diferente. Tenés que dejar lugares cuando cantan los instrumentos, limitarte en muchas cosas. Trabajás en una función diferente”.
–¿Cómo se podría definir Aire?
F. G.: –Sigue el camino del anterior, pero tiene una evolución personal de cada músico y sobre los arreglos de cada canción. También lo grabamos en vivo, lo que da mucha riqueza en el ambiente.
C. F.: –La particularidad es ésa, que suena bien en vivo, con la potencia de cuando hacemos un show, y los temas son bastante diferentes uno del otro y a la vez forman un conjunto.
M. F.: –Es una evolución de lo anterior... aunque si hubo una búsqueda concreta fue ésa: tratar de lograr en este disco lo que no habíamos logrado en los anteriores, que era plasmar algo del vivo.
–Siendo tantos, ¿cuál es el proceso de composición de la banda?
C. F.: –Sería como una comida: uno trae la carne, otro las verduras, otro el postre. Las letras mayormente son de Mariano, aunque otros integrantes también escriben. Se tira al asador, se va tocando y, en general, se hace algo totalmente diferente a lo que era.
M. F.: –Se arregla de manera colectiva. Inclusive cada uno puede traer una melodía y una secuencia armónica, y se rompe, se arma, se desarma... Se va haciendo para donde va tirando el tema.
C. F.: –No es tan caótico, en realidad.
M. F.: –Claro, pero no hay un método. En realidad, el método es que uno tiene una canción, la tocamos un poco, nos gusta, probamos con el ritmo y los arreglos, la armonía...
–¿Por qué creen que se los tilda de “melancólicos”? ¿Son así?
M. F.: –Me parece que quedó del primer disco, que partían de temas con más guitarras y contrabajos, pocos vientos.
C. F.: –Ahora es más de todos parados... como hay gente de distintas edades, depende mucho de dónde toquemos. Ahora es más de baile. Y hasta he visto pogos.
M. F.: –Yo creo que eso sí lo buscamos desde el segundo disco. El primero generó cierta cosa de culto y tratamos de escaparle a eso. No nos interesa ser un grupo de culto o intelectualoso. Queríamos salir del Club del Vino. Y ahora también: la idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible con lo que nos sale, pero así como no nos encerramos en un género no nos encerramos con nada de lo que implica el show.
Aire es el tercer trabajo de Me darás mil hijos. Tras un primer disco epónimo, había llegado una gran multinacional, Sony BMG, que editó Un camino, algún lugar. Pero lo que para la mayoría es un sueño a alcanzar, una garantía de éxito, fue un problema y el disparador para volver a lo independiente. Fernández es tajante: “Yo no creo que esté bueno trabajar con una multinacional. También fue muy caótico el momento de ellos, que fue cuando se fusionaron y cambiaron la gente varias veces. No nos dieron bola. De hecho, hay una cuestión muy burocrática: Un camino... vendió bien casi sin difusión, y creo que ni se enteraron. Y no reponen los discos en los lugares donde está agotado. La verdad que fue más en contra que a favor”, dice, y Ghazarossian cuenta que “hasta el año pasado estábamos en Sony BMG, nos mantuvieron en la heladera por seis meses y nos dijeron que nos devolvían el contrato... Entonces nos preguntamos: ¿qué hacemos? Y decidimos grabar pero de manera independiente, con la plata que juntábamos en los recitales. No cobramos un show durante un año y medio, y por lo que viene tampoco vamos a cobrar este año para bancar el disco”.
–Es muy difícil encasillarlos en un género. ¿Ustedes pueden definirse?
M. F.: –Salen las referencias y las influencias, y se van transformando. Uno arma desde lo que conoce y puede “sonar a”, o se le puede ocurrir algo “a partir de”. Me parece que es válido e inclusive necesario. No buscamos parecernos a nadie, pero inevitablemente hay cosas que tienen reminiscencias a lo que escuchamos.
F. G.: –Es un filtro de doce personas que escuchan música, aunque –mejor dicho y– llegan a un lugar común.
C. F.: –Por eso es que nuestro sonido es particular: es una mezcla de muchas personas que escuchan su música y van poniendo lo que saben. En algunas cosas nos parecemos pero en otras no: hay historias diferentes, edades diferentes...
Este año, Me darás mil hijos realizó nuevas experiencias: grabaron temas para una película y musicalizaron en vivo Juan Moreira, obra teatral que estuvo de gira por el interior. Fernández recuerda que “era una obra muy divertida porque la música era en vivo, con todo el pueblo, había caballos”, y Flechner trae el vaso medio vacío: “Los problemas eran en vivo: llovía en vivo... fue divertido”, matiza. Y luego lo llena: “Tenés que estar atento: siempre es diferente porque, como es en vivo, hay que mirar cuándo sale uno o cuándo dispara”. Con la película la mano vino cambiada, ya que, señala Fernández, “laburamos un montón para una película en la que al final quedó un solo tema”. Pero Ghazarossian arriesga que “igual, va a ser el disco a fin de año”. Fernández lo sigue en la idea: “Vamos a sacar un disco que se va a llamar Música para películas que nunca se filmaron”.
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