LITERATURA › RECLAMO CONJUNTO DE LAS CáMARAS DEL LIBRO
› Por Silvina Friera
Las caras de muchos editores expresan el estado de ánimo que impera en la industria editorial argentina. Son gestos de preocupación, de hartazgo, de bolsillos cansados de tapar agujeros. Las cifras, siempre tan parcas, esta vez son más que elocuentes. La asimetría entre el aumento del precio del papel y de los libros es tan desproporcionada que por primera vez las dos entidades que nuclean a quinientas editoriales de todo el país se juntan para decir “basta” en una conferencia en la Feria del Libro. La Cámara Argentina del Libro (CAL), presidida por Carlos de Santos, y la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), a cargo de Pía Gagliardi, alertan sobre el “incremento desmesurado” del papel, que desde enero de 2002 hasta ahora subió un 329 por ciento.
“Los aumentos del papel han sido desmedidos”, dice Gagliardi, de Aique Grupo Editor, a Página/12. “En lo que va del año tuvimos una suba del 15 por ciento, pero los papeleros nos anunciaron que la próxima semana habrá un nuevo incremento del 5 por ciento. El papel es el principal insumo del libro”, agrega. ¿Cuánto aumentaron los libros en ese período? La titular de la CAP precisa que depende del libro. “Los libros de texto prácticamente no han subido, pero el libro de interés general se incrementó un 120 por ciento, lo que implica que más de la mitad de los aumentos los absorbimos nosotros.” El problema, además, se agudiza por la concentración del negocio de las papeleras en cuatro empresas. “Acá hay un claro abuso por la posición dominante de estas papeleras”, se queja Gagliardi. “Increíblemente es más barato comprar papel en España o en Suecia, importarlo, pagar todos los gastos de transporte que comprarlo en la Argentina –explica–. No pretendemos ningún tipo de medida proteccionista, sólo queremos consensuar los precios para que sean sustentables para el sector.”
Tanto en la CAL como en la CAP están evaluando los pasos a seguir. “Estamos estudiando qué herramientas podemos utilizar para poder frenar estos aumentos desmedidos, porque trasladar estos incrementos al público sería muy sensible para los bolsillos de los lectores.” Gagliardi también recuerda que, en estos tiempos, otro de los dolores de cabeza que afecta a la industria editorial es la estampida del precio de los alquileres que se viene verificando en las librerías. “Si seguimos aumentando los precios de los libros y además se cierran bocas de expendio, la pregunta que surge es: ¿dónde se van a vender los libros y qué vamos a hacer las editoriales?”, plantea. “Estas subas exceden los índices de inflación y del costo de vida”, compara De Santos después de hacer los números y cotejarlos con la realidad. Aunque no tiene las cifras exactas, Gagliardi asegura que cuando aumentan los libros bajan considerablemente las ventas, “sobre todos en los libros del Polimodal, porque muchos optan por comprarlos usados en vez de nuevos”.
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