LITERATURA › SE REEDITAN TEXTOS FUNDAMENTALES DE MARíA ELENA WALSH
El lanzamiento de Canciones para mirar, Doña Disparate y Bambuco y el libro para adultos Fantasmas en el parque propició un festivo encuentro en el Circolo Italiano, donde hubo palabras de Carlos Ulanovsky y Leopoldo Brizuela y música con Jairo.
› Por Oscar Ranzani
El Circolo Italiano se transformó ayer al mediodía en un espacio de disfrute por un acontecimiento que volverá a hacer felices a grandes y chicos, al mismo tiempo. Es que a más de cuatro décadas de los estrenos de las obras teatrales y clásicos infantiles Canciones para mirar (1962) y Doña Disparate y Bambuco (1963), de María Elena Walsh, Editorial Alfaguara publicó dos libros que reproducen los contenidos de esas piezas (con las canciones incluidas) y que cuentan con destacadas ilustraciones de la Agencia Lancman Ink, integrada por Carolina, Florencia y Mariana Lancman. Paralelamente, se presentó también el libro Fantasmas en el parque, destinado al público adulto, que tiene algunos aspectos autobiográficos de la autora de “Manuelita”. En un ambiente festivo estuvieron presentes la escritora, compositora y dramaturga; el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, el escritor Leopoldo Brizuela –responsable de la edición de las dos obras infantiles–, el periodista Carlos Ulanovsky y la directora editorial de Santillana, Herminia Mérega.
En la ceremonia se presentó un video que resumió la vida de la autora de más de 50 libros –o sea, algo difícil de resumir– y tampoco faltó la música, aunque en este caso fue Jairo el encargado de darle brillo melódico al evento. El músico recordó que cuando vivía en España era conocido allí pero no en Argentina. Entonces, un día fue a la casa de María Elena, que también vivía en Madrid, con un casete y una melodía. Ella le dijo que se fuera pero que volviera en tres o cuatro horas. Cuando le tocó el timbre nuevamente, se encontró con la sorpresa de que María Elena Walsh había escrito la letra. Esa canción es “El valle y el volcán”, el tema con el que Jairo comenzó a ser reconocido en su tierra. Además de ese tema, Jairo también cantó “Serenata para la tierra de uno”.
Ulanovsky trazó un recorrido histórico por distintas décadas de la vida de Walsh, desde 1948 cuando “la chica criada en Ramos Mejía, lectora devota de Dickens y Julio Verne, consumidora de los textos de Billiken y de las historietas de Pif Paf y del diario Crítica, ya podía mostrar su estandarte de poeta, porque un año antes, con sus propios ahorros, había conseguido publicar el libro Otoño Imperdonable”. Después de mencionar su vida y obra en los años ’58,’68 y ’78, Ulanovsky señaló que en 1988 María Elena Walsh “exhibió otros varios certificados de supervivencia: los que le firmaron la dictadura militar a quien interpeló en su famoso texto País Jardín de Infantes, de 1979, y un avieso cáncer óseo al que sobrevivió. Ella, como la joven sabia de la tribu, con sus textos, con sus opiniones oportunas, y a veces inoportunas también, con sus canciones, fue a partir de la recuperación democrática una figura fundamental de la civilidad”.
“En 2008 –agregó Ulanovsky– la vida la encuentra, lo que no es poco decir. Ella está, entre viajes y homenajes, necesitada de hacer memoria y entrevistas, que detesta pero que a veces concede como para no quedarse definitivamente en silencio. Cabalmente representada por la vaca de Humahuaca, por el Mono Liso, por Osías el Osito, por el gato que pesca, y por su único animal, entero y verdadero, su gata Glinka, tan leída y cantada como siempre, sostenida por un grupo de ángeles cuyo elenco oficial encabeza Sara Facio; entre el Piohos Palace y bellas reediciones de Alfaguara, entre la ‘Oración a la Justicia’ y la ‘Serenata para la tierra de uno’, entre ‘Como la cigarra’ y ‘Manuelita’, encontramos a una María Elena que nos sigue llevando de la mano por territorios de sueños, de fantasía, de magia, de diversión, de poesía.”
En diálogo con PáginaI12, Brizuela recordó que un amigo pianista le señaló una vez que los grandes hitos culturales de un país uno los reconoce cuando no puede imaginar una época en que no existieran. “Es bastante difícil de imaginar un tiempo en que María Elena Walsh no existiera o una infancia que no fuera moldeada por sus canciones”, reconoce estableciendo las similitudes discursivas. En ese sentido, para Brizuela, las dos obras de teatro “llegan a recordarnos que alguna vez no existieron y que tuvieron un principio, porque esas obras fueron la plataforma de lanzamiento de las canciones, el lugar donde por primera vez casi se oyeron. Unas canciones que son absolutamente populares y que siguen siendo escuchadas por lo menos por cinco generaciones”. Por otro lado, Brizuela señala que en estas dos obras “se ven todos los talentos de María Elena Walsh juntos, porque está la poeta, la compositora, pero también está la dramaturga que nunca había publicado sus obras de teatro, una dramaturga absolutamente de excepción, totalmente surrealista para la época. Después, también está la María Elena artista de varieté. Detrás de todos esos personajes, uno intuye todo lo que sabía María Elena (por haber cantado mucho tiempo en el varieté de París) de millones de artistas populares que habrán pasado al olvido pero sobreviven ahí”. Cuenta Brizuela que Pablo de Santis dice que es una artista de unión entre la infancia y la adultez de uno. Esa idea le parece “muy linda, pero a mí también me parece la unión fundamental que se da muy pocas veces entre la cultura popular más legítima y la alta cultura”. En ese sentido, Brizuela sostiene que no hay una obra más parecida a la de Borges que la de María Elena Walsh: “En el sentido de unir la alta cultura con la atención a los géneros populares”. “Esta capacidad de cruzar culturas de lugares absolutamente diferentes y sacar un producto nuevo y legítimo y que borra las fronteras”, agrega el escritor. “Una canción de María Elena Walsh para chicos puede pertenecer tanto a la alta poesía como al folklore.”
Sobre el nuevo libro para adultos, Fantasmas en el parque, Brizuela explica que “tiene mucho de autobiográfico y mucho de ficción también, pero es absolutamente revolucionario, es una María Elena bastante desconocida”. “Lo que aporta Fantasmas en el parque es como una entrada muy generosa a una intimidad absolutamente inesperada. Es un libro muy duro, transcurre en los años posteriores a la crisis. Por un lado, es la típica viejita que está inspirada en ella misma, que va a la plaza (al Parque Las Heras en este caso) a tomar sol y a leer. Por otro lado, es un libro de una vieja feroz, absolutamente atenta a la realidad y que va estableciendo lazos de afecto, solidaridad y atención con otros desplazados que recalan ahí en la plaza. Es un libro muy jugado”, concluye Brizuela.
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